Todos sabemos que las ferias de libros son eventos sociales. Claro, en los encuentros de este sector que tienen lugar en pabellones más o menos climatizados, mirándolo superficialmente, todo tiene que ver con el negocio editorial, y sobre todo con libros y con los llamados bibliófilos (a quienes aquí en la Feria del Libro Guadalajara se les otorga su propio premio. Esta vez el “Homenaje al Bibliófilo” lo recibió el mexicano Ángel García Lascuráin de 75 años, quien ama los aviones y ha reunido una biblioteca enorme, por ejemplo con primeras ediciones de Ernest Hemingway, entre otros). Pero en las ferias que yo conozco, la verdadera interacción tiene lugar en las noches
En la feria más grande del mundo, en Fráncfort, las editoriales invitan a costosas recepciones en el alfombrado hasta no decir no más y revestido en madera Hotel Frankfurter Hof. Las tarjetas de invitación para el evento ni siquiera tienen la dirección, quien está invitado, ya había estado allí, y la decadencia en Alemania se las da de humilde, es de las de suéter de cachemir sin logotipo. A dichas fiestas en todo caso, se les invita solo a los escritores conocidos, o sea a los de imagen pulida con cara apta para medio de comunicación. También están las fiestas inner circle, o sea las de las editoriales con sede en la ciudad como la de la villa Suhrkamp, o la fiesta coctel en el atrio, bajo calentadores de patio de la editorial S. Fischer en Sachsenhausen, con poca comida y mucho, pero mucho alcohol. Aquí las tarjetas de presentación vuelan de allá para acá, se acuerdan citas para entrevistas, se critica a los ganadores de premios, todo sin música. Finalmente la fiesta abierta al público, la de las editoriales jóvenes como Blumenbar, kein und aber, kookbooks, mairisch, Onkel&Onkel, Verbrecher, a las que van todos los escritores y editores jóvenes, donde uno se siente como normalmente lo haría en Berlín, pues casi todos los escritores berlineses se encuentran presentes y se la pasan colgados a una botella de cerveza o de Bionade. Aquí nadie intercambia tarjetas de presentación, por mucho se intercambian nombres en Facebook. A bailar y a besuquearse se comienza a las 2 de la mañana, de forma salvaje y a ritmo de hip-hop, música disco, Abba, entre peor sea la música, mejor.
En Guadalajara parece haber una fiesta cada noche. Eso es ya de por sí igual, pero hay algo distinto: Las direcciones pasan aquí y allá en conversaciones o en papelitos, una invitación es pocas veces necesaria, tal vez solo para la primera, para la fiesta de apertura de la FIL en una estancia parecida a un parque con una carpa gigante, llena de bares y stands de pasabocas (tacos, dulces). Todo gratis, el dresscode: tipo caro ostentoso con telas flotantes, joyas y maquillajes opulentos, tacones altos. Uno de los grupos de cumbia más famosos, la Sonora Dinamita de Colombia, toca y baila por horas ante una pista de baile destellante y saturada de gente. Las mesas, con camarero personal, son reservadas por diferentes mecenas. Ningún deseo queda por cumplir, todo disponible en abundancia, los ricos están entre los de su clase. Y algo salta a la vista: Los alemanes se atreven muy pocas veces a menear las caderas. Muy similar es en la fiesta de la editorial Veracruz, en la que se presentó un grupo de salsa, en la “fiesta de los periodistas” o en la super rockdisco de la joven editorial Sexto Piso: Los latinos bailan y también están dispuestos a dar lecciones básicas. Los alemanes son fieles a sus clichés. Prefieren mirar o balancearse de aquí a allá como árboles al viento.
Conclusión: Fiesta en la feria significa en Guadalajara sobre todo bailar bastante y en pareja , eso todavía lo tienen que aprender los alemanes. ¿No sería tal vez mejor si la cerveza que –Atención: alarma de clichés- regalan todos los días a las 16h en el pabellón alemán, se la tomaran mejor en las fiestas?
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La programación diurna de la feria de Guadalajara por suerte ya ha sido adaptada al ritmo nocturno: La mayoría de eventos de escritores hispanoparlantes empiezan a las 17h. Suficiente tiempo para dormir bien y desayunar, para después pasar directo de la feria a la siguiente fiesta. ¡Nos vemos esta noche!