Me llamo Sabine Scho y nací el 1 de septiembre de 1970 en Ochtrup -una pequeña ciudad cerca de Holanda-, no me gustó el jardín de infantes y superé la escuela primaria sin contratiempos. Terminé con el bachillerato dentro de los plazos estipulados y con eso pude haber elegido alguna carrera con números clausus, en lugar de eso me inscribí en Filosofía y Lengua alemana en la segunda mejor universidad, ya que la Academia de arte no me quiso y nadie le pregunto a Filosofía y Lengua alemana si me que querían.
¿Alguna vez quise ser poeta? Nunca. Probablemente no me he convertido en una, pero he escrito algunos poemas al parecer, ya que me han dado premios por ellos, aunque sean con una dotación pequeña y/o compartidos y becas, algunas fabulosas, pero pocas. Nunca pensé que los otros escribieran mejor que yo, pero los otros son mucho más trabajadores. Eso lo admito.
Mi madre le preguntó una vez a la maestra de la escuela primaria, si nunca nos daban tareas para la casa. La maestra perdió los papeles, diciendo que sí las teníamos, “pero yo no veo nunca a nuestra Sabine haciendo ninguna”, no es muy bonito cuando te tiran a la sartén de esa manera, pero no puedo recordar que alguna vez yo en la escuela haya destacado por haber hecho mal los deberes, lo que he olvidado es cómo los hacía. Entre tanto me temo que si, que era notorio que no los hacia, sino alguien me habría premiado ya por todos los libros no escritos. Uno se mantiene así, terco, en el premiar solo a los que todavía escriben libros. Eso me parece un poco injusto, a pesar de que no me siento inactiva- y además hay dos libros míos, publicados por kookbooks: Álbum y Colores, bonitos como la nada, bien escritos e ilustrados, que más quiere una.
El demonio de la auto sorpresa es mi acompañante pertinaz, cuando no me tortura con más que nuevos estudios de debutante. Preferiría sentarme al piano y tocarlo bien y solamente poder tocar el piano. Ejercitar debería ayudar. Desde que hay blogs, se ejercita y se debuta mucho, eso se me acerca y no lo llamo trabajo, a pesar de que he hecho cosas ya. También puedo buscar durante horas sinónimos y he respondido ya a todos los test del Faceboock. Visto desde todos los puntos de vista, en realidad soy una persona ineficiente, que se desperdicia y desperdicia su tiempo con placer. Si no juego World of Warcraft de mañana a noche es porque no puedo y el que hoy viva entre São Paulo y Berlín se debe a que puedo hacerlo y eso a su vez lo ocasiona un ser de fábula, que lo puede todo, todo lo que yo no puedo y eso es mucho, por eso lo ocupan y yo debo ocuparme conmigo misma, me interno en São Paulo, en lo que aquí todavía se lee y se ve. ¡Bom divertimento!
Hola Sabine, primero que nada te saludo
después me dejaste pensando sobre los premios y como ellos reconocen la producción básicamente. Me desataste una serie de dudas o auto cuestionamientos que paso a compartir contigo:
¿Se puede premiar algo más que no sea la producción? Supongo que la trayectoria, pero generalmente esa trayectoria supone una acumulación de productos dignos de ser recordados o resaltados, no se premia un producto en si, pero si la historia de producción de una persona.
Otro momento en que se premia a algo, es por ejemplo por un logro deportivo, un record o descubrir, llegar, pensar algún lugar o cosa que nadie pensó. Premiamos la originalidad, aunque esta signifique o radique en un descubrimiento que va a ser sufrir a miles de personas.
Me quedé pensando de que otra manera premiar- incentivar, reconocer- a la gente que no sea por lo que produce.
No sé, sigo pensando…