He regresado a casa borracho / total perdido en camiones de la Ruta Norte / o en taxis amarillo confesionario a las 3 de la madrugada / con choferes que morirán encomendados a San Cristóforo / y arrastraran su caos celular por la cantinas del centro // Llevo una vida de escritura / despacho pollo frito para pagarme la botana rencorosa y amarga / que sirven en el Chalio’s Bar los sábados a las dos de la tarde / Soy un espécimen mexicano / fui un muchacho mexicano / seré un viejo mexicano // Mis ídolos eran Santo y Blue Demon / sobre el ring o en la pantalla del cine Laguna / mientras me bebía mi refresco marca Pep // Reuní 44 figuras de Star Wars / mi favorito era Han Solo // Vendí chicles en los camiones Campo Alianza / para complacerme lonches, gigantes de aguacate / en el mercado más pobre de la ciudad // Tuve una niñez confusa / por las tardes compraba un litro de tequila San Matías / para mi abuela que era alcohólica desde los 17 años // Crecí en el Mercado Alianza / donde ella tenía una pozolería / su clientela eran los borrachines de la cantina El mar rojo // Me he internado en el desierto / para comer peyote / y me tatué dos coyotes en el brazo derecho // Recorrí el país de raite / obligado a oír el parloteo incesante de los traileros drogados // He viajado de polizonte en el tren que va a Ciudad Juárez / estuve a punto de morir de hipotermia en la sierra de Chihuahua // Me he enfermado de salmonelosis / por entrarle a los tacos de tripas en la esquina de Matamoros y Acuña / me he enfermado de tifoidea / por cenar tortillones de con don Lolo a las 2 de la madrugada // Me gusta caminar por calles llenas de fábricas abandonadas / por la prolongada avenida a espaldas de la central camionera // Yo también he recorrido a pie las vías del tren // He compartido cerveza con desconocidos en lotes baldíos // He presenciado los peores partidos de béisbol de la Historia en el estadio Revolución // He contemplado el lecho seco del río Nazas llenarse de agua por primera vez en muchas vidas / lo he visto desde el Cristo enorme que habita la punta del Cerro de las Noas // He deambulado por todas las cantinas de la ciudad / bares, teibolsy antros gays // Una vez viví con una mujer // Me fui de pinta por los billares del barrio // Mi juventud fue Daydream Nation // He oído la música de todos los conjuntos norteños que se reúnen afuera del Gota de Uva // He dormido en las bancas de la alameda // Me he peleado en las cantinas / Me he vestido de negro / y cantado corridos de Cuco Sánchez / Qué ojos, qué piernas y qué cuerpos los de las mujeres de mi ciudad / Qué cantinas / el Perches, el Reforma, la Filomena / el Águila de oro / el Versalles / el Chava club / El otro paraíso // Y he chocado un carro que no es mío // Sé que moriré de cáncer / Y no me importa // He leído todas las leyendas obscenas inscritas en los baños del Mercado Juárez / yo he escrito algunas / y he descubierto que México no es un país de estreñidos // Leo los cables de las torres eléctricas / los arbotantes constituyen el esqueleto de la ciudad / los semáforos las arterías // Oigo a la patria en las cantinas / en cada botella sin destapar // Leo la palma de mi mano como quien embalsama un muerto / en el anfiteatro del hospital universitario // Y aún creo en el amor a oscuras // Sufrí por un amor anoréxico // Soy un mexicano // No tengo visa ni pasaporte // Llevo una vida de escritura // Escribo con las llaves de la ciudad en la mano // Y quizá no conseguiré nada / ni entradas para el cine / ni pastillas para dormir // Y quizá no llegaré a ninguna parte // Pero como todos / conservaré mi derecho a desaparecer.
demoledor