Recurso + recurso + recurso = Una corriente

Regresé recientemente de El Cairo de un viaje de investigación por cuenta propia.

Así haya tomado a todos por sorpresa, la revolución egipcia no se dio de la noche a la mañana. “Nos incitan a luchar”, es lo que me dijo Farah Abdellatif, una joven de 23 años intérprete de beatbox de El Cairo, cuando le pregunté sobre el antiguo régimen. Nivin Samir, activo en la izquierda egipcia desde hace 20 años, explica así el golpe de Estado: “eso fue trabajo nuestro”.

Allí entrevisté a mujeres activistas con muchos años de experiencia organizando protestas políticas, quienes antes se alegraban si lograban reunir a 50 personas en una manifestación, por su puesto rodeada por una multitud de policías. Ellas terminaron varias veces en la cárcel debido a sus convicciones, siempre comprometidas con el movimiento obrero, con organizaciones feministas, con la formación de sindicatos independientes.

Dos semanas intensas en el Cairo me hicieron tomar consciencia de lo que había perdido al vivir en la “sociedad de defensa” alemana: tener la experiencia de que el trabajo político pertinaz, junto con algo de suerte histórica, sí vale. De que el actuar perseverante de unos cuantos, la ayuda deliberada y el compromiso con razón y corazón, también hacen posibles causas aparentemente perdidas.

Quien alguna vez haya sentido la creatividad y la energía desatadas por el trabajo político conjunto, entiende también las dinámicas en la plaza de Tahrir,  que se ha convertido en símbolo de la revolución egipcia. Entiende la repentina disolución del miedo entre los manifestantes, entiende la determinación y la belleza de la protesta.

Claro, sé que estoy idealizando la revolución.

Me viene a la memoria cómo, ya hace más de diez años, nosotros conseguimos que el Hausprojekt: proyecto de casa comunitaria “Trillke-Gut” en Hildesheim. 50 estudiantes y obreros bastante escasos en recursos, que con constancia y perspicacia, lograron convencer al ayuntamiento conservador de turno de que vendiera por un precio justo el suntuoso edificio del internado a una cooperativa fundada a toda prisa,  y no a los inversionistas.

La Trillke-Gut, como proyecto de autogestión, se ha establecido como lugar para la realización de eventos políticos y culturales. Cuenta con una escuela de artes marciales, un estudio de grabación, talleres de arte, una escuela de música y en el sótano, con una planta de cogeneración eléctrica. Hoy es hogar de 50 adultos y 10 niños.

Me doy cuenta de que ahora me preocupo menos de cómo borrar mis huellas, los rastros digitales que dejo por doquier, y me preocupo más de cómo volver mis huellas en esta tierra más profundas y duraderas.

Regresé del Cairo llena de energía y al mismo tiempo furiosa conmigo misma por haber perdido la fe en el cambio político y haberme retirado, llevando más bien una vida privada en armonía con el medio ambiente.

Siembro con amigas un huerto familiar. Recibo electricidad verde. Consumo sólo carne que fue torturada lo menos posible. Mandé a quitar el biogás desde que me enteré que la subvención de dichas plantas ha ocasionado el “en-maíz-amiento” de regiones enteras – monocultivo de maíz en lugar de ganadería y diversidad.

No quisiera entonces agotar mi energía, mis recursos mentales y físicos en cómo vivir individualmente de la forma más correcta posible. No quiero llevar un estilo de vida sustentable tipo orgánico-lujoso, ni posicionarme moralmente por encima de LIDLALDINETTO, cuando-mirándolo desde el punto de vista global- la mayoría de la gente del planeta no se puede ni siquiera pagar una compra.

El concepto de sostenibilidad no se puede separar de contextos político-económicos. Más importante que dejar la menor huella ecológica posible, es pensar en los rastros que recogemos. ¿Producen nuestras pisadas huellas inmensurables, o nuestras suelas casi ni rozan la realidad del suelo?

Los recursos no han sido repartidos equitativamente, no se quedan en el lugar de donde vienen. Es preferible embrollarse en contradicciones, que ir por un camino aparentemente recto. En la búsqueda de nuevos recursos en el laberinto de las posibilidades.

Colaboración. Estar abierto. Yo soy mi propio recurso. El mundo es mi recurso. Puedo ser recurso para otros. Un recurso + otro recurso + otro recurso  =  una corriente. ¡Dejen rastros y huellas! ¡Pateen los techos de vidrio de las instituciones patriarcales con tacones! ¡Muéstrenle al opositor político la suela del zapato! ¡Impulsen juntos la corriente!

Traducido por: Adriana Redondo

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