El país de los debiluchos

Escribo desde un país que me protege en todo el mundo de malas experiencias, a mi, niño burgués de centro izquierda, (todavía) cercado por la suavidad del algodón. Nunca he sido discriminado, al menos no deliberadamente y mucho menos por mi raza, cultura o mi nacionalidad. Alto, delgado, blanco y bien vestido en realidad me va bien en todo el mundo – esa es al menos mi experiencia hasta el momento. Todavía no he fracasado frente al portero de ningún club, todavía no se me ha negado ninguna membresía e incluso la Homeland Security de los Estados Unidos me saluda aburrida. La cúspide de la discriminación en mi vida fueron algunos pinchazos anti- alemanes de un estudiante de intercambio noruego. En todo el sentido de la palabra: ¡Un chiste!

Lo que saludo y aprecio de este país, me parece en las preguntas sobre la sensibilización contra la discriminación como un maleficio: A los alemanes alemanes (es decir a los niños blancos hijos de padres alemanes y nietos de abuelos alemanes) nos parece imposible no estar en el lado soleado de la vida- a menos que voluntaria y conscientemente nos decidamos por la pobreza y la ilegalidad, pero en ese caso no tiene que ver con discriminación, sino con estupidez y adicción a la experiencia.

¿Decir que a través de la no discriminación evidente, soy doblemente discriminado es un sofismo? La frase “también yo quiero sentirme discriminado alguna vez”, con la que empezaba la primera versión de esta colaboración, lo sé, va demasiado lejos. Sin embargo me parece que encierra el punto decisivo frente al debate que se desarrolla en este momento en Alemania sobre la integración de los inmigrantes musulmanes: ¿Cómo puede comprender el promedio de los “alemanes de origen”, como son llamados ahora por algunos, abarcar, entender qué significa ser discriminado por su procedencia, cultura o color de piel? ¿Cómo puede alguien que pertene a una idiosincrasia y a una raza que parecen protegerlo en todo el mundo, contemplar la situación de aquellos que no encuentran entrada a esa cultura o lo que es peor, que les es negada la entrada?

Sin la experiencia de una discriminación cotidiana, solo puedo imaginarme cuan impertinente puede parecerles a los afectados que ahora en este país, aquellos que discriminan al colectivo de inmigrantes musulmanes de golpe empiecen ellos mismos a hablar de “discriminación” cuando son fuertemente criticados – no solamente desde las filas de esos inmigrantes- La experiencia de una verdadera discriminación por religión, cultura o color de piel, compartida por todos los habitantes del país, asfixiaría la sublimación de la cultura, la ruptura de tabús, ese “bueno uno debería poder decir…” en sus germenes.

Hasta que lleguemos a eso (algo que no puede suceder, sería una paradoja) uno tendrá que volver a decir que los “alemanes de origen” burgueses son unos debiluchos ignorantes, a los que les haría bien que alguién en algún momento los discrimine- mientras esa gente (nosotros) se arregla con su su soberbia- y los convierta en una minoría que se integra difícilmente.

traducción Rery Maldonado

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