La lección de los gatos

Caracas sangrante. Obra del artista plástico Nelsón Garrido.

La semana pasada, en una de mis tantas caminatas por la universidad, vi a un gato. Sus cuatro patas se apretujaban en la base del cuerpo, cual florero, mientras la cola se movía con lentitud como una voluta de terciopelo. Un gato normal y corriente, se diría, de no ser porque le faltaba la tapa de los sesos. Percibir esto y salir corriendo, fue casi un impulso eléctrico. Sin embargo, la dignidad con que el animal aguantaba su situación me obligó a voltear y al menos mirarlo con detenimiento.
Los días siguientes no me pude quitar de la cabeza la imagen de aquel gato con su cerebro al aire libre. ¿Lo habría atropellado un carro? ¿Habría sido el resultado de una pelea con un perro? No lo pude saber. Pero más me inquietaba el hecho de que yo mismo me hubiera impuesto la tarea de enfrentar ese dolor.

Una semana después me tocó viajar a la ciudad de Maracaibo, al occidente de Venezuela, para asistir a un encuentro nacional de Escuela de Letras. Yendo a la presentación de un libro, por la avenida 16 Guajira, vimos una aglomeración de gente en la acera, un autobús atravesado en la vía y el cadáver de un muchacho con los sesos regados en la calzada. Esta vez ni siquiera sentí el impulso de voltear el rostro y más bien traté de descifrar la escena mientras nuestro carro avanzaba. Al día siguiente, 16 de julio, el periódico La verdad publicaba la noticia. El muchacho tenía 19 años, se había lanzado desde el autobús porque un delincuente estaba atracando a los pasajeros de la unidad. El muchacho cayó mal entre la acera y la avenida y el chofer no pudo evitar arrollarlo con las ruedas traseras del autobús. El delincuente sólo portaba un cuchillo de mesa. Esto y la muerte del muchacho provocó la ira de los pasajeros quienes atraparon al ladrón, lo ataron a un poste de luz y comenzaron a golpearlo. Por fortuna para éste, en ese mismo instante el carro de la alcaldesa de Maracaibo pasaba por el lugar y así se pudo evitar el linchamiento.

Podría pensarse que la imagen del gato me estaba predestinada para atenuar la impresión de ver el cadáver del muchacho. Este pensamiento es peligroso: conduce a la idea de que existen dolores más importantes que otros, o que se justifican porque trabajan en función de otros. El presidente Chávez, por ejemplo, ha tenido que padecer cáncer para compadecerse con algunos presos políticos que también sufren esta enfermedad y que desde hace más de un año habían solicitado en vano el derecho a recibir un tratamiento médico.

La tragedia de vivir bajo un gobierno personalista es que los problemas del país se ordenan según las preocupaciones de uno solo de sus habitantes. La violencia y la inseguridad, hasta ahora, no han entrado en los desvelos presidenciales. Tal y como lo demuestra el Libro Inseguridad y Violencia en Venezuela. Informe 2008 (Alfa, 2009), la tasa de homicidios se triplicó en los primeros diez años de gobierno de Hugo Chávez, hasta alcanzar cifras inéditas para la historia criminalística del país. De 4.550 homicidios registrados en 1998, año de la campaña electoral que llevaría a Chávez al poder, pasamos a 13.157 homicidios registrados sólo en el año 2007.

Estos números, desde entonces, no han hecho otra cosa que multiplicarse. El fin de semana que transcurrió del viernes 22 de julio al domingo 24 de julio de 2011, sólo en la ciudad de Caracas se contabilizaron 54 asesinatos. Ese mismo fin de semana, el gobierno anunció los resultados del análisis de los restos de Simón Bolívar. Y se comprobaron dos cosas importantes: en efecto, esos eran los restos de Bolívar y, lo más importante, es que está muerto. Las pesquisas de los científicos señalan alguna enfermedad difusa como causa de la muerte del Libertador. Hugo Chávez, sin embargo, como lo afirmó en cadena nacional, no está convencido. El presidente de Venezuela insiste en que al prócer de la patria lo asesinaron.
Bolívar murió en 1830. Y 181 años después, Chávez se acerca a la resolución del caso. Si Bolívar ha tenido que esperar tanto tiempo, ¿qué les cuesta a los más de cien mil muertos por homicidio que se han registrado durante el gobierno de Chávez esperar un poco más? Cuando se trata de los héroes, el resto de un país son cuatro gatos.

no más comentarios