Ese fue él título que le puse mentalmente al cuadro de Valia Carvalho que nos acompañará las próximas semanas ilustrando nuestro nuevo tema: ciudadanía. Al verlo no pude evitar pensar en la canciller alemana. Me la recordó el cabello de la figura, la forma del cuerpo maciza, el vestido con lunares -como un batón- esa casa solitaria al fondo, proyectando una sombra muy oscura. Angie, como llaman los alemanes a la jefa de gobierno, creció en la extinta República Democrática Alemana como hija de un pastor protestante. Estudió física en Leipzig y en 1978 escribió su tesis sobre „La influencia de la correlación espacial sobre la velocidad de reacción en los elementos biomoleculares en contextos densos“. Se caso dos veces, no tiene hijos. En el otoño de 1989 empezó su carrera política como voluntaria en „Resurgimiento Democrático“ (DA) -en alemán suena mucho mejor el nombre del partido- después de participar en la marcha „contra la violencia y por los derechos constitucionales, la libertad de prensa y opinión y el derecho a reunión“ en Alexanderplatz en Berlín. La demostración de ese 4 de noviembre es seguramente uno de los ejemplos mundiales más recientes de valor ciudadano. La acción comenzó como una iniciativa de actores y trabajadores de los teatros de Berlín del este, de artistas, y logró reunir a medio millón de personas. La idea principal era reivindicar al pueblo como portador de la soberanía de un país: „Wir sind das Volk“ (somos el pueblo) y ese pueblo decidía con ese performance, soberanamente ser democrático. Estoy segura que muchas de las personas que apoyaron el movimiento no querían dejar de ser socialistas. Que mucha gente no esta de acuerdo con las maneras con las que se llevó a cabo la reunificación. Claudia Rusch nos habla de eso en su ensayo de esta semana.
Al otro lado Agustín Calcagno explica las razones por las que apoya a la suma de movimientos ciudadanos que están haciendo una revolución „democrática“ en los países que se sienten afectivamente ligados al termino „bolivariano“, acuñado por el presidente Hugo Chavez. Liliana Lara no puede evitar dejarnos cierta melancolía, la de la extranjera que ve directamente los cambios en las zonas que habita. La distancia la ha llevado a construir una sala de mandos virtual desde la que se materializa en una de las dos realidades que la exijen y la entiendo directamente. Desde mi latitud vivo parecido y veo desde lejos la revolución que llevan a cabo en Bolivia. Muchas veces me pregunto si como me siento se sentían los que querían ser democráticos y seguir siendo socialistas. De alguna manera soberanamente el pueblo ha decidido apoyar la revolución y la respuesta del socialismo del siglo XXI más allá de los discursos, consiste en desmantelar las instituciones que garantizan transparencia democratica. Al parecer una de sus propuestas principales es volver a 1917 como si 1989 nunca hubiera sucedido. Cuando era pequeña y todavía en Bolivia teníamos dictadura, vivíamos en Santa Cruz y mi padre me vendaba el brazo o la pierna para pasar los controles de la policía militar y llegar a sus partidas de poker.
Bolivariano, sanmartiniano, peronista o el que más nos convenga. El movimiento de los movimientos es la clave desde mi punto de vista. Lo heterogéneo se despliega novedosamente con un cierto sentido de “igualdad en la diferencia”. La diferencia que nos remite a las identidades particulares de cada uno de nuestros países, de nuestras historias, de nuestras agrupaciones que no siempre reivindican las mismas cosas. Y la igualdad que nos contiene en la búsqueda de la emancipación de una vez por todas. Ese es el punto para mi. Identitariamente, el latinoamericanismo es un significante vacío que en su intangibilidad nos permite canalizar nuestras múltiples demandas sin saber bien cuál es el horizonte, pero confiando en que “o inventamos o erramos”. En ese “inventar” hay instituciones que desaparecen y otras que florecen, pero más que nada, se desnudan polaridades que siempre han existido. De un lado en defensa de lo viejo, del otro en pos de que brote lo nuevo…sin miedos…Cariños pa todos!