“Lo respeto, si. Es una pena no poder tenerle cariño”
seguramente lo que piensan muchos escritores del boom sobre Jorge Luis Borges
Estaba en Bolivia cuando le otorgaron el premio Nobel a Mario Vargas Llosa, fue el día en el que empecé a escribir este artículo para Los Superdemokraticos, en el que pretendía contar cómo estaba viendo y viviendo mi país, después de casi dos años de no caminar sus calles. Siempre me ha costado mucho cambiar el enfoque de un texto y la verdad es que yo pensaba hablar sobre mi abuela. Soy lenta de reacción, que vamos a hacerle y el mundo me sorprende. Nunca pensé que vería a Vargas Llosa recibiendo el Nobel – no se lo dieron a Borges, que es un genio, por tener ideas parecidas-, además han pasado 20 años desde que el último latino se ganara el trofeo y con seguridad ha pasado pocas veces que Bolivia sea mencionada en un acto de estas características. Así que aunque lleve varios días de retraso con este texto, estoy segura de que esta pausa de reflexión ha valido la pena. Yo también llevo a Bolivia en las entrañas y me resulta difícil ponerla en exposición.
A lo largo de los últimos años, sobre todo al principio del cambio, como va a conocerse la época Morales, mucha gente como yo, apoyó abiertamente el proceso revolucionario que se está llevando a cabo en mi país. Muchas de las propuestas y de los slogans del presidente Morales eran acertados -son acertados- era fundamental reconocer en el parlamento a nuestros pueblos indígenas, la pluralidad de nuestra población y es un signo de madurez en el electorado, el hecho de que haya sido posible este cambio a través del voto. Como Vargas Llosa, opino que la democracia es el mejor sistema de convivencia, porque se basa en el libre albedrío de los ciudadanos, de los individuos y no en discursos nacionalistas huecos. En Bolivia las cosas no están bien.
Más allá de las declaraciones de buenas intenciones, para que un gobierno sea considerado demócrata es necesario que además de respetarse el voto de los pobladores, se respeten las leyes que posibilitan la convivencia. El caos que lleva consigo el vacío de poder en el Poder Judicial del Estado Plurinacional de Bolivia -como nos llamamos ahora- es tan grande y el abuso del poder Ejecutivo tan evidente, que podemos hablar efectivamente de miedo entre los pobladores. Nuestro parlamento -prácticamente sin oposición al partido de gobierno- despacha leyes a diario como churros. Leyes ambiguas, en muchos sentidos contradictorias a nuestros códigos e inapelables, dado que no contamos con un Tribunal Constitucional digno de llevar ese nombre. También están las leyes hipócritas. El paquete que presentó el presidente boliviano en la cumbre de Cancún hace una semana en supuesta defensa de la Pachamama y de los pueblos indígenas, no se corresponde con los paradigmas de progreso con los que sigue conviviendo mi país. Un progreso que no respeta la pluralidad de cosmovisiones no se ha descolonizado. Entre tanto soy consciente de que la plurinacionalidad con la que el presidente justifica todos sus actos, deja quizá más indefensos a los pueblos indígenas que no son andinos, de lo que lo han estado en los últimos 20 años de democracia. Quizá el ejemplo más radical para ilustrar esta afirmación sea la represa hidroeléctrica que se ha hecho en la Argentina, que ha dejado sin posibilidad de subsistencia a comunidades enteras de indígenas en el Chaco boliviano y sin posibilidad de réplica. El gobierno boliviano tiene planeada una represa igual en la cuenca del Amazonas, sin mencionar nuestro plan de energía nuclear en colaboración con Iran.
La oposición esta siendo perseguida. En 2010 la „judialización de la política“ se ha convertido en la punta de lanza del gobierno de Evo, tanto en contra de los „opositores corruptos“ como en contra de nuevos líderes que podrían perfilarse de cara a las elecciones de 2014. El proceso contra Luis Revilla, el joven alcalde de la ciudad de La Paz y una de las figuras más reconocidas del Movimiento sin Miedo -en la actualidad el único partido de izquierda democrática con derecho a usar esos adjetivos- es simplemente una vergüenza. Por no hablar del machismo institucional, el narcotráfico y el contrabando. El socialismo del siglo XXI como lo entiende el gobierno del presidente Morales, devuelve a mi país al siglo XIX en lo que se refiere a los derechos civiles de la población en general.
Estoy de acuerdo con Vargas Llosa en que la democracia de mi país es más o igual de payasa de lo que eran sus antecesoras, con la diferencia de que el gobierno actual intenta por todos los medios ponerle freno a la opinión libre. La nueva ley anti discriminación, más allá de su nombre políticamente correcto, es un atentado a la libertad de expresión. Considero que la respuesta de los gobernantes de mi país a las declaraciones del escritor peruano son un claro ejemplo de su talante. Demuestran claramente que Evo Morales no lee ni escucha la prensa, solamente reacciona a las críticas a su persona. Sus declaraciones tendenciosas sobre el supuesto racismo de Vargas Llosa frente a los pueblos indígenas de la región es deplorable, más si se tiene en cuenta que quién habla es un escritor latinoamericano criollo, que está haciéndose responsable en nombre de todos los que somos como él, por los 200 años de postergación y en muchos países, del holocausto de comunidades indígenas enteras. Los responsables de lo ocurrido son nuestros abuelos -uso el plural porque yo también soy criolla, es decir culpable, aunque prefiera definirme como occidental andina, rompiendo así con la tradición déspota que caracteriza a mi gente, sin negarme a mi cultura-.
Estoy segura de que el Estado Plurinacional de Bolivia es resultado también del trabajo de muchos abuelos que creyeron en los valores occidentales de la Ilustración y como Vargas Llosa pienso que la literatura tiene una función mucho más importante para nuestras sociedades, que la educación o el entretenimiento. Sin la fe en que la literatura es responsable íntimamente de la construcción de utopías individuales y así de la pluralidad de ideas, para empezar no existirían ni escritores ni Estados Americanos. Eso también es lo que entiendo en el discurso de Vargas Llosa y en lugar de Evo, yo personalmente hubiera criticado más y mejor su posición cómoda frente al modelo económico neo liberal. La libertad de comprar no puede seguir siendo la más importante en occidente. No es ecuánime criticar únicamente a los fanáticos que estallan por los aires, sin detener ni un segundo la vista en los Berlusconi, los Sarkozy y los payasos que representan a los verdaderos domadores del circo. Toda la barbarie de nuestra cultura.
Cierro la boca y aprieto los párpados. Quisiera no ver nada ni entender nada, pero qué remedio, es la verdad.
Saludos,
Ana Rosa
rery, que lucidez en tu texto. es tal cual lo que esta sucediendo. y lo que es gravisimo es que la gente esta con miedo, y cuando el miedo le gana a una sociedad, la cosa este jodida.