No creo en despedidas. Ya he pensado en el siguiente blog, en poner en marcha un propio blog, ¿por qué no? Quizá acceda a otros planos, productivamenten, difusionalmente, social, económica, sexualmente. Muchos de las colegas a las que sigo (Nikola, Rery) y los colegas (Herndorf, Winkler, Melle, Glaser, Ambros Waibel) alimentan más o menos consecuentemente sus propios blogs. Como escenario para ensayos e instrumento de marketing, como cata de texto pública, que más tarde será publicada de otra manera (es decir a la manera antigua, en papel). Además pronto será el futuro.
No creo en las despedidas.
Me he sentido a gusto aquí.
La luz era clara, también era claro el nervio en el hombro descendiendo hasta la mano. El nervio enerva. Clara la belleza de las muchachas más lindas, aunque iluminara en cualquier dirección menos hacia mi. Ayer vi una película.
Antes de que pudiera quejarme, de que ella me había dejado por cuarta vez, estábamos en una iglesia arreglada, sobre el parqué de madera clara. Sin cruz, sin bancos, sin altar, nada. Entonces llegó la música y bailamos.
Todos nos abrazamos. Mario puso una canción para bailar. Todos llevábamos gafas de sol. Tengo el derecho de hacerte saltar. El presidente anorexico nos abrazó, los sindicatos nos hablaron, las mujeres no querían nada y nosotros todavía tampoco, pero las invitaciones se sucedían desde todas partes del mundo.
Gracias a nosotros algún día los partidos de fútbol serán eliminados.
Tengamos fe en que hacemos lo correcto. Creamos que somos capaces de transmitir al mundo los deseos de nuestra clase. Creamos que un nuevo inicio será hecho.
Los nombres de los sobrevivientes
videos desde las profundidades, mensajes de sobrevivencia,
el se casará dentro de poco en un túnel intacto,
si es que ha ido a hacer joggen (taparse los oídos y correr lejos),
El escríbia poemas a lo largo de días y se los enviaba a su mujer embarazada (quiero leerlos),
llevaba un diario de los sucesos desde el desastre (también),
él es fan de fútbol.
Su mujer ha anunciado que va a recibirlo con la camiseta de su equipo.
El jefe de los implícitos trajo estabilidad al grupo.
Mineros, compañeros, tuvieron siempre la mejor reputación entre los trabajadores. La gente sobre la basura no le interesa a nadie.
Distintas unidades se adelantes y se rodean entre ellas.
No me gustan las despedidas. Las cámaras nos apuntan, tomo a mis seres queridos entre brazos y digo, ya nos vemos. Si no es aquí en otro sitio.