He llegado a rozar el cinismo de no escuchar a los ganadores. ¿Qué nos pueden decir? ¿Que fue duro? ¿Que estaban mejor preparados? ¿Que el tiempo, finalmente, les está dando la razón? ¿Qué su gesta ha sido fundamental y debemos creer en el valor, la inteligencia y la fortuna de los héroes? ¿Qué ese momento inolvidable nos define?
Me preguntan si la historia es importante para mí. Me encantaría decir que sí, sobre todo para aprender, para cumplir con este afán de acumular certezas donde antes hubo algunas dudas, para escudriñar durante la investigación en esos posibles errores que nos hacen creer en algo: un sistema de logros que no fueron, o que no fueron así. Después nos enteraremos de cómo ocurrieron los hechos con exactitud, no se preocupen. Obviando las elecciones, siempre hay alguien que gana en la mesa técnica.
Me encantaría decir que sí, pero no.
Esto que sigue no lo traduzcan de forma literal, sino simbólica, pero casi: Hace una semana se armó un alboroto en mi país porque alguien con poder y uniforme militar en Venezuela, supongo que el presidente y alguno de sus amigos o colegas, el de Ecuador, por ejemplo, cogieron el polvo de un esqueleto y lo condecoraron, o lo mudaron de féretro, o le cambiaron el final de su vida, más bien el de su muerte; y le pusieron algún apodo centelleante y superpoderoso, del tipo Generala de Brigada de Honor del Ejército Bolivariano, de seguro pensando en las generaciones que vienen. Qué título, eh.
A eso le llaman rendir honores póstumos y como pienso en que mi madre, mi antigua jefa o mi profesora de historia sociopolítica en la universidad también podrían recibirlo, el gesto me parece lindo, simpático, noble, agradable y hasta inofensivo. Una pérdida de tiempo, eso sí, para todo aquello que nos toca revisar y que tiene que ver más con lo que somos, que con aquello que fuimos. Sé que esto no es nuevo y que la mayoría de los adolescentes suelen pensar de esa forma por flojera mental y un poco de ignorancia, pero que me perdonen el país y sus vecinos continentales: mi historia y la de mis afectos es más importante en este momento que atraviesan nuestros países, que las batallas que protagonizaron mis dignos antepasados y sus próceres enemigos.
Hace un mes estuve en Barcelona, España, visitando a Pepe Ribas, antiguo editor de la revista Ajoblanco, acompañado de la escritora cubana Wendy Guerra, su agente Carina Pons, el gestor cultural Marc Caellas y un fornido y rapado director de cine de quien me avergüenza no recordar su nombre, pues él nos colocó una película que acababa de dirigir y estaba en su etapa final de post producción. En ella se abría una interrogante necesaria: atendemos a las guerras en su momento y una vez que se acaban nos sentimos tranquilos, o cansados, pensamos que hemos asistido a una parte espeluznante de la historia y que recordar y establecer hechos y culpas es suficiente, pero, ¿qué pasa con esos pueblos una vez que la guerra ha terminado? ¿Quién nos cuenta ese pedazo íntimo, importante y marginal de la historia que olvidan los ganadores y que comienza justo después del final? ¿Podemos, los más pequeños, arreglar nuestro presente, luego de que los grandes resuelvan el pasado?
Buena pregunta, Leo, saludos de paso desde la ah vana… Qué pasa con los pueblos después de las guerras, y qué pasa en general con toda esa historia al margen de la historia.
Cuando comienza un relato, es bueno preguntarse por qué ahí, por qué comenzar entonces, y al escuchar o leer el final, es importante también poder hacerse una idea de qué es lo que sigue tras el punto y aparte. Casi siempre lo que sigue es lo que no queremos recordar.
SpanDeutsch (Barbara):
Eine gute Frage, Leo, und nebenbei Grüsse aus la Ha Vana…Was passiert mit den Völkern nach den kriegen und was geschieht allgemein mit all der Geschichte am Rand der Geschichte.
Wenn eine Erzählung beginnt, ist es gut wenn man sich fragt: warum fängt sie dort an? Und wenn man das Ende liest oder hört, ist es wieder wichtig sich zu überlegen was danach, nach dem Absatz kommt. Fast immer ist das was danach kommt, das an das wir uns nicht erinnern wollen.
Leo Fel Cam:
sin querer me has hecho recordar a David Bowie: podemos ser héroes, onque sea por un día. Preguntas: “¿Qué ese momento nos define?” No podría responder, pero si puedo afirmar que la Historia nos define. Carnal, ahora pregunto yo, “¿Quién vive la Historia o la vida sin la concepción de ser mejor, para bien o para mal? La Historia está más adentro en nuestras venas de lo que queremos concederle. Un saludote.
SpanDeutsch (Barbara):
ohne es zu wollen, hast du mich an David Bowie erinnert: wir können Helden sein, für einen Tag. Fragen: “Ob uns dieser Moment prägt?” Ich könnte darauf nicht antworten, aber ich kann dir versichern, dass und die Geschichte prägt. Kumpel, jetzt frag ich dich: “Wer lebt die Geschichte oder das Leben ohne der Annahme besser zu sein, im Guten wie im Schlechten? Die Geschichte ist viel tiefer in unseren Venen als wir es zugeben wollen. Viele Grüße!
Querida Lizabel: Así es, una vez que prendemos la cámara en un lugar determinado, el azar disminuye por el peso de nuestra curiosidad. Algo parecido sucede con la atención de los momentos históricos, tienen la aparente razón de ser que le falta a las vivencias de los débiles y los arrasados. Asuntos del poder y el ego. Besos hasta la isla y nos seguimos leyendo.
Carlos: Le concedo a la historia su peso y su capacidad de internarse en nuestro organismo como un virus o como un líquido que nos inyectan desde pequeños. Y me parece que está bien, que es saludable conocer de dónde venimos, que es mejor si entendemos cuándo o por qué surgieron las causas de eso que ahora nos afecta, para bien o para mal, pero te aseguro que los pesados del PRI viven la historia de una forma muy distinta a como la vive el campesino de _____________. Sobre esa línea coloca alguno de los pueblos mexicanos que no conozco y que tienen una concepción alternativa sobre lo mejor y lo peor. Es allí, en esa frontera del presente que golpea, cuando siento que la historia comienza a perder importancia. Y me hago las preguntas que me hago. Gracias por comentar, cuate. Un gran abrazo desde esta Caracas endomingada.
Querido Leo!
Me encuentro en la misma posición cìnica que tù: tampoco escucho a los ganadores, sobre todo a aquellos que pierden su tiempo exhumando huesos en la madrugada cual profanadores o ladrones de órganos. No creo que tengan nada bueno para decir. ¿Acaso hurgar huesos y gusanos nos hará màs sabios?
Un besito desde aquí mismito!
SpanDeutsch (Barbara):
Ich bin in der selben zynischen Position wie du: ich hör auch nicht auf die Gewinner, vor allem nicht auf jede, die ihre Zeit damit verschwenden im Morgengrauen Knochen auszugraben, wie Grabschänder oder Organdiebe. Ich glaube nicht, dass die irgendetwas gutes zu sagen hätten. Oder macht uns etwa in Knochen und Würmern herumzuwühlen weiser?
Leo me hiciste acordar varias cosas que paso a decirte en breves punteos:
* Recuerdo una frase, que cito de memoria así que no debe ser literal, de un libro de italo calvino que se llama La jornada del escrutador. Allí el protagonista dice algo así como: Esta manera de ser que me hace sentir que gano cada vez que pierdo y que pierdo cada vez que gano.
* también quiero que le mandes un gran abrazo a marc caellas de mi parte, que chico es el mundo! conoces a Ana Monge?
* es interesante ver como las herramientas contemporaneas como la televisión, internet, pero sobre todo las redes sociales, ayudan a fortalecer hegemonías históricas pero a su vez posibilitan mecanismos para debilitarlas. También leía el otro día, pido perdón por no citar la fuente, espero buscarla y postearla, en dónde se hacia un estudio de ciertas minorías históricas y como estas basaban la construcción de su propia historia repitiendo modelos hegemónicos del discurso, en definitiva repitiendo discursos totalizantes sobre la lectura histórica, muchas veces producto de las guerras a las que se ven enfrentadas para poder sostener su propia historia.
SpanDeutsch (Barbara):
Leo, du hast mich an mehrere Dinge erinnert, die ich dir hier kurz mitteilen möchte:
* Ich erinnere mich an einen Satz aus einem Buch von Italo Calvino, “Der Tag eines Wahlhelfers”, den ich hier aus dem Gedächtnis zitiere, muss also nicht wörtlich sein: Darin sagt der Protagonist etwas wie: Mit dieser Art des Seins fühle ich mich jedesmal als würde ich gewinnen wenn ich verliere und verliere jedesmal wenn ich gewinne.
* ich möchte auch, dass du Marc Caellas von mir umarmst, wie klein die Welt ist! Kennst du Ana Monge?
* Es ist spannend, wie die technischen Werkzeuge unserer Zeit, wie Fernsehen, Internet, aber vor allem die sozialen Netze, dabei helfen die hegemoniale Geschichte zu festigen und gleichzeitig Mechanismen schaffen, um diese zu schwächen. Neulich las ich etwas, entschuldigt bitte, dass ich die Quelle nicht angebe, ich werde sie suchen und posten, wo eine Studie ein paar historische Minderheiten untersuchte und wie das auf der Konstruktion ihrer eigenen Geschichte begründet ist, in der die Modelle des hegemonialen Diskurses immer wieder wiederholt wurden, letzten Endes die totalitären Diskurse durch das Lesen der Geschichte wiederholt wurden und oft ein Erzeugnis aus den Kriegen sind, die sie austragen mussten, damit sie ihre eigene Geschichte erhalten konnten.
Liliana, Gabriel, ¿qué más puedo agregar a sus comentarios, que suscribo de principio a fin?
Bueno, tres cosas:
Ya sabemos que más importante que aquello que nos quieren hacer creer que nos están diciendo con tanta alaraca, es lo que están ocultando de forma deliberada.
Gabriel, tu gran abrazo será dado. Y sí, conozco a Anna, solo que a veces al saludarla grito: “Mi queridísima Anna, la grande”.
Mérito para todo el equipo de Los Superdemokraticos.
SpanDeutsch (Barbara):
Liliane, Gabriel, was kann ich euren Kommentaren mehr hinzufügen, als euch gänzlich Recht zu geben?
Gut, drei Sachen:
Wir wissen nun, dass das, was absichtlich vor uns verborgen wird wesentlich wichtiger ist, als dass was wir glauben sollen und was uns mit so viel Getue vermittelt wird
Gabriel, deine große Umarmung hab ich weitergegeben. Und ja, ich kenne Anna, nur manchmal, wenn ich sie begrüße, rufe ich: “Mein liebste Anna die Große”.