17 de Octubre de 1945

Todos los recuerdos son de algún modo fingidos, encubridores. Hasta esa memoria común, a la que llamamos historia, nos resguarda de lo inalcanzable: de la verdad, que como dice el poeta, ha de ser seguramente implacable. En contrapartida, confiar en la veracidad de nuestras propias experiencias personales es lo que nos salva de la locura.

Los obreros esperan a Perón con sus pies en la fuente - 17 de Octubre de 1945. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:17deoctubre-enlafuente.jpg

En éste bar, como en cualquier otro, de ahora o del futuro, aquí o en donde tengan ganas de suponer, reina el anonimato de la noche y todos somos sólidos poetas en busca de palabras que consigan conmover y arrancarle una porción de verdad a la prolija realidad. Mi codo se acomoda sobre esta barra y las yemas de mis dedos ya suponen la frescura del vidrio, la calma del alcohol borrando la angustia de estar siempre por fuera de los acontecimientos que me rodean. Todos los pensamientos que voy apuntando en papeles o en mi cabeza se truncan constantemente y parece que sólo puedo decir lo que el tiempo en su gravidez decidirá que sea mío. Todo ha cambiado en este día 17 de Octubre de 1945 de un modo contundente e irreversible.

La ciudad se ha transformado para siempre. Miles de personas han brotado desde la nada, personas invisibles que repentinamente han renovado nuestra fisonomía. Quisiera poder decir todo con una sola palabra, hablar en poesía, ser certero e invencible como una bala, pero me resulta imposible encontrar un término que se acerque a lo que sentí al ver a tanta gente unida en esa plaza nocturna, virgen de sus olores y de sus acentos, mirando a un milico que promete que el futuro será de los pobres, que dice que los que nunca fueron escuchados a partir de hoy serán el eco de su propia voz. Quisiera dar un nombre a ese sueño ingenuo de los sonrientes desdentados que formaron parte de esta invasión plebeya. Quisiera condensar en una frase el sentido de la lucha que se avecina y de la que fue. Pero no existe una palabra que de cuenta del pasado y del futuro, de la historia y del costo de la igualdad, de la alegría y del martirio de las generaciones que perecerán. No existe una palabra que sea a la vez vida y muerte.

La clientela del cabaret parece confundida y temerosa, mientras que los que aquí trabajan, murmuran con alegría cosas tan distantes como las clases. Me acerco al cálido personaje de la noche que resguarda la barra; tomo un trago, respiro, lo miro a sus brillantes y risueños ojos, y en ese momento toda mi exploración cesa y las ideas confusas se apilan al momento en que abro mi boca por primera vez:

-¡Viva Perón! – le lanzo

-¡Viva! – contesta con alegría

3 comentarios sobre '17 de Octubre de 1945'

  1. Agustín, un escritor argentino, muy aficionado a la historia -al punto de estudiarla por considerar que ella serviría mejor a sus propósitos literarios- dijo en algún lado que la memoria es el ejercicio del olvido…

    Me encantó leer tu artículo. Como dices no hay una palabra que defina vida y muerte al unísono. Como no hay palabra que pueda describir lo que es la Historia fuera de los libros…

    Saludos desde La Habana, y… ¡Viva!

    Spandeutsch (Marcela):

    „Agustín, ein argentinischer Autor, der eine besondere Vorliebe für die Geschichte hatte und sie studierte, um herauszufinden, ob sie seinen literarischen Absichten dienlich ist, sagte irgendwo, dass die Erinnerung die Übung des Vergessens ist…
    Ich habe deinen Artikel mit Begeisterung gelesen. Wie du richtig sagst, gibt es kein Wort, das Leben und Tod gleichzeitig definiert. So wie es auch kein Wort dafür gibt, die Geschichte außerhalb der Bücher zu beschreiben.
    Grüße aus Havanna, und… Viva!!

  2. pete dice:

    17 de octubre de 1945. Soy soldado, chofer y asistente del General Armando Berdaguer, Comisionado (gobernador) de la Provincia de Buenos Aires. Visto uniforme compuesto por pantalón negro con banda negra brillante a ambos costados similar al frac. Saco derecho 8 botones hasta el cuello. Camisa blanca, corbata caqui, gorra militar con el escudo nacional en la visera, zapatos de charol muy bien lustrados.

    Por las noches generalmente duermo en casa y a la mañana tengo que estar en la casa del general en O¡higgisn y Sucre, Barrancas de Belgrano.

    Ese día tengo que estar a las 12 (si es que quiero almorzar alli) pero puedo llegar antes de las 14 horas.

    Es época de café. Todos los momentos de ocio se viven en el café. Entre Ríos y Caseros Barracas/Constitución /Parque de los Patricios. Alrededor de esa esquina y a no más de 100 metros hay 2 confiterías y 4 cafés. Yo paro en el Café “La Puñalada”, nadie lo recuerda por “Numancia” que era su verdadero nombre.

    A las 9 de la mañana, más o menos, llego al café y me encuentro con uno de los habituales asistentes. Tomamos un café a medias y pagamos a medias ( 5 centavos cada uno). Al llegar y sin ningún saludo previo me dice “viste” / “sí” – “¿Qué hacemos” / “Primero que nada hay que encontrar a Eduardo” (es mi hermano un año menor y es Presidente del club que recién habíamos formado). “Para qué” / “Para que nos dé la bandera” (era el único tesoro que teníamos en el club y nos había costado un montón juntar la plata para comprarla).

    Localizamos a Eduardo y accede al préstamo de la bandera pero el es el encargado de custodiarla para que no se la pierdan. A todo esto llega un cuarto integrante.

    Arrancamos al grito de Perón, Perón y llegamos a la fábrica de caramelos “Misky-Jornet” en la calle Luzuriaga al 351 (preguntale a tu abuelo vas a ver que se acuerda de esos caramelos). Ingresamos por la entrada de los camiones y al grito de ¡Perón¡ ¡ Perón¡ recorremos la planta baja y parte superior y salimos de vuelta a la calle. Atrás nuestro viene un montón de chicas jóvenes con su delantal celeste y varios hombres con su uniforme de trabajo.

    Con Perón, ¡Perón, ingresamos a la fábrica de medias de Luzuriaga al 500 y después de recorrer tota la fábrica salimos con unas 500 personas atrás nuestro y afuera nos esperaba la policía en su clásico coche cuadrado de esa época. Me enfrenta el oficial (recuerden que yo iba vestido de uniforme con el escudo oficial en la gorra, que pertenecía al ejército Nacional) y era el que encabezaba la manifestación. El oficial me dice que estabamos alterando el orden público y que nos pedía que nos disperamos y que tomara cada cual por su lado. Le respondo algo así:

    “Nosotros no estamos cometiendo ningún acto reñido con las buenas costumbres y buenos modales, solamente ingresamos al grito de Perón, Perón, pero no pedimos a nadie que nos acompañe. El que quiera venir que lo haga, el que quiera quedarse también que así lo haga. Yo soy Secretario Asistente del General Armando Berdaguer, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (hacía unos días que había renunciado, pero en esa época las noticias no se sabían fácilmente) y he pedido al general que me dé franco hoy por la mañana para llevar a cabo esta manifestación y me ha concedido el franco a condición de que observemos una buena postura y no afectemos las instalaciones de los establecimientos que visitamos. Si quiere, hable por teléfono con el gobernador y pregúntele (era imposible conseguir un teléfono y mucho menos lograr una comunicación con La Plata, en el mejor de los casos podía haber 2 ó 3 horas de demora). Nosotros vamos a continuar y vamos a enfilar para Plaza de Mayo. Si quiere síganos y si ve algún acto reñido con el correcto comportamiento nos lo dice y le prometo que rompemos la manifestación. De lo contrario me voy a comunicar con el General para decirle que estamos impedidos de seguir adelante y si me pregunta las razones le diré que se comunique con la Seccional 28º de Policía. Por el contrario, al mediodia yo me encuentro con el General y le diré que tuvimos buena colaboración de parte de la Seccional 28º.”

    Si el General se llegaba a enterar de esto, hoy es el momento que estaría todavía preso en la Isla Soledad o en las Horcadas del Sur.

    Y seguimos la marcha. Fuimos a la fábrica de medias Carlitos en la Avenida Amancia Alcorta entre Pasaje Oncativo y Avenida Vélez Sarsfield, Acá salieron fácimente otras 500 personas. Seguimos a la fábrica de Alpargatas Grafa en la Avenida Alcorta, cerca de la vieja cancha del Club Huracán, entramos a una textil de varias plantas que estaba en la Calle Santa Cruz, cercana al Hospital Muñiz, recorrimos varias plantas y el infernal ruido de cientos de máquinas textiles trabajando cesó como por arte de magia y solamente se pasó a oir el grito de Perón, Perón.

    Al salir ya no podía calcular cuantas mujeres nos seguían pero eran varias cuadras. Continuamos a la fábrica de manteca Dayrico, a la fábrica de Cigarrillos Condal, Hospital Muñiz y otras fábricas y por último una gran curtiembre que había en Parque de los Patricios, donde después de pasar por la Sede del Club Huracán retomamos la Avenida Caseros para dirigirnos a Plaza de Mayo.

    En Caseros y Pichincha frente a la cárcel de Caseros, frente a la Plaza Santa Cruz y al Hospital Muñiz, la Avenida Caseros hace una especie de loma que desciende hacia Parque de Los Patricios y después de unas 10 cuadras vuelve a retomar una subida, así que la vista es amplia y se puede ver a gran distancia, entonces yo me separo, me paro sobre la vereda y observo la enorme cantidad de cuadras que están llenas de gente que nos acompaña. Me vuelvo y le digo a los amigos y a mi hermano que van a la cabeza “traemos a la rastra como 20 cuadras de gente”, y así continuamos por Pichincha, Belgrano hacia Plaza de Mayo.

    Por ahora, lo termino acá, Hay algunas anéctotas jugosas, su queren leerlas en otra oportunidad lo seguiré. Si ustedes lo piden, lo haré. Chau. Tito