Enterradme en una bolsa de “Pan Ruso”

El texto más universal que he leído nunca, empieza así: “taaccctaaccctaaccctaaccctaaccctaaccctaaccc …“. No trata sólo de una historia familiar en un siglo, sino la de la vida orgánica en este planeta. Diciéndolo como lo diría Arno Schmidt y su lenguaje desde las entrañas: un piqueeeeño=reservado UNI-Verso:al se-cuencia varonilgenética. Si se separa morfológica y visualmente el texto en taaccc-taaccc-taaccc-taaccc-taaccc-taaccc-taaccc, arranca entonces de forma tan convencional como cualquier vida o cualquier canción conocida: con una frecuencia de golpes. Los expertos en genética le leerían así, tal vez: Tee ah, ah Zeh, Tse-Tse, Tea, Atze, Cece y así, en adelante.

En el posterior desarrollo épico del texto se aprecia que las secuencias se repiten con frecuencia, a menudo con tanta que a uno ya le suena eso (algo que hoy en día sólo se le permite a las canciones o a la lírica: ni en las instrucciones de uso se puede hacer demasiadas veces la misma recomendación al cliente, hasta que lo entendiera). Pero quien cuente la Historia del mundo desde menos de cuatro dimensiones, no puede evitar las repeticiones. Vale, sí, ya lo dijimos al comienzo de la expedición superdemokrática.

¿Qué hace de este texto algo tan universal? Cada uno de nosotros lo lleva consigo. Cada ser humano lo ha llevado consigo. Todos los que habiten este mundo lo llevarán consigo. Y compartimos mucho más que lo que nos separa. Poniéndonos en el lugar de los demás, el texto resulta un juego infantil para cualquiera de nosotros. El texto no muestra ninguna pasión y nos muestra a dónde pertenecemos y a dónde vamos; y comprendiendo el texto más allá nos enseña que el color de la piel, los ojos y el pelo de un ser humano apenas se distinguen entre sí y que las propias historias religiosas y culturales son una cosa muy inestable. Sin embargo, el texto es pedante cuando retrata las relaciones humanas, es rencoroso, no olvida nada, aunque haya pasado mucho tiempo. Es el guión y la cámara, todo en uno. Y ante cualquier escepticismo, hoy lo sabemos: el papel que cada uno de nosotros interpreta es real al menos en un 50%. Por fin un texto que nos califica y que no nos ofrece ninguna discusión posible.

Nunca ha conseguido un texto agrupar a tantos hombres bajo un mismo techo, sin discriminar ni a uno solo de ellos ni insultarlos. Un texto global, pero muy diferente, general y original a la vez. Un texto duro que nadie quiere criticar ni corregir. Un texto sobrio que persigue la sobriedad y busca la expresión clara. ¡Oh, por favor, enterradme en una bolsa de “Pan Ruso”! Con sus letras reescribiré mi próximo genoma con amplitud épica. Tal vez arranque con un subidubi o con un Érase una vez. Y si tengo suerte, con este texto veré de nuevo la luz de un mundo apropiado para el manuscrito. Ade, Superdemokráticos.

Traducción: Ralph del Valle

5 comentarios sobre 'Enterradme en una bolsa de “Pan Ruso”'

  1. Liliana Lara dice:

    ¿Cómo es una bolsa de pan ruso? ¿Por qué allí?

  2. Emma Braslavsky dice:

    http://www.worldofsweets.de/out/pictures/z1/301433g_z1.jpg

    Eine der vielen Marken, die Russisch Brot verkaufen.
    Liebe Grüße!

  3. Liliana Lara dice:

    A mí que me entierren viva allí y no haré más que comerme todas esas letras! Son de chocolate?? Bellísimo tu texto, como siempre!