Garabateé como siempre muchas cosas en mi cabeza, en papeles, en el celular y en la compu antes de empezar a escribir esta despedida. No sabía si la mejor estrategia era hablar de lo que sentí durante todo el proceso de trabajo junto a ustedes, o si debía hacer un balance de la época, como un cronista calvo que da cuenta de los gritos que vienen desde la calle, desde mi cuadra. Dejar constancia de que acá, en el sur, las cosas se mueven como nunca para todos lados. Anotar que “la cultura de Buenos Aires explota y florece gracias a que las nuevas generaciones ya no tienen los miedos que nos aquejaron a los Superdemokráticos, a los que todavía nos sentimos obligados a subrayar la democracia, el feminismo, el reformismo, la libertad individual, sexual, de pensamiento, de prosa, de caminata nocturna sin militares sangrándonos como a nuestros padres, pero que sí debemos sufrir el peso de los dedos señalándonos, dedos amigos, vecinos, dedos dedeándonos”. De cualquier forma, no soy como ese mago enmascarado que revela sus trucos al finalizar el show, así que no estoy obligado a elegir tales recorridos argumentales, prefiero lo espontáneo.
Mi ego ha sido brutalmente golpeado en los últimos años por una serie de fracasos, de desaciertos y de pérdidas. En parte causas y en parte azares, me fueron llevando a una especie de estado de emergencia constante que me ha hecho transitar por terrenos de dudosa consistencia. Así que cuando los Superdemokráticos me convocaron para trabajar, por primera vez en mucho tiempo me sentí feliz, realizado, comprendido, y sobre todo, reconocido. No sólo me daban un ingreso económico que me permitía solventar algunos gastos mundanos imprescindibles, sino que a la par me regalaban la libertad de escribir lo que mis cojones cantasen. La mecánica era tan atractiva que parecía imposible: “Agustín, tenés que escribir como quieras sobre temas que conciernen a la vida contemporánea”…el sueño de un escritor hecho realidad…recordé inevitablemente a Bukowski cuando limpiaba las ventanas del LA Times pensando en la injusticia de que sus opiniones políticas hubiesen sido reducidas a un estropajo con vinagre y lavandina. Mis diminutas letras iban a ser leídas por tantos tan lejanos…realmente fui feliz…Pero la fugacidad parece ser el elemento común entre felicidades y sueños: camino por la calle con mi amor tomándome de la mano en un sepia perpetuo y brillante, los ojos, el tacto, el olor de la brisa primaveral recubriéndonos de cursilerías hermosas, y al segundo, la lámpara, el colchón, el techo corroído de Baires, la radio risa y la tele carcajada, el desamor, volver a la húmeda realidad de las calles a buscar un empleo honorable que haga sudar mi frente y llene mis bolsillos para poder vaciarlos más tarde.
Toda esta experiencia ha sido sumamente rica y novedosa para mí. Me siento como un tipo que se coló en un casamiento sin conocer a nadie: ¿viene de parte del novio o de la novia?…mmmmm…de la novia, soy el primo del sur…venga que ahora están saludando y seguramente desean verlo…no se haga problema, después voy….El sueño, insisto, siempre termina. Pero nadie puede robarme ya el recuerdo del vals, de los sanguchitos de jamón y queso, de elaborados platos calientes y fríos, de una carne chamuscada al amanecer, del culito antojadizo de una tía ya entrada en años. Alguna gente nos habrá descubierto secretamente, otros habrán visto en nosotros, en mí específicamente, a ese primo del sur, y algunos, muy pocos, seguramente otros colados como yo, se hayan reído o asombrado con la metáfora, con los chistes, con los excesos, con los momentos lacrimosos:
Éste es el último párrafo que escribo, lo sé mientras tipeo, golpeo las letritas y no quiero despertarme…ya no hay más texto en mi cabeza ni en la punta de los dedos…se va…se va…chau!…los quiero mucho…que no se corte!!!…muchas gracias Rery, Marcela, Nikola, en serio, muchísimas gracias!!!!!
¡Debes destruir las relaciones posesivas! ¡Mátalas! ¡Míralas como si ya no existieran!
¿Pero también debo matar a mis padres? – preguntó el novicio.
¿Quiénes son ellos para ser perdonados? – respondió el Maestro.
Y a usted, Maestro -dijo el novicio – ¿también debo matarlo?
El Maestro sonrió y dijo, “No te preocupes, no queda lo suficiente de mí como para que
me pongas las manos encima.”.
Las enseñanzas de Xu yun
Éstos fueron mis aportes a los Superdemokráticos:
1-Siempre fui un observador comprometido con las emociones
2-Las calles, nuevamente
3-17 de Octubre de 1945
4-Cuerpos digitales I
5-Cuerpos digitales II
Tensiones iluminadas
7-Telescopios y microscopios
8-La globalización es Internet
Supongo que ya te he contado que uno de mis sueños recurrentes es que tengo la capacidad de mover las cosas con la mente, lo tengo desde niño, por lo que cuando lo vuelvo a soñar ya no me sorprende, conozco tan bien la sensación que me paso el sueño disfrutando de mis poderes, a veces sabiendo que estoy soñando esquivo los peligros que puedan despertarme. De pibe estaba seguro de que si podía alcanzar la misma sensación lo iba a lograr despierto, apenas me despertaba buscaba cualquier objeto cerca y me quedaba un buen rato intentado mover lápices o vasos. Hace poco lo volví a soñar, ya no intento buscar la sensación al despertar, pero de curioso me metí en internet a buscar personas que dicen tener la capacidad, obviamente encontré hasta cursos para desarrollarla y un blog de personas contando sus hazañas telekinéticas. Me parecieron un grupo de personas frustradas, necesitadas de la mentira para cubrir enormes faltas del ser alguien o ser capaz de algo, estoy seguro que ninguno soñó nunca lo que yo, si no no tendrían que inventar tantas pelotudeces. Espero que tu sueño se haga recurrente y te de paz y ego para seguir deleitándonos con fantasías de ser despierto.