Hemos venido a hablar del otro… Venezuela en palabras

Ni una mesa redonda desde la que el espectador hubiera podido hacerse una idea de la historia de la literatura venezolana, ni un performance, ni una improvisación crítica, todo eso y mucho más. Ayer en el salón Mariano Azuela de la FIL, los jóvenes escritores e intelectuales Elena Cardona, Willy Mckey y Roberto Martínez Bachrich presentaron una semblanza poética de la literatura de su país y reflexionaron sobre las razones por las que la literatura venezolana no ha llegado aún al amplio público, superando las fronteras de su país. Un lugar donde los escritores “vamos a mil revoluciones por minuto, en un país que insiste en ir a una revolución por siglo” (Willy Mckey)
Mucho más amena que una clase magistral, mucho más irónica que un comedy show, la presentación de los venezolanos se caracterizó por su aspecto coral y por la sencillez con la que los autores se suscribieron a una larga estirpe de autores que han sobrevivido la historia, en un lugar que hasta ahora se ha negado a reconocerlos en toda su dimensión y en donde leer sigue siendo un problema de divisas. Donde el libro es un artículo de lujo. Donde los autores con los años logran formar fantásticas Fotocopiotecas con los tesoros que llegan a sus manos. Donde la falta de divisas ha obligado a la generación más joven a leer a sus mayores. “Donde los poetas son un enorme ejército de solitarios” dice Willy Mckey.
En 45 minutos el espectador tuvo la oportunidad de escuchar y conocer sucintamente los siglos XX y XXI de la literatura del país petrolero, a través del respeto y la admiración de estos jóvenes creadores que demostraron un compromiso con las letras, una inusual modestia y una todavía más extraña solidaridad de clase, de escribientes, con los autores que antes que ellos sostuvieron el estandarte de la literatura venezolana. Una lectura conmovedora y divertida de la que salimos con ganas de leer y conocer mejor a Yolanda Pantin, Camilo Pino, Rufino Blanco Fambona, Lourdes Sifontes y tantos otros autores.

Escribir…

¿Por necesidad o por placer? ¿Escribir para qué? ¿Escribir por qué? Hay tantos tipos de escritor, como tipos de persona. Tímidos, extrovertidos, habladores, serios, pedantes, sencillos, amigables, huraños. Toda la paleta de posibles adjetivos. Hay quienes saben desde la más tierna infancia que su destino será literario, como Borges. Otros que desde sus casas han recibido como misión hacerse con la palabra, otros que se han ido apropiando de la palabra laboriosamente, en horas de horas de horas de talleres de escritura, de escuelas literarias, de hacer contactos. Otros que contra todo pronóstico han encontrado la palabra como tabla de salvación. Hay escritores de profesión y hay escritores de raza, que encuentran su vocación, a pesar de los imprevistos que les ha tocado en suerte. También hay escritores de vocación que el tiempo convierte en cumplidos trabajadores de la palabra. En figuras del jet-set.
Ayer dos de esas cabezas reconocidas por el mundo, charlaban sobre escribir y ser en la palabra. La conversación entre Mario Vargas Llosa y Herta Müller se anunciaba como el mejor encuentro de restling verbal que pueda imaginarse la crítica literaria y lo fue realmente, sólo faltaron los posters pertinentes. Faltó que el anuncio del encuentro de los dos premios nobel fuera con máscaras de lucha libre, aunque no hubiera discusión ni debate.
En realidad las posturas de ambos frente al escribir eran tan notoriamente disímiles, que se sucedieron los monólogos.
Para Vargas Llosa la literatura es una gran mentira que es capaz de construir sociedades. Como latinoamericana es difícil tenerle aprecio y aunque nadie pueda negar que es un gran escritor, lo cierto es que desde sus mejores novelas ha pasado mucho tiempo. Además no hace más que repetirse y justificar una postura política que le impide reconocer el totalitarismo de los regímenes militares latinoamericanos. Vargas Llosa sigue soñando con Fidel Castro.
Para Herta Müller en cambio, la literatura sólo puede decir la verdad y con ella y su voz trémula, los amantes de los libros nos conmovemos hasta la medula. Ella habla desde la experiencia de escribir para poder sobrevivir, todavía hoy y sus textos, sus palabras, destilan la humanidad y el horror del que es capaz el ser humano. Sus posturas políticas no son abanderadas de una idea determinada, sino que se enarbolan en nombre del sujeto, de ese ser humano indefenso que se refugia en los libros para superar su contexto. No para satisfacer a la academia ni con la pretensión de estar preparado para los aplausos.
Ayer no sólo fue evidente que Vargas Llosa sabía con quién hablaba, sino que el público tuvo la oportunidad de contrastar y percibir la enorme diferencia que hay entre quien escribe con la pretensión de conquistar al público y quien escribe para ser, como sujeto y así sobrevivir a la nada. Como lectora sé que más allá de los premios, la historia sólo guarda un lugar para quienes hacen un uso auténtico de las palabras.

El ebook panamericano

La argentina Patricia Arancibia vive desde hace mucho en Nueva York y dirige las ventas de libros internacionales de Barnes&Nobles. La cadena de librerías estadounidense le apuesta fuertemente al poder adquisitivo de los estadounidenses hispanohablantes y comenzó en noviembre de 2010 la Ebook-Shop Nook español con 24.000 títulos para la compra, pues allá el mercado es, por decirlo así, panamericano: 50 Millones US-latinos viven en los Estados Unidos, 4,8 en Puerto Rico; para el año 2050, se calcula que serán 133 Millones. La población latina estadounidense es por esto la segunda más grande después de México. 35 Millones de estadounidenses hablan español en la casa (cifras de 2008), ya en 2009, 26% de los niños menores de 5 años en Estados Unidos eran hispanoparlantes. “Nosotros nos reproducimos rápido”, afirma la manager, quien arroja cifras a diestra y siniestra, y ella enfatiza: los latinos estadounidenses no son recelosos a la tecnología: ya más de la mitad tienen un Laptop y utilizan Wi-Fi.

En la corta entrevista le recomienda a los alemanes, cómo pueden aumentar su participación en el mercado, que hasta ahora está por debajo del 1 por ciento: La gran ventaja del mercado del libro alemán es la gran oferta de libros ya digitalizados, sólo hay que fortalecer la comercialización de los dispositivos de lectura. Los alemanes son por suerte ya buenos lectores.

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Herta y Mario

Dos Nobles

Nunca había visto y escuchado a dos premios Nobel en vivo hablando el uno con el otro. Hasta hoy! “Dos nobles”, se llamó la conversación entre Herta Müller (PN 2009) y Mario Vargas Llosa (PN 2010) en una sala atiborrada de público. Más corto y lapidario, pero también mas concreto no pudo ser: dos espíritus nobles, por así decirlo. El moderador Juan Cruz Ruiz se contuvo e hizo preguntas aparentemente banales, pero por ello más profundas, sobre la relación entre escribir y vivir, sobre prejuicios, totalitarismo, el efecto terapéutico del ser escritor, el papel público – y rápidamente se develaron las diferencias en el entendimiento de la literatura de los dos sujetos que discutían.

Das noble Publikum. Vor Bildschirmen und hinter Säulen.

El noble público. Frente a pantallas y tras columnas. A un lado estaba el exdiplomático, hijo único de padres separados clase media, crecido en el Perú, que se denomina a sí mismo como un “demócrata liberal”, del otro lado una exiliada, venida de las minorías alemanas de un pequeño pueblo en Rumania, de un hogar sin libros, en el que la madre advertía: “no leas tanto, eso te enferma de los nervios”. Aunque desde hace mucho es mal visto recurrir al contexto biográfico para el análisis, en ellos no se pueden negar. Y así es para el uno, para quien escapó en el mundo de libros de Karl May y Cervantes, para el representante de la “literatura comprometida” (Satre), es la lectura y el escribir siempre un asunto político, una cuestión de compromiso, de acción, de intromisión, especialmente para el mejoramiento y el progreso de la humanidad en sí. Leer es la vivencia de mundos mejores, en los que el individuo puede reconocer otros valores. Y así es para la otra, para una representante de la literatura del „dolor estético“ (Müller), es un libro una mirada en el infortunio existencial general, una defensa propia, especialmente de lo personal, de lo privado, cosas que no son permitidas en una dictadura, “un compás interno”. Herta Müller recitaba poemas para sí misma, mientras era interrogada: “Dentro de la cultura es hermoso lo que nos causa dolor, porque no tenemos otra palabra para eso. La literatura me consuela, sin engañarme” afirma con sensatez. Llosa, por el contrario, piensa que cada ficción es una mentira, pero una mentira tan bien hecha que podría ser una verdad. Por ello es un instrumento para defender la libertad humana. ¿será que nosotros, europeos post-democracy, podemos seguir creyendo en esos valores?

Hace poco estuve en una conferencia con muchos gestores culturales de países árabes. Ellos también estaban persuadidos de que el arte puede tener una influencia social. Que una estructura creativa individual genera un cambio colectivo, algo así como un artista convocando a una manifestación y que la gente confíe más en él que en un político. ¡Eso nos pasó a nosotras! Herta Müller reaccionaría también escéptica. Pues el arte es construido: “la literatura se da el lujo de construir vidas artificialmente a través del lenguaje. Después tiene uno quizás una mejor cabeza.” Transformaciones dentro, pero no del comportamiento.

Y así la literatura resulta siendo siempre un diálogo entre dos nobles: el autor y el lector, dos cabezas que intentan entender la vida. Los dos, Llosa y Müller le dan como lectores, para el cierre del evento, a otro autor su agradecimiento: Jorge Semprun, el “hombre de acción” (Llosa), escritor testimonial como sobreviviente del campo de concentración, escritor poético de la historia de los tiempos (Müller), quien murió el 7 de julio de 2011 en París.

Traducción: Natalia Guzmán Díaz

Un país muestra caras

La salida a escena del país invitado en las feria del libro es propaganda. Escritores son enviados por avión (26), editoriales invierten en presentaciones (38), una ministra de relaciones exteriores hace discursos inaugurales elogiando el intercambio cultural, el “diálogo de la sociedad civil” y como se llamen todos estos pilares de la política internacional (Cornelio Pieper), se imprimen folletos (novedades, cuadernillos de la historia y geografía del país, programa de actividades) A esto también se le llama cultural diplomacy, pues tras todo esto está naturalmente la comercialización de un país y, en este caso, de su industria de libros.

El porqué en el folleto oficial de la feria se anuncian los eventos alemanes con diez fotos que muestran a 14 hombres y 10 mujeres, la mayoría grupos de música alemanes (de lo mejor que hay) que se presentan al aire libre, como The Notwist y seguramente todos menores de 40 años (el promedio de edad en Alemania es de 42,1 años) casi no se entiende. ¿Alguno lee un libro? Ah, si, Franka Potente en un estilo fílmico del libro de Doris Dörries “Bin ich schön?” (“¿soy linda?”). No se ve ninguno de los autores invitados, en vez de ellos, unos hilos azules entrelazados: ¿una interpretación moderna de la flor azul?, ¿torción posmoderna de la identidad? Afortunadamente Rüdiger Safranski, el filósofo del romanticismo alemán, lee el sábado 3 de diciembre, allí podemos preguntarle…

Mientras eso es Alemania, “invitada de Honor”, según el programa un país de hombres jóvenes con mirada crítica que se frotan la barbilla, de mujeres bailando en peluquerías, pero que a veces se sacan una pistola o se tienden lascivamente a lamer la decoración de un árbol de navidad. Si, bueno, ¿por qué no?. Mejor que un atardecer en la puerta de Brandenburgo y el folclor de la jarra de cerveza.

A ritmo de cumbia y balas perdidas

 

“Fernando Vallejo es como escritor, un gran músico”

Juan Cruz en su semblanza sobre Fernando Vallejo

Entre los personajes que se dieron cita pata inaugurar la 25 Feria del Libro de Guadalajara estaban los dos premios nobel de literatura Herta Müller y Mario Vargas Llosa, además del nuevo premio de la FIL en lenguas romance: Fernando Vallejo. De todos los discursos para la ocasión, sin duda el de Juan Cruz Ruiz, prestigioso periodista español, fue junto al del propio Vallejo, el mejor. Su semblanza del escritor colombiano hizo honor al autor de la Virgen de los Sicarios o El Desbarrancadero, al tiempo que hizo las delicias del público.
Mientras Alemania se presenta como el país de las ideas, en donde la ciencia y el intercambio académico con América Latina juegan un papel fundamental, para los mexicanos y los latinos que nos sentimos identificados con los mexicanos, lo más importante para el intercambio es la horizontalidad y el humor. Quizá porque, contrario al país invitado, hemos aprendido con humor a sobrevivir nuestras realidades y a acercarnos a los otros sonriendo.
Fernando Vallejo además de su prolífera y fantástica obra, seguramente recibió el premio este año, porque la temática de sus libros toca directamente al país que nos acoge. En los últimos cinco años han muerto más de 58 mil personas en México, víctimas de la violencia, de la “Guerra contra el Narco”. Nadie como Vallejo para describir el sufrimiento de una sociedad que se desangra a ritmo de cumbia y balas perdidas.

En casa de herrero, cuchillo de palo

Uno de esos refranes muy latinoamericanos. Un estribillo que se recita en cualquier parte, un mantra popular con un sinfín de equivalentes semánticos, en toda la paleta de registros que ofrece nuestro idioma. En los pregoneros de las calles detrás del Zócalo, al este del colegio mayor de San Ildefonso. Yo sólo buscaba una playera de Blue Demon, pero probablemente ese personaje, junto al Santo, son las únicas dos figuras que los mexicanos reconocen como marca registrada. No hay como encontrarlas. Todos saben quién las vende, un camino de vendedor a vendedor que te va guiando hacia la tienda, que tampoco las tiene. A más de media hora a pie del ground Zero de los Estados Unidos de México, en la Plaza de la Constitución. Ramilletes de policías en las esquinas al este representativamente más este de las tiendas de Cartier en Polanco, la ruta obligada de los buses de turistas. Dejamos Bolivia sin haber escrito ni un post. El último miércoles creíamos que el malestar era pasajero. A veces la altura le juega malas pasadas a la gente. El día de nuestra lectura en La Paz casi me quedé sin aire. Terminé sudando frío con un montón de gente al frente que no sé hasta donde fue capaz de entender nuestros chistes. Ahora ya estamos en México, hoy por la tarde llegamos a Guadalajara.

A mí los 3600 metros de altura ya no me pegan tanto, aunque desde niña tenga el problema –tampoco yo he nacido aquí- y sea cierto que ahora evito subir al centro los primeros días. En La Paz también prefiero no beber, me salé de mutuo propio, porque a mi cuerpo le cuesta mucho sobrevivir las resacas y esta vuelta con la Niko no hubo caso. El día que leíamos, de un momento para otro, tuvimos que interrumpir el camino que teníamos de la Zona Sur hasta el Instituto Goethe. Los 20 minutos en el taxi entre Obrajes y la Av. Arce traté de imaginarme cómo haría para desdoblarme. Para poder sacar de mi las dos voces simultáneamente. Cómo me hubiera gustado convertirme en la niña del exorcista para poder darle el carácter, la gracia, a los textos colectivos que hemos escrito.

Nuestros autores llegaron con la anticipación indispensable para que la lectura no empezara sin ellos. Ni caso de ensayar posibilidades. Fernando Barrientos intentó suplir la voz que me hacía falta para el proceso de convertirnos en las figuras que terminamos siendo normalmente en las lecturas de esta gira, escenificando el texto de Agustín Calcagno. Al final opté por hacerla sola y suplir el sexo con un poco más de culpa alemana. Fue una manera de vitar la confusión en el escenario del pobre Flaco, que no está familiarizado con nuestras partituras. Además mi madre se ha destapado como la peor fotógrafa de la ciudad. De todas formas y a pesar de todos los accidentes, compartir el escenario con nuestros autores en La Paz fue algo muy lindo y mejor aún conocer al día siguiente en nuestro taller el trabajo de Ernesto Martínez, editor pionero en formato digital con Ediciones Vínculo y copropietario de una de las librerías emblemáticas de la ciudad de La Paz, la Martínez Acchini. También familiarizarnos con el trabajo de “Desde el sur”, el portal que pretende constituirse en la voz de la diáspora boliviana en el mundo entero y por supuesto con Lulhy Castro, representante de la cartonera de Oruro: “Rostro Asado” y el colectivo de escritores y artistas que en esa ciudad pretenden apoderarse de el espacio público. Da mucha energía encontrarse con gente así, con los que piensan como nosotros, con las otras neuronas de este cerebro colectivo. Desde el cuartel general móvil de Los Superdemokraticos nuestros mayores agradecimientos a Michael Friedrich, director del Goethe Institut de la ciudad de La Paz, a Patricia Cuarita encargada del área de cultura del instituto. A nuestros autores Javier Badani, Fernando Barrientos y Richard Sánchez, así como al público que se dio cita para oírnos y participó al día siguiente en nuestro taller. La razón de este viaje es encontrarnos, románticamente hablando, con espíritus afines y en Bolivia, además de haber encontrado a nuevos amigos, hemos contado con la solidaridad de personas queridas que nos han ayudado a soportar y superar sin grandes aspavientos todos, todos los imprevistos. Muchas gracias La Paz, sin ustedes habría sido difícil llegar hasta aquí. El 2 de diciembre presentaremos nuestro libro y nuestro ebook en la Feria del Libro de Guadalajara.

En la maleta traemos a dos proyectos editoriales que nos enorgullecemos en presentar: Verbrecher Verlag, una editorial consecuente de la República Independiente de Kreuzberg y Ediciones Vínculo, que con su catálogo de literatura contemporánea es una puerta al mundo para la literatura boliviana.

Perfume con feromonas

Ricas y sabrosas. Foto: Mosh el Cabrón (flickr)

Perfume con o sin feromonas. Ahora también vendemos pegatinas en todos los tamaños. La conexión más rápida para tu móvil sin límites. Las mejores tartas del mundo, para ti. Cocteles de frutas frescas en todas las frutas, con agua o leche. ¡Con vitaminas! La fuerza amarilla. ¿Lo sabías? 100 % natural. 100% puro café. La mejor calidad para tu familia. Con calcio, con hierro y con cero de sodio. Ama la vida. ¡Prueba esto! Nuevo: tres electro taxis. El auténtico refresco de naranja. Tarot, lectura del café, quiromancia, interpretación fotográfica ¡llama!, pues todo es cuestión de gusto. Las mejores salchichas del mundo. Sushilito, la especialidad japonesa del D.F. Todo solo para que estés bien. Las mejores canciones. ¡Nuevo! Ahora con mentol, refrescante, abre las vías respiratorias. Máxima suavidad. ¡Síguenos en Facebook! Todas las obras de construcción de la ciudad en esta página web. El único restaurante griego de la ciudad, comida que no fatiga, sino que inspira. ¡El bus turístico nunca había tenido tanta cultura! Se detiene en los dos museos más importantes. Soy México. ¿Necesitas dinero? Te lo prestamos. Evita los excesos.

Traducción:
Adriana Redondo

La venganza de Moctezuma

Ofrendas para incinerar en las ceremonias tradicionales aimara: para conseguir más dinero, un buen viaje o lo que sea. Contra la salmonela solo ayudan una solución salina y esperar.

Siempre me acordaré de las calles adoquinadas que comienzan delante del Colegio Alemán y que se acaban enseguida después. Del aviso: ¡Cuidado, padres conduciendo! Pasé por aquí a menudo en taxi-auto-taxi-auto en los diez días que pasamos en Bolivia. Con un pino ambientador danzante y un rosario saltarín en el espejo retrovisor del conductor. Al principio para entrar usar Internet y para tomar jugos de frutas en la Zona Sur, en San Miguel y en el Alexander Coffee. El Alexander Coffee es uno de las empresas más exitosas de Bolivia que tiene por todas partes esos modernos cafés con cibercafé donde venden brownies empacados, pero todo “Hecho en Bolivia”.
La garganta me arde, me duele al tragar, al dormir. Tengo un resfriado que agarré en la fría y lluviosa ciudad de Bogotá, donde todos los días a las dos en punto todo se vuelve gris y mojado. Después de una salteña en un restaurantico de cuatro mesas, o de una pizza en uno de esos centros comerciales que transforman la vida pública en Latinoamérica en una zona climatizada con palmeras, mi estómago, para colmo de males, empieza a gruñir. Me dio la venganza de Moctezuma : Diarrea, vómito, así se le conoce a la diarrea del viajero, que se basa supuestamente en la maldición del último gobernante de los aztecas quién pacíficamente se doblegó ante el conquistador Hernán Cortés, pero quien posteriormente fue asesinado. Nada agradable. Así entonces me paso los días en cama.
Pero me voy a acordar de los viajes en taxi-auto-taxi-auto, de la carne roja de las montañas que secas se elevan en las alturas alrededor de La Paz. De los paseos en jeep en el interior del país entre cañones de grava. Las piedras crudas, los riachuelos arenosos, en las laderas con rascacielos encima, empinados elevándose en las alturas. Las luces de noche. La escuela naval con el faro, el puesto de observación y el aparejo, en un país sin mar, directo frente a la carretera. Me voy a acordar del médico general tan amable que me quería llevar a un hospital donde no había papel higiénico. Me voy a acordar de las siestas de los trabajadores callejeros bajo los árboles de las plazas. Echados. De caras oscuras. Con brazos cruzados. De las vendedoras ambulantes de faldas anchas: 2 bolivianos por una goma de pelo, 6 por una coca cola. Del precio del euro bajando más cada día. De los tantos prestadores de servicios: vigilante de barrios ricos, cortador de césped de las isletas, carga maletas en el aeropuerto, empacador de bolsas en los supermercados, voceador de sándwiches frente a edificios de oficinas. ¿Una alternativa a los empleos de 1 euro?
Y del ático de la casa de la familia de Rery en estilo tudor con muchas ventanas, maderos, luz, en cada ventana un televisor celeste diferente: cimas de píceos, arrecifes empinados de piedra arenosa, pájaros, los perros del vecino ladrando. De la comida de enfermo: Solución salina con sabor a piña, Maizena con canela disuelta en agua, galletas de soda, además del zumbido del humificador. De los olores de la cocina de Kika, el ama de llaves proveniente del pueblo Moco Moco (“hombre pequeño de bigote grande”) a ocho horas en carro de La Paz, con un clima como en el sur de país, donde tan solo viven 30 personas. De que ella es la única que tiene privacidad en esta casa, pues su habitación la ordena ella misma.
De todo eso me voy a acordar, a pesar, o quizá porque me pasé la mayoría del tiempo tendida en la cama. Mi única excursión al centro, fue el último día por un par de horas en el Mercado de las Brujas en La Paz. Allí a los remedios solo les saqué fotos, también a las estatuas para la salud, suerte, buen viaje o sabiduría, a las ofrendas, los tés, las tinturas, las patas de llama y las canastas de hierbas. Me compré una hoja de coca plateada. La voy a llamar Moctezuma, o mejor Cuauthémoc, así se llamó su primo, quien como último gobernante de Tenochtitlán no se doblegó, sino que opuso resistencia. ¡Salmonela, adiós!