Soy algo así como

Y acá va una forma de presentarse que ya me llena de dudas. Toda presentación es una idea errónea y verdadera sobre sí mismo. Asi que podemos decir y dudar al mismo tiempo que mi nombre es Gabriel Calderón y que vivo en Montevideo, Uruguay, dónde soy director de teatro, dramaturgo, actor y lo que pinte. Lo que pinte no porque me da lo mismo todo, sino porque en primer término uno no le hace asco a nada, aunque no me gusta comer pescado y sí le hago asco, pero si de trabajar se trata, allí voy. El tiempo y la autocrítica van diciendo si el camino es el correcto o no. Ya me aburrí, me cansé, esta presentación se está cayendo a pedazos, varios ya han dejado de leer, de leerme, incluso yo ya me cansé de leerme, estoy escribiendo sin leer lo que pongo, un pecado mortal, una mentira. Así que soy algo como esto y a la vez, no.

Tengo 27 años y crece año a año, pero como dice Chejov “soy un viejo de 90 años en el cuerpo de un joven” es una postura, un personaje más que una verdad, pero con el tiempo la postura impuesta se ha convertido en mi verdadera postura natural y el personaje se come poco a poco a la persona y ya no sabemos si el joven tiende al viejo o el viejo tiende al joven, no sabemos si aquel joven calderón se hace el viejo o este calderón viejo agarra posturas de joven. Algo puedo decir, me gusta mi país y adoro vivir en él. No es una postura patriótica ni nacionalista, pues no creo que mi país sea el mejor lugar para vivir ni que el ser uruguayo sea una ventaja o un mérito, todo lo contrario, creo que el que nació acá está bastante cagado por la suerte, pero en mi caso, es lo contrario, para mí es una suerte, yo estoy contento, para decirlo de alguna manera, no me conforma pero me satisface, podría vivir así un buen rato. Este país es una rareza, un experimento, un proyecto. A alguien se le ocurrió que debería haber un país, que no éramos lo mismo que Brasil y Argentina y allá se mandaron, y las hordas de historiadores saltan en coro a decir que ser uruguayo es una identidad muy importante, que no somos lo mismo, que no somos un accidente. Pero que querés que te diga, no niego la voluntad y el idealismo que movió el nacimiento de este país, pero tampoco me deshago del todo de la idea casuística y accidental, la sensación de que hay mucho de accidente, lo digo mientras miro un noticiero argentino por mi tele uruguaya y por la calle pasan una serie de personas formadas en una cuerda de tambores que repiquetean toda la tarde del domingo. Aquí estamos, en un pequeño pedazo de tierra del mundo, en paz, tratando de entender que tenemos de diferentes mientras nos reconocemos iguales a todos; arquitectura europea, sangre charrúa, cultura afrodescendiente, ideales franceses, italianos, televisión americana y asi el mundo de la globalización se mete a más no poder adentro de mi cama y de mi cara. Y sí, soy así, soy esto y todos los días cambio un poco, mucho, algo y algo, hacer algo, pensar algo, crecer algo, se vuelve tan importante… como dice un cantante uruguayo llamado Fernando Cabrera “Lo poco que hagamos vale cortar la nada”.

no más comentarios