Leo para que me importen las cosas

Hay días en que todo me me parece aplastante e inútil y sólo me importa el café, la comida, el abrigo, ver el tren que pasa a lo lejos sin pensar quién transita, quién habita, quién sufre o sonríe por las ventanillas. Cedo a la tentación de que no me importe nada, levantar los hombros, pensar en lo ridículo. En esos días no escribo, sino que leo a David Foster Wallace.

DFW, como lo llamamos entre mis amigos en correos llenos de referencias y anotaciones, se provocó la muerte en Septiembre del 2008. Un mes después se suicidó exactamente de la misma forma un compañero de mi infancia. Recuerdo ir leyendo el artículo largo, duro y obligatorio en la Rolling Stone, llorando en un vuelo de ida, y destruida por la muerte de una parte de mi vida, en el camino de vuelta. A pesar de mi paralizante miedo a volar, esos han sido de los vuelos más tranquilos, porque se me hacía evidente que había muchas cosas peores que la caída libre desde treinta mil pies de altura.

Quizás por eso mi relación con DFW siempre tendrá ese lado triste, oscuro y depresivo, adicto y desesperado. Los salones mal iluminados donde los alcohólicos repetimos afirmaciones chuecas, los paranoicos solitarios que viven con todas las ventanas cerradas, las formas brutales en las que nos autodestruimos. Pero no sólo para mi, sino para varias personas que conozco, sus ensayos y sus novelas han sido brillantes fuentes de inspiración, un mapa de ruta para comprender la experiencia Norteamericana y sobre todo, un recordatorio de por qué nos deben importar las cosas.

En el 2009 leí Infinite Jest, un tomo hipertrófico que arrastré con energías por las calles de Ámsterdam y que leí como sustituto a interactuar con la gente. Una turista que con su acto incómodo de leer un libro tan gordo está diciendo, querido Ámsterdam, me gustan tus cafés, pero me interesa más lo que pasa en una academia de tenis imaginaria en la costa Este de los Estados Unidos. Amé cada una de las 1079 páginas, cada tortuosa nota al pie, cada referencia oscura, cada diagrama geométrico incomprensible. Un espejo de cada persona con la que no hablé.

No me sentí mal. En esa entrevista , la del avión, había aprendido que ser tímido básicamente significa ser tan “self-absorbed”, tan absorbido en tus propios intereses y pensamientos, que se te hace difícil estar con otra gente.

David Foster Wallace me ha lo ha enseñado todo con su didáctica atolondrada, su capacidad para ilustrar detalladamente cosas que uno preferiría no saber. Uno de sus textos más citados es su discurso a la clase del 2005 en Kenyon College, el único texto que le recomiendo a los que no se quieren meter en problemas. DFW dijo en ese discurso que el tipo de libertad que de verdad importa es el que toma atención, conciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaz de cuidar y querer a otra gente y de sacrificarse por ellos una y otra vez, en una variedad de formas triviales, pequeñas y poco sexys, todos los días.

También me enseñó que la ironía y el cinismo postmodernos no son necesariamente buena política al escribir ni al hablar ni en nada. Que se han vuelto un fin en si mismos, una forma de ser un escritor cool y muy listo. Que hace tiempo la ironía y el cinismo pudieron ser formas de denunciar las cosas que no eran lo que parecían, los modelos de la sociedad de los 50s y los 60s. Pero qué hacemos después de denunciar, de abrir las cosas por la mitad y mostrar sus verdaderos contenidos?

Escribir sin cinismo es algo que me toma trabajo todos los días, como planchar la camisa del uniforme de la escuela, como lavarse bien los dientes de atrás. El ejercicio de escribir para Los Superdemokráticos ha sido parte de ese esfuerzo metodológico, de ejercitar la sinceridad aunque nos deje desnudos, solos, y sinceramente tratando de cambiar las cosas.

Guardaré estos artículos para leerme a ver cómo era yo en esta época de misterios. Por ahora no me siento particularmente ciudadana de ninguna parte, particularmente involucrada con ninguna causa, ni particularmente yo misma. Ando a ciegas y no estoy sola, somos muchos los que andamos tanteando el piso, buscando las huellas que nos trajeron hasta donde estamos. Desafortunadamente se me esté acabando la fuente finita de material que alguna vez escribió David Foster Wallace, o que alguien más escribió sobre él. Quizás cuando lo termine de leer habré encontrado mi justo lugar en la normalidad de los días, viendo pasar el tren de lejos, pero ahora si, haciendo adiós con la mano.

6 comentarios sobre 'Leo para que me importen las cosas'

  1. Fantastica dice:

    Me encantó tu texto. Yo estoy igual, despojada de identidades y ciudadanías anclandome con pura lectura…

    Spandeutsch (Marcela):

    „Ich bin begeistert von deinem Text. Mir geht es ähnlich, jeglicher Identitäten und Staatsbürgerschaften beraubt, verankere ich mich durch die reine Lektüre…“

  2. Liliana Lara dice:

    Querida Lena,
    Creo que la belleza de tu voz escrita radica en ese querer “escribir sin cinismos”. Cuánta razón hay en eso de que la ironía y el cinismo son ya una pose, un lugar común. Todo el mundo escribe igual! (yo caigo de vez en cuando en esos vicios) Lo que tu escribes es diferente, bello y devastadoramente sincero porque está escrito desde otra parte. Me dejas muchas ganas de leer a DFW, pero sobre todo de seguir leyéndote!! No dejes nunca de escribir!!!

    Un beso !!
    Liliana

    Spandeutsch (Marcela):

    „Liebe Lena,
    ich glaube, dass die Schönheit deiner geschriebenen Stimme in diesem „Schreiben ohne Zynismus“ wurzelt. Wie viel Wahrheit ist in der Aussage, dass Ironie und Zynismus schon eine Pose, ein Allgemeinplatz sind. Alle Welt schreibt gleich! (ich verfalle hin und wieder diesen Lastern). Was du schreibst, ist anders, schön und zerstörerisch schlicht, weil es von einer anderen Seite her geschrieben wurde. Ich habe jetzt große Lust, DFW zu lesen, aber vor allen Dingen, dich weiterhin zu lesen!! Hör niemals auf zu schreiben!
    Liebe Grüße
    Liliana“

  3. Karla dice:

    oh Lena…que gran cariño te tengo solo porque escribís así.

  4. Juan Murillo dice:

    Lena, no sabés la sensación de cercanía y hermandad que me produjo tu texto. Me doy cuenta, con gran alegría, que hay gente que de verdad a leído a DFW y no sólo escuchado anécdotas suyas en la prensa. Me alegra que haya alguien con quién compartir el dolor de la muerte de quien para mí es el escritor más importante de nuestra época, alguien a quien no puedo dejar de ver como el hermano mayor que no tuve, dándome consejos sobre cual es la forma en la que vale la pena vivir la vida. Me alegra enormemente que sus consejos informen tu manera de escribir y de vivir. En fin, me alegró mucho tu nota.

    En este momento estoy en proceso de leerme su tortuosa obra maestra, Inifinite Jest, deslumbrado por un talento que de tan genial parece casi imposible.

    Aquí te dejo mi propio link a su discurso de Kenyon College:

    http://depeupleur.blogspot.com/2009/07/el-sentido-de-la-vida-david-foster.html

  5. Gio Castro dice:

    Gracias Lena por tu escrito…valoro tu esfuerzo y tu alto nivel de conciencia para salir de lo obligatoriamente común…