Hace poco estaba sentada en la terraza de un café y a mi lado cuatro muchachas de veintipocos charlaban sobre hombres y tatuajes. Una de ellas acababa de conocer a un tipo que tenía una símbolo en la parte derecha del pecho. „Aquí“, y posó la mano extendida sobre su pecho, „¡aquí es el mejor lugar para tener un tatuaje!“ „Si“, respondieron las otras, „ese es el mejor lugar“. Hasta ahora no había pensado mucho en tatuajes. Hace diez años deseaba tener una estrella negra, pero justo entonces conocí a un hombre que tenía exactamente ese símbolo soñado por mi en el brazo y me enamoré de él. ¿En el hombre o en el tatuaje? ¿En el cuerpo o en el espíritu que él se había inventado? ¿Era posible separa una cosa de la otra?
Vivimos en un mundo que por un lado está fijado en el cuerpo (nuestros objetivos: mejor sexo, cuerpos más bonitos, publicidad llena de desnudos, penes más gordos, culos buenos) y que por el otro lado funciona fuera del cuerpo (escenas cotidianas: solteros que desayunan mientras leen sus mails, que leen E-papers, que se ponen de acuerdo para tomar un café por sms) ¿Cuándo somos espíritu, cuándo cuerpo? ¿Es el cuerpo „el otro“ con el que tengo que discutir, por qué estoy casada con él por matrimonio forzoso? ¿Puedo aceptarlo únicamente en la muerte y abandonarlo (Lizabel Mónika) – o también es un poema, es el arte? ¿Somos simplemente „cuerpos desechables“ (María Medrano) o pueden reciclarse nuestros rostros? Qué manera de ser soy, qué extraterrestre soy, cuando yo pienso sobre mi: ¿me siento yo? Soy prisionero en mi cuerpo con todas mis debilidades, dolores, sufrimientos y fealdades (Fernando Barrientos, Luis Felipe Fabre) o puede el espíritu ser el entrenador de mi existencia física y así puede aspirar a ser independiente de la funda mortal que lo envuelve (Leo Felipe Campos)? La pregunta del dualismo entre cuerpo y espíritu recorre muchos de los textos de nuestros Superdemokraticos, así como el deseo. Reconocer sentimientos, el anhelo, la soledad. Dos de nuestras autoras alemanes Claudia Rusch y Emma Braslavsky se concentran sobre todo en la relación de poder de los cuerpos en su contexto social, en amistades masculinas y la independencia femenina- lo que Lizabel Monika deja dicho en su comentario: „dispareja feminización cultural“: El hombre reconoce su debilitamiento, pero de otra manera, ya que él no asume una responsabilidad cultural. ¿Quién coloniza a quien?
Los tatuajes así como los roles de género construidos han abandonado su contexto (cárcel, viaje marítimo, ritual, creencia), son parte de una cultura individual. Escribe con su propia gramática sobre la piel sin protección. Hoy no tenemos que comer del árbol el conocimiento para reconocer que estamos desnudos. Admiramos la manzana a diario. Quizá sea el idioma, las palabras, empaquetadas o no en soportes digitales, el amasijo de nuestra frágil unidad por fuera y por dentro. ¡Esa es la belleza de los pensamientos! Colgamos siempre de esa pluma de nuestro consciente, somos seres con alma y un nudo de nervios, lo queramos o no. El idioma estructura nuestra sensibilidad y la vivencia espiritual, con él somos capaces de tocar nuestro contexto y nos presentamos frente a otros cuerpos, otros ciudadanos. Ciudadanía es nuestro tercer tema y empezaremos con el esta semana.
Nikola: me parce muy interesante esta suerte de balance que haces en torno a las ideas surgidas en torno al cuerpo en este blog. Sólo quisiera subrayar un matiz en cuanto aquello de “soy prisionero en mi cuerpo…” (frase-pregunta que asocias con lo que expuse en mi entrada): en ningún momento yo me refiero a algo así: decir “prisionero en mi cuerpo” supondría una suerte de identificación de lo yo con algo que no es cuerpo (alma, mente, etc) que personalmente no comparto. Lo que quise decir en mi texto no es que estemos prisioneros en nuestros cuerpos y sus miserias, sino que nuestros cuerpos son rehenes de determinadas ideologías… Un poco lo contrario. En fin, en fin, nimiedades. Un abrazo.
Buen dia, Luis, gracias por la clarification. Mi resumen solo quiere monstrar algunas lineas de pensamiento en nuestro blog, obviamente simplifiando un poco. Pero no piensas que las ideologías determinantes pueden ejercer poder, disciplina y control como una prision? Tal vez como una prision de a fuera, los emociones una prision de al dentro… Dificil. Un abrazo desde Berlin.
Sí, por supuesto, querida Nikola: no hay peor carcelero, guardián o policía que aquel que llevamos introyectado. Por eso habrá que cantar todas las mañanas, a manera de mantra, “Redemption song” de Bob Marley: “…emancipate yourselves from mental slavery…” Jeje…. Abrazos chilangos.