¿Estás seguro?

Hemos llegado, a Caracas. El aeropuerto, delante del agua, está cargado del aire húmedo-caliente del Mar Caribe. La ciudad de 6 Millones de habitantes está hacia el interior del país, frente a una cordillera que también podemos ver desde la terraza de nuestro hotel. Ahí las nubes forman coronas de aire sobre las cumbres, mientras a nuestro alrededor palmeras oscilan en el viento y el tránsito hace ruido. Idilio natural versus urbanidad. A las 5 a.m en la alborea de mi Jetlag, escucho un pájaro trinar, un extraño ruido ajeno entre edificios. ¿Cómo sobreviven los animales entre concreto y escape de gas?

Debería aprender de ellos, pues el primer día tuve un pequeño shock cultural y estoy algo insegura, sobre todo por las medidas de seguridad, que nos fueron comunicadas para movernos en esta, presuntamente la cuarta ciudad más peligrosa del mundo…sólo visitar ciertos barrios, no estar en la calle después de las 10pm, mejor tomar taxi, casi todos tienen vidrios oscuros, no aceptar pedazos de papel o tiquetes de extraños, quizás están empapados en la droga burundanga, que te quita la voluntad, no apretar el bolso, sino llevarlo suelto, joyas y relojes costosos mejor dejarlos en casa. Así se crea una atmósfera de desconfianza, en la que cada ciudadano es el potencial enemigo del otro.

Cuando fuimos de compras a la zona peatonal de Sabana Grande, era la atmósfera asombrosamente relajante. Aquí una pequeña impresión del Dolby Surround de caracas:

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Una cosa sí es clara: Caracas necesita otra política de transporte, por ejemplo: fines de semana libres de carros, carril especial para los buses y taxis, catalizadores y otros precios de la gasolina (en este momento llenar un tanque de 60 litros cuesta 50 centavos de euro). ¡Por una circulación libre!

Traducción: Natalia Guzmán – Apartes del texto en alemán

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