Voy a contar la historia de un cantante: mi vida como Superdemokratico es un episodio de Californication. Vivo como si el almanaque no existiera. Cuando comencé a escribir para el blog mi corazón era una postal desde Idaho. En el trayecto se me ha jodido el parque de lo lindo: se me jodió la laptop. HP me la secuentró durante varias semanas. Y el retraso de la entrega de textos volvió loca a mi traductora y a Rery, quien tuvo que hacer de jefa y me amenazó: Eh, morro, si no cumples, no habrá más travestis para ti cuando vengas a Berlín. Entonces, se encendió la alarma. Medio escribí unos textos que le parecieron flojos pero otros le latieron. Aunque a veces me puse abajo en el marcador, puedo afirmar que se trata de un empate. Además de mi trabajo de 8 horas de oficina, los tiempos de entrega de reporte de la beca que me dieron para escribir el libro de cuentos Confesiones de un despachador de pollo frito me estaban tragando. Sumemos que en medio de este proceso sufrí una mudanza. Mi escritorio se quedó en la antigua dirección y era incómodo escribir en una mesita que me hacía empinarme como si estuviera todo el tiempo sacando de un pozo agua de tlacote. Y como cereza del pastel se me vino encima la corrección de pruebas de mi nuevo libro que salió ayer jueves: La marrana negra de la literatura rosa. Y como nunca falta un extra, a principios de octubre Fernando Vallejo estuvo en mi ciudad para ofrecer una conferencia, y yo era el encargado de levantar todo el rancho.
Vallejo piso Coahuila y todo salió con madres. Mientras tanto yo me dedicaba a contestar las preguntas de una chica de chile para el libro que se editó sobre el festival de novela en Barcelona, en el que me encuentro ahora. La noche en la que Fernando visitó el norte, me fui en compañía de unos amigos a un café y a las nueve de la noche un cuatro tipos entraron a ejecutar a un sujeto. Escuchamos los disparos y nos tiramos al piso. Juntó a mí estaba Edgar, mi súper bróder. Le pregunté si estaba bien y no me contestó. No encuentro la manera de describir el vació que se creó dentro de mí. Para mi suerte se cortó con una botella y auqnue sangraba escandalósamente no lo alcanzó una bala perdida.
Todo lo anterior sucedió en los meses en los que acepté formar parte de la plantilla de los Superdemokraticos.
Barcelona, España, 10 de octubre de 2010
Ya sabía yo que eso del pollo frito tenía su trasfondo! Ojalá pueda leer las confesiones del despachador!
Puh, Carlos! Du hast es überstanden. Jetzt kommt die große schreckliche Leere ;-).
Saludos muchos.