¿Qué sería lo primera que pensaría si me invitaran a hablar de Historia? Que me sabe a pudín de menta y relleno de chocolate, porque la menta me abre las vías respiratorias hasta el mismísimo cielo y el chocolate me envicia sin control alguno. ¡Ay, suspiro! La Historia me seduce, me amedrenta, me enamora, me maltrata… y no tengo más remedio que reconocer el poderío de su existencia. La historia de los últimos nueve años de mi país la he tenido que vivir de bien lejos, devorando noticias que aparecen a borbotones en la Web, llamando por teléfono a mi madre para corroborar datos, verificar fechas, almacenar hechos. Eso de que ojos que no ven, corazón que no siente es una pamplina mayúscula cuando se trata de historia. A mí la historia me sabe a pudín de menta y relleno de chocolate, porque la menta me abre las vías respiratorias hasta el mismísimo cielo y el chocolate me envicia sin control alguno. No puedo sino concederle a mis compatriotas que están en la Patria, la ventaja de la ubicuidad: ell@s están allá, yo estoy aquí, pero soy tan boliviana como ell@s y desde donde estoy lo proclamo. Me niego a resumir la historia de mi país en un par de líneas, sería impuro; pero me tienta salvajemente decir que la nuestra es una historia de despojos a colores, de egoísmos ancestrales y arrogancias grotescas y monstruosas; sin embargo creo que en los últimos diez años el país ha remontado ciertos retrasos que nos hacían ver siempre el mismo y endeble norte, el mismo rosario de quejas y sinvergüenzas en el poder. Se han desempolvado también otros muchos rezagos que tanto nos hunden como nos inmovilizan. Pero estoy convencida de que se trata de otra Bolivia, con otros protagonistas y un guión que sigue a ciegas –en muchas escenas–al verdugo de la improvisación… ¡es cierto!, es así y con todo, no puedo sino abrir más los ojos y creer que todo esto está pa sando de verdad en el país, que al fin ha cambiado algo, que el Evo está donde está muy a pesar de los “doctorcitos” y los blancoides de siempre. He aquí mi ventaja de ubicuidad: la imagen de Bolivia desde afuera ha dejado de ser la postal de la llamita blanca y el indiecito “paspado” y poto pelado ante la majestuosa imagen del Illimani; Bolivia no es sólo la chompa a rayas del Evo; aquí se habla de Bolivia y no sólo para comentar una catástrofe medioambiental o la Masacre de Porvenir, Bolivia ha empezado a existir con nombre propio y una polémica sugerente, así… haciendo historia de la que vale, se siente y se defiende.
Gracias por la publicación!!! Fue toda una sorpresa 😀