El mundo se quedó alelado ante las imágenes de la destrucción. Viendo una y otra vez al mar furioso arremetiendo contra las costas de Japón. A la tierra en el Japón vibrando, a los edificios agrietados, al humo de la central nuclear, al miedo en el rostro de la gente. Todos sabíamos que esto podría pasar. Es el miedo más grande que tenemos los habitantes que vivimos cerca de uno de los 486 reactores nucleares que están repartidos por la tierra y los medios de comunicación desde entonces, no han hecho otra cosa que bombardearnos con diapositivas a tiempo real de una de nuestras peores pesadillas.
Un creyente habría dicho en otro tiempo, que los designios de dios son inescrutables. En el desastre de Fukushima, más allá de las deficiencias humanas, las personas no tuvimos realmente injerencia alguna. ¿Qué hacer ante la naturaleza embravecida? Frente a ella nada nos salva, nunca nos ha salvado nada. Frente al rugido de los elementos, volvemos a nuestra condición de simios más desarrollados, aunque nosotros le damos a la inteligencia más valor que al tener alas o colmillos o caparazones, que eventualmente quizá nos protegerían mucho mejor que nuestra piel delicada de los designios adversos.
La soberbia se ha convertido en la insignia del progreso. La modernidad es una e indivisible según los bancos, que son los que especulan con nuestro futuro y eso a pesar de las fábulas que hemos inventamos los humanos, a pesar de los himnos y las banderas. A los peces contaminados por las más de 11.600 toneladas de agua podrida que se han vertido en el Atlantico, nadie les pregunta si son japoneses y cuando hablamos de globalización, pensamos en primera linea en economía. Parte de ser un ciudadano en el mundo es poder tomar una Coca Cola hasta en el último pueblo de los Andes.
En Europa, Italia es el único país industrializado libre de energía nuclear. La energía que le falta se la compra entre otros a Francia, según el Foro de Industria Nuclear Español, el país que más apoya este tipo de energía. En Alemania el rechazo entre la población es prácticamente general, aunque la verdad es que las empresas que la producen son las que más clientes tienen, porque la ofrecen más barata. En España la dimensión que ha adquirido la crisis económica, hace que a poca gente se le ocurra cuestionar seriamente los beneficios para la industria de la energía atómica. En Chile pasa lo mismo. Entre las imágenes de Fukushima pasó prácticamente inadvertida la noticia en Alemania, de que Obama había visitado ese país para firmar un acuerdo de cooperación nuclear.
A diferencia de Europa, la mayoría de los países latinoamericanos no cuentan con plantas nucleares. Comparativamente hablando los países menos desarrollados, son los que tienen los territorios más extensos de naturaleza salvaje y son además los que más bio diversidad atestiguan.
También bio diversidad humana. Solamente en Bolivia conviven 36 naciones con sus respectivos idiomas y su escala de valores. La industrialización de lo que queda del mundo, pavimentar las calles, construir edificios, „civilizarnos“ con el mismo instinto ignorante, o la misma visión de progreso unidimensional de nuestros mayores, no puede ser la alternativa. El simple hecho de que la CDU apoye la idea de bajarse de la energía atómica hasta 2020, a mi me da que pensar. No los considero capaces de un cambio tan súbito y rotundo, me parece simplemente sospechoso.
Hace unas semanas fui a una lectura donde Dominic Johnson, el redactor para África del taz -el diario más importante de la izquierda alemana- , presentaba su libro „Afrika vor dem großen Sprung“ (Africa ante el gran salto). El único negro del público, le pregunto porqué se refería a los blancos africanos, aunque estuvieran mezcladitos, como si pertenecieran a una raza ajena a la suya. „Die weiße“, como si esas élites fueran distintas, porque no lo son. En la pregunta me pareció entender esa afirmación y en la respuesta confundida del autor, un alemán buen tipo que va sin zapatos, que a veces es muy difícil mirarse en colectivo al espejo. Ponerse en el lugar del primo y asumir el parentesco en las estructura sociales.
¿Y si la solución para una vida decente estuviera en hacer sostenible lo que tenemos? En humanizar nuestro entorno y colaborar a que no se rompa ni se destruya más. Dejar de invertir en nosotros mismos solamente y en cambio, asumir la responsabilidad de haber estado expoliando a otros pueblos, de haber estado imponiendo una noción de progreso basada en un crecimiento económico que no es sostenible y en el egoísmo con el que administramos nuestra ciencia .
Al parecer, uno de los aportes indigenistas más importantes a la nueva Constitución Política de la República Plurinacional de Bolivia, en nuestras cuatro lenguas oficiales, es el concepto del „Vivir Bien“.
El artículo 8 de la CPE establece que: „El Estado asume y promueve como principios ético–morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).“
Es difícil de entender, ya que aunque aparentemente los 25 postulados para el Vivir Bien sean muy simples, para los occidentales o los occidentalizados o los blancoides implicaría asumir algo así como una postura budista. Se trataría en resumidas cuentas de aprender a ser felices con lo que somos, con lo que tenemos y con lo que han hecho nuestros mayores. De bueno y de malo.
Quizá a estas alturas de la capa de ozono, en este momento de calentamiento global, posiblemente no tenga sentido pensar en el país de uno solamente. En el espacio todos formamos parte del mismo e insignificante punto azul.
Les damos la bienvenida a todos a un nuevo año de Los Superdemokraticos. Este mes nuestro tema será: la energía atómica y gracias a nuestro escritores invitados les traeremos visiones completamente distintas al rededor de los usos y los abusos de la energía.
No sé si para que nos entendamos como una especie más en el planeta y no como sus dueños –y destructores– absolutos hemos tenido que pasar por Hiroshima, Chernobyl, el lodo radioactivo en el Danubio, Fukushima y lo que se acumule. Ojalá que lo entendamos. Si no, no quedará quizá nadie para contar la historia de nuestra necedad. Saludos ahora en este espacio.
SpanDeutsch (Barbara):
Ich weiß nicht wozu wir uns als eine weitere Spezies auf diesem Planeten sehen und nicht als seine absoluten Beherrscher – und Zerstörer. Wir mussten Hiroschima, Tschernobyl, den Giftschlamm in der Donau, Fukushima und seine Folgen erleben. Hoffentlich werden wir es verstehen. Denn wenn nicht, bleibt möglicherweise niemand mehr übrig, der von unserer Torheit berichten kann.
Bis dahin, Grüße in diesem Universum.