SIN ALMA, SIN HISTORIA

Junte un puñado de aristócratas terratenientes, agréguele una rebanada de representantes de la burguesía mercantil, condimente la mezcla con una cuchara de clero católico con nostalgias monárquicas y usted podrá cocinar un país. No, no es una broma. En 1825 un manojo de antiguos usufructuarios de la Colonia española decidió crear una República. La llamaron Bolívar, hoy Estado Plurinacional de Bolivia. Los ‘padres de la patria’ estaban temerosos entonces, de que las huestes militares ‘bárbaras’ de los rebeldes de la Gran Colombia —lideradas por Simón Bolívar— rompan con los privilegios que habían gozado gracias a la Corona en el territorio altoperuano. ¿Su solución? Fundar un país. No hubo nada romántico en la conformación de Bolivia ni tampoco medió para ello la búsqueda por sembrar un territorio democrático y de bienestar para todos sus habitantes, tal y como hasta el presente se enseña en las aulas colegiales y universitarias.

Ausentes de la partida de nacimiento de Bolivia quedó la gran mayoría indígena, que entonces conformaba el 95 por ciento de la población. Ninguno de sus representantes estuvo presente en el parto del nuevo país, a pesar de haber sido protagonistas fundamentales en los campos de batalla de la emancipación. Y, así, los “sin alma” mantuvieron en el flamante territorio los mismos papeles que les había sido impuestos por los ibéricos. A saber: A) Una fuerza de trabajo gratuita en minas, tierras agrícolas privadas y eclesiásticas B) Una fuente inagotable para sostener la economía nacional a través de impuestos como los diezmos y las primicias. C) Un simple decorado folklórico que sopla sus instrumentos de viento de cuando en cuando.

Y es que para 1825, de los verdaderos héroes de las guerrillas independentistas, aquellos que durante 15 años habían sacrificado junto a los indios todo lo que poseían —incluidos familiares y bienes— no quedaba casi nada. La tierra estaba libre del yugo español, pero sin sus caudillos libertarios y en las manos de los ‘doctorcitos’. Bolivia nació de la ambición de un basamento social blancoide y mestizo que mantuvo el abuso a los originarios, que los suprimió deliberadamente de las páginas de la historia y que bajo esta lógica sentó los basamentos de las primeras instituciones republicanas.

Ni el propio Libertador logró modificar el abuso, a pesar de haber sido nombrado Presidente de la naciente República que llevaba su apellido, Bolívar. Una de sus primeras medidas administrativas, a su llegada en 1825, fue lanzar un decreto que prohibía “a las autoridades políticas y religiosas, así como a los propietarios en general, el empleo de los indígenas contra su voluntad en faenas séptimas, mitas, pongueajes y otros servicios domésticos y rurales, salvo contrato previo y libre del precio de su trabajo”. Demás está decir que la medida quedó archivada en los anaqueles del olvido del nuevo territorio. Después de todo, ¿quién era este guerrero caribeño para cambiar las reglas que habían regido por 300 años el Alto Perú?

DE LA GLORIA AL INFIERNO

“El indio (…) come de los suyo lo que basta para vivir, i de lo ajeno hasta reventar: vive por vivir, i duerme sin cuidado; cree todo lo falso, i repugna todo lo verdadero: enferma como bruto, i muere sin temor a Dios”. Así escribía un ciudadano de La Paz a mediados del 1800 y sus palabras —rescatadas por el historiador boliviano Ramiro Condarco— marcan el desprecio que se sentía por los aymaras (indígenas del occidente de Bolivia). Desprecio que llevó a las autoridades e historiadores de la época a dejar de lado a personajes de la Bolivia de finales del siglo XIX; uno de ellos, Zarate Willca.

En 1889, la clase política de los departamentos de La Paz y Chuquisaca iniciaron una lucha intestina por el poder que dio paso a la revolución federal. La aristocracia paceña liberal se levantó contra el Gobierno de Fernández Alonso sin mayores recursos económicos ni bélicos. Sus líderes recurrieron desesperadamente al apoyo de los indígenas, prometiéndoles mejoras sustanciales en su diario vivir. No era suficiente pedir al indio su aporte económico y laboral, ahora era necesario su tributo de sangre. Liderados por Zarate Willca, masas de aymaras adoptaron pronto los ideales federalistas de los políticos paceños y les ayudaron a vencer al bando constitucionalista. Tras la victoria en los campos altiplánicos, sin embargo, “fueron los propios revolucionarios los primeros en incurrir en el menospreciable y punible intento de falsear la verdad histórica, desconociendo y negando su participación y responsabilidad en la iniciación del levantamiento indígena, incluso en momentos en que no habían abandonado aún el teatro de los infortunados acontecimientos que ellos provocaron”, escribe Ramiro Condarco, quien en el siglo XX sacó de la penumbra de la historia oficial a los líderes indígenas que participaron de este evento.

La guerra civil había terminado, pero se inició entonces una rebelión aymara. La gran población indígena creyó que tras la victoria se autorizaba de hecho la consumación de sus aspiraciones reivindicatorias, como la recuperación de las tierras comunitarias de origen. Esto se les había sido prometido por los conservadores paceños para lograr su aporte en la guerra. Los cabecillas indígenas fueron perseguidos y su participación en la guerra federal negada. Ningún documento oficial público de la época llegó a expresar la verdad de la intervención indígena. Zarate Willka fue enjuiciado por los excesos a los que incurrieron algunos líderes indígenas en su desesperación y asesinado años después sin haberse aclarado estos hechos.

Hoy, una vez más los originarios de Bolivia han sido convocados por la clase política. El Presidente Evo Morales —autoproclamado como el primer indígena Presidente del país— volvió a acudir a su apoyo para vencer a la clase ‘neoliberal’ y tomar el poder. Pero la historia se repite. Los dedos de las manos podrían ser demasiados para contar la cantidad de representantes de etnias indígenas que están en los órganos del Estado que deciden el destino del país. En cambio, el dedo índice de todos los habitantes de Berlín no alcanzarían para contar el número de originarios que viven en la pobreza.

Son los hijos de los doctorcitos blancoide-mestizos del siglo XIX quienes se mantienen en el poder y a quienes poco les interesa las clases campesinas indígenas.

3 comentarios sobre 'SIN ALMA, SIN HISTORIA'

  1. Javier:
    No puedo sino concederte en muchos aspectos la ventaja de la ubicuidad: tú estás allá, yo estoy aquí, pero soy tan boliviana como tú y desde donde estoy lo proclamo.
    Es cierto, la nuestra es una historia de despojos a colores, de egoísmos ancestrales y arrogancias grotescas y monstruosas; sin embargo creo que en los últimos diez años el país ha remontado ciertos retrasos que nos hacían ver siempre el mismo y endeble norte, el mismo rosario de quejas y sinvergüenzas en el poder. Se han desempolvado también otros muchos rezagos que tanto nos hunden como nos inmovilizan. Pero estoy convencida de que se trata de otra Bolivia, con otros protagonistas y un guión que sigue a ciegas al verdugo de la improvisación… es cierto, es así y con todo, no puedo sino abrir más los ojos y creer que todo esto está pasando de verdad en el país, que al fin ha cambiado algo, que el Evo está donde está muy a pesar de los doctorcitos y los blancoides de siempre. Si quieres verlo desde afuera, Bolivia ha dejado de ser la postal de llamita blanca y el indiecito “paspado” y poto pelado ante la majestuosa imagen del Illimani; Bolivia no es sólo la chompa a rayas del Evo; aquí se habla de Bolivia y no sólo para comentar una catástrofe medioambiental o la Masacre de Porvenir, Bolivia ha empezado a existir con nombre propio y una polémica sugerente, así… haciendo historia de la que vale, se siente y se defiende.

    Spandeutsch (Barbara):
    Javier:
    Ich kann dir nur zustimmen, dass der Standort dir Vorteile bringt: du bist dort und ich bin hier, aber ich bin genauso Bolivianerin wie du und wo auch immer ich bin, verkünde ich das!
    Es stimmt schon, unsere Geschichte besteht aus Überresten von Farben, aus überliefertem Egoismus und grotesker und monströser Arroganz; trotzdem glaube ich, dass das Land in den letzten zehn Jahren einige Rückstände aufgeholt hat, die uns davor immer den gleichen, schwachen Norden sehen ließen, den selben Rosenkranz aus Beschwerden und den selben unverschämten Personen an der Macht. Auch viele andere Rückstände wurden entstaubt, die uns genauso runter gezogen wie unbeweglich gemacht haben. Aber ich bin überzeugt davon, dass es sich dabei um ein anderes Bolivien handelt, mit anderen Akteuren und einem Drehbuch, das blind der Geißel der Improvisation folgt… es stimmt schon, so ist es und deshalb kann ich nichts machen, als die Augen noch weiter zu öffnen und zu glauben, dass all das wirklich in diesem Land passiert, das sich schlussendlich doch etwas verändert hat, dass der Evo dort ist, wo er ist, trotz der „Herrn Akademiker“ und den alten Blankoiden. Wenn man es von außen betrachten will, hat Bolivien aufgehört das Land der Postkarte mit dem weißen Lama und dem kleine „ausgemergelten“ Indigenen, der mit blankem Hintern vor der majestätischen Kulisse des Illimani steht, zu sein. Bolivien ist mehr als der gestreifte Pullover von Evo. Wir sprechen hier nicht nur von Bolivien um über eine Umweltkatastrophe oder das Massaker von Porvenir zu berichten, Bolivien hat begonnen unter eigenem Namen und mit einer anregenden Polemik zu existieren, somit Geschichte zu schreiben, die zählt, die man spürt und die man verteidigt.

  2. Estimada Ana, este artículo sólo intenta responder al cuestionamiento lanzado por los organizadores de Superdemokráticos: “¿Qué he aprendido sobre la historia de mi país y qué es lo que pongo en duda?”.
    En ese sentido, es sólo una crítica histórica que retrocede a la formación de Bolivia. Y lo que digo es que los indígenas, la mayoría del país, estuvieron ausentes en la fundación de la República. No tuvieron voz ni voto. Y, de la mano de la gran mayoría de los historiadores bolivianos de los siglos XIX y XX, no se les reconoció su relevancia en procesos históricos nacionales.
    Y esa realidad, desde mi punto de vista, no ha cambiado mucho.
    El problema, estimada Ana, es que el “indiecito” boliviano que mencionas en tu escrito sigue posando para la cámara del turista paspado, con el poto pelado y, peor aún, con la pobreza sobre su espalda.
    ¿Qué ha hecho la actual administración para cambiar su realidad?
    Los altos índices de pobreza en el área rural se mantienen intactos al igual que su falta de representación en las altas esferas gubernamentales. Mientras escribo estas palabras, 400 indígenas del oriente marchan hacia La Paz en reclamo de la prometida autonomía indígena y por el incremento de la representación originaria en la Asamblea Plurinacional (Congreso).
    Con todo, lo de Evo es un proceso social y político que acaba de comenzar y cuya evaluación sólo podrá hacerse desde la imparcialidad del tiempo.

    Spandeutsch (Barbara):
    Liebe Anna,
    dieser Artikel versucht lediglich die von den Organisatoren der „Superdemokraticos“ aufgeworfene Frage: „Was habe ich über die Geschichte meines Landes gelernt und was davon zweifle ich an?“ zu beantworten. In diesem Sinne handelt es sich hierbei nur um historische Kritik, die zur Gründung Boliviens zurückblättert. Und was ich sage, ist, dass die Indigenen, die Mehrheit der Bevölkerung, bei der Gründung der Republik nicht dabei waren. Sie hatten keine Stimme und kein Wahlrecht. Und von dem Großteil der Geschichtsschreiber Boliviens im 19. und 20. Jahrhundert wurde ihre Bedeutung in diesem nationalen historischen Prozess nicht anerkannt.
    An dieser Tatsache hat sich meines Erachtens nach, nicht viel geändert.
    Das Problem, liebe Anna, ist, dass der „kleine bolivianische Indigene“, den du in deinem Schreiben erwähnt hast, noch immer „ausgemergelt“ mit blankem Hintern und, was noch schlimmer ist, mit der Armut auf seinen Schultern Model steht.
    Was hat die aktuelle Regierung gemacht, um diesen Zustand zu ändern?
    Die hohen Quoten der Armut in ländlichen Gebieten sind immer noch genauso hoch geblieben, genauso wie deren fehlende Repräsentation in den höheren Regierungsämtern. Während ich diese Worte schreibe, marschieren 400 Indigene aus dem Osten nach La Paz, um die ihnen versprochenen indigenen Autonomie und die Zunahme der Repräsentation der ursprünglichen Bevölkerung in der plurinationalen Versammlung, dem Kongress, einzufordern.
    Abgesehen davon, das mit Evo ist ein sozialer und politischer Prozess, der gerade einmal angefangen hat und dessen Evaluation nur mit der Unparteilichkeit der Zeit bewertet werden kann.