Nunca he escrito con una pluma buena y en papel caro. Cuando uno de mis antiguos compañeros de piso se presentó en el departamento en el que vivíamos, con una vieja Olivetti y dijo: solo “con” (no “en”) ella puedo ser creativo, me reí de él. Para mí escribir no es un fetiche, no lo escenifico, no soy dependiente emocional y no tuve que empezar a hacerlo para autosatisfacerme. Podría perfectamente hacer música en la calle o cualquier otra cosa, a partir de la cual se produzca comunicación y se genere la admiración mínima necesaria – a solas: ese es mi pensamiento salvavidas. El alemán de estructuras conservadoras (yo) quiere una pensión y una casa en la que criar a sus futuros hijos. No quiero tener que ocultarme aquí, voluntariamente, debido a una falsa espontaneidad globalizada.
Una vez intenté sentirme como un escritor. Tenía 18 años y cumplía con el servicio civil, en una finca antroposófica para minusválidos, en el norte alemán, sin la visita de las musas. Me senté con vino tinto, lápiz y papel en el balcón con vista al campo abierto y escribí un Chanson socialista, que identifiqué como “mierda” a los tres días de haberlo escrito. El que me haya postulado con esa canción y otros chansons a una plaza en la carrera de “escritura creativa y periodismo cultural”, que en Alemania tiene la estreñía función de formar escritores, es algo que todavía no puedo explicarme. Por qué lo intenté un año más tarde, después de que la comisión de admisión la primera vez catalogara las canciones socialistas de “mierda” y de “lírica de casa de cura protestante”, tampoco.
Desde entonces ha corrido mucha agua por el Rin (Sólo escribo esto para molestar a la traductora. Ajajá!) Los Chansons se han quedado atrás, el socialismo se ha puesto del lado de “por el momento no realizable”, solamente ha quedado el control de calidad del editor, afilado por los estudios. Pathos falso, fallas a la vista, sujetos aburridos o conceptos histéricos- con un poco de distancia, tampoco se me escapa nada en mis propios textos. Por el contrario, incluso es posible que desilusiones determinantes, según cuan viejos sean los textos, mejoren con la distancia, hasta que convertirse en lo que en este momento considero sobrenatural.