Paraísos perdidos

Porque ya sabía yo lo que iba a sucederme, intenté posponer lo más posible las páginas finales. Pero anoche no pude más y terminé de leer El arpa de hierba de Truman Capote. Siempre me pasa lo mismo: cada vez que termino de leer una novela (o de ver alguna de las miniseries que se han vuelto mi perdición) me sobreviene una suerte de melancolía. Tampoco se trata de ponerme dramático: es una vaga sensación de vacío que se me quita en cuanto lavo los trastes de la cena o suena el teléfono.

Pero esa vaga sensación de pérdida viene a cuento aquí porque el fin del relato me arroja a un presente que por un momento descubro sin sentido. Digamos que el tiempo de la narración es un tiempo histórico: avanza, va hacia adelante. Así, cada vez que termino de leer una novela o llego al final de una miniserie, experimento en pequeña escala lo que algunos han llamado el fin de la Historia, esa otra narración. Sí, por supuesto que estoy exagerando. Y por supuesto que a un gran libro se puede volver siempre, pero también hay que decir que eso no es consuelo: el libro se ha vuelto parte del propio pasado y se vuelve a él como se vuelve a un viejo lugar conocido: un paraíso perdido.

Eso no me pasa con la poesía. Un poema exige que se vuelva a él una y otra vez. Entristecerse porque se terminó un libro de poemas sería como entristecerse porque se acabó un disco. Ridículo. Un disco que podemos volver a poner cuantas veces queramos: tal es un libro de poesía. El tiempo de las canciones es el tiempo de los poemas: el tiempo cíclico, es decir, mítico, de lo que siempre vuelve. Por eso, en cuanto soporte, el disco me parece asombroso: hace suyo el tiempo cíclico: es circular: gira. Y uno pone siempre la misma canción.

Hace varios años leí con entusiasmo a María Zambrano: debo confesar que cada día me gusta menos. Sin embargo me sigue pareciendo fascinante su interpretación del Génesis. Para ella el pecado original es el haber caído en la trampa del futuro. Dice la serpiente: “…y seréis como dioses”. El asunto radica en el tiempo de la conjugación verbal. Adán y Eva caen en la trampa de la idea de un futuro mejor, es decir, en la lógica del progreso, y lo que pierden es la plenitud del instante, es decir, el paraíso. El tiempo se escinde: nace la noción de un futuro y por lo tanto un pasado. Tal es el comienzo de la Historia.

Sí, cada vez que termino una novela es el fin de la historia, pero también el comienzo: la expulsión de un paraíso. Y me encuentro una y otra vez en el mismo lugar: un presente vacío al que debo de inventarle un sentido para volverlo tolerable (nada que ver con la plenitud del instante), es decir, hacerlo ingresar en la historia, volverlo narración: ¡qué pereza! Entonces prendo la tele.

5 comentarios sobre 'Paraísos perdidos'

  1. Leo Felipe dice:

    Excelente texto. Sin desperdicios. Abrazo Superdemokratico.

    SpanDeutsch (Barbara):
    Ein ausgezeichneter Text. Ohne Schnickschnak. Eine Superdemokratico-Umarmung.

  2. Liliana Lara dice:

    Jajaja! Una maravilla!
    Me quedo viendo la tele contigo!

    SpanDeutsch (Barbara):
    Hahaha! Großartig!
    Ich schau auch lieber Fernsehen mit dir!

  3. Òudi-Ló dice:

    Arpa, arpa, arpa.

    SpanDeutsch (Barbara):
    Harfen, Harfen, Harfen.

  4. Luis Felipe Fabre dice:

    Queridos Leo y Liliana: ¡Muchas gracias por sus comentarios! Nos seguimos leyendo. Abrazos.

    SpanDeutsch: (Barbara)
    Lieber Leo, Liebe Liliana: Vielen Dank für eure Kommentare! Wir lesen uns!

  5. Tilsa Otta dice:

    muy bueno.
    arthur c clarke decía que “el futuro ya no es lo que solía ser”, tal vez recordó el paraíso y se perdió. sólo queda aguardar la siguiente temporada…

    SpanDeutsch (Barbara):
    Sehr gut.
    Arthur C. Clarke sagte, dass “die Zukunft auch nicht mehr das ist, was sie mal war”, vielleicht hat er sich an das Paradies erinnert und sich darin verloren. Man kann nur die nächste Saison abwarten…