A veces en las noches en las que una lectura ha sucedido, en el límite de la vergüenza ha tenido lugar, y después de que todos se hayan ido a la noche y todo haya sido arreglado, me siento en el bar a echarle una cerveza a la noche, se sienta también un amigo conmigo y en algún momento hace la pregunta: “¿por qué haces esto? ¿te pagan por ello?”
Las lecturas tienen lugar una vez al mes en un teatro, al que le alcanza para una bar. El bar se encuentra en un salón remodelado con cariño, que fue la oficina y centro de ventas de un negocio de aparatos de oficina, trasladado a una zona de la ciudad más barata. El teatro esta en un espacio aledaño. Desde hace cuatro semanas el teatro ya cuenta con una puerta de emergencia, “protección contra incendios”, dice el cuerpo de bomberos. “Aquí la cultura se tiene que poner de acuerdo con los bomberos”, dicen los administradores del bar. Las lecturas regulares se encuentran dentro de un programa con conciertos, teatro de improvisación y una campaña de los miembros del partido VERDE, atraen por ello a un público versátil. A veces, la sala esta llena hasta la última silla. Es vergonzoso cuando, y a saber , vergonzoso para todos, cuando además del anfitrión y el técnico, los dos autores invitados y sus cuatro amigos, acuden otros dos invitados que pagan la entrada, y a las otras ocho personas les toca regalarles una noche maravillosa. Con estas 10 personas, ha acudido entonces el 0,001% de la población de Colonia. Entonces son 0,001% de los colonienses, quienes se interesan por la literatura de la escena joven de la ciudad y por sus invitados supraregionales, con quienes la escena se quiere conectar. “si, en realidad ¿por qué haces esto?”
El que yo organice la serie literaria en este teatro, tiene una historia previa. Ya desde 2005 nos hicimos, en ese momento éramos un grupo de autores, responsables por una serie literaria. Al principio era en los salones de una fundación de literatura. En ese momento también nos hacíamos la pregunta: “¿dónde hay espacio en esta ciudad para la escena literaria?” En Colonia, una ciudad que se promociona hoy como ciudad de eventos, que aún cuenta como ciudad cultural y musical, la literatura figura al margen. No ayuda una casa de literatura, que esta hecha sobretodo para traer literatura, mejor dicho, nuevas publicaciones a la ciudad, tampoco ayuda un festival de literatura, que sustenta su éxito, no en los escritores, sino en los actores y las estrellitas que asisten. En algún lugar entre la paleta del comedy y slam poetry, todavía quedan algunos colores para la literatura textual – seguramente en una pequeña librería que pone un par de sillas entre los estantes cuando vuelve a haber alguna lectura. ¿La escena literaria de la ciudad? Una muchedumbre cansada que hay que unir. Y si no lo hacemos nosotros, pensábamos en ese momento, ¿quién lo hará entonces? Naturalmente cumplía también un fin en sí mismo, sobretodo si hay varios cuerpos de las entidades literarias: el anfitrión, el curioso, el escritor, el editor. Pero justo así funciona también la escena. Si el anfitrión falta, como uno de estos cuerpos, todo se sale de equilibrio. Hablando espacialmente: si no hay tarima, no hay escritores jóvenes y no hay ya más literatura actual publicada por ninguna pequeña editorial. Eso anduvo un par de años con todo los altibajos, en distintos lugares y una cantidad de escritores/escritoras interesantes. Un año hice pausa, no tenía más ganas de este activismo. Luego vino la propuesta del teatro.
La siguiente lectura está lista. La prensa está informada, las invitaciones serán colgadas y enviadas, volantes y afiches están impresos. Todavía hay que repartir algunos. En teoría todo debe salir bien. Si no hubiera el temor por ese 99,999%.
Traducción: Natalia Guzmán Díaz