Quizá fue debido a nuestra inconformidad. Para nosotros siempre fue claro que la literatura no es un asunto del papel, sino una fuerza social. A mitades de los años ochenta, nuestra inconformidad era concerniente a la realidad del socialismo de Europa oriental, el cual nos quería prescribir qué verdades políticas tenían lugar en nuestros textos, y cuáles no. Así nacieron las reuniones de los miércoles de Leipzig, en las que en recintos privados, discutíamos textos cuya publicación fue obstaculizada o prohibida por el Estado. Nacieron proyectos como el Unsichtbare Theater, el teatro invisible (el cual llevaba temas ocultos a la vida cotidiana de la urbe Leipzig), y, cuando una vez el Ministerio para la Seguridad del Estado nos detuvo, leímos poemas en voz alta (la poetisa Jayne Ann Igel y yo) en los pasillos de la policía, mientras esperábamos ser interrogados, hasta que nos quitaron los libros –y continuamos recitando todos los poemas que nos sabíamos de memoria… No es casualidad que muchos de los que asistían a dichas acciones literarias, hicieran parte de los primeros manifestantes de Leipzig en el otoño revolucionario de 1989.
A mitades de los noventa continuó en Berlín: Nuevas realidades generan nuevas alianzas. De los salones y las funciones en el restaurante Walden, propiedad de la familia, salieron nuevas redes de activistas literarias. En 2004, la Berliner Literarische Aktion, la acción literaria de Berlín, se convirtió en una “asociación registrada”, hecho que facilitó la obtención de dineros para proyectos, pero lo que al mismo tiempo significa mucha burocracia (sin recibir plata). Además de los salones regulares (nuestro (unser Literatursalon am Kollwitzplatz, un salón de literatura en la plaza Kollwitz es un punto de contacto para artistas de todo tipo), surgieron diferentes proyectos insólitos. Especial eficacia revela actualmente la Literatur hinter Gittern, la literatura tras las rejas, en la que junto con famosos escritores internacionales, visitamos diferentes prisiones para llevar a cabo lecturas y talleres con los prisioneros. Al comienzo íbamos solo esporádicamente a las cárceles grandes para hombres en Berlín, más tarde también a la legendaria penitenciaria de Moabit, o a pequeñas cárceles para mujeres y a la correccional de menores, lo que al principio encontró gran resistencia. De ahí se originó un programa que debido a la gran demanda, está en marcha todo el año. Más de un funcionario penitenciario fue reconociendo paulatinamente el sentido del proyecto y ahora se une muy dispuesto y de manera voluntaria, cuando reunimos escritores famosos internacionalmente con este especial público. Las energías que fluyen en un evento literario en una cárcel son tan excepcionales, que el interés entre los escritores de leer en las prisiones es entretanto tan grande que no podemos cumplir todos los deseos de los “candidatos”. Claro que en la cárcel no hay nada más que ganarse que el respeto de los prisioneros- y los gastos para la organización de esta clase de eventos son considerablemente más altos en que los de las lecturas “libres”. Nuestro modelo es, entre tanto, muy pedido en Gran Bretaña, Irlanda del Norte, Italia, España, Grecia y Chipre, y hace parte de los proyectos europeos de cultura a largo plazo en las prisiones.
Todas nuestras acciones giran siempre en torno a debates intelectuales directos con resultados prácticos para todos los participantes: Para esto inventamos siempre nuevas formas. La literatura como comestible, como combustible para la maldita cultura en la que vivimos… por eso me alegró mucho cuando hace poco el grupo chileno Casagrande de Santiago me invitó a escribir el prefacio sobre su proyecto Bombardeo de Poemas Sobre Berlín del verano de 2010. Entre las cien mil poesías de jóvenes poetas alemanes y chilenos, que fueron arrojados desde un helicóptero en el barrio Mitte de Berlín, había uno de Roberto Yañez, el nieto de Margot Honecker (aquí su articulo por Los Superdemokraticos). Aquella ministra de Alemania del Este de no muy buena fama, que nos hizo la vida tan difícil en aquel entonces. El hecho de que Roberto viva como poeta libre hoy en Santiago es maravilloso resultado provisional de las cosas. ¿A lo mejor hasta termina leyendo próximamente en una de nuestras actividades en Berlín?