[10.04.10 17:13:25] Nikola Richter: Estas ahí?
[10.04.10 17:14:10] Rery Maldonado: si, con café y tabaco.
[10.04.10 17:16:26] Nikola Richter: ¡yo tengo chocolate y té. Todos productos coloniales!
Una pequeña cita de nuestra primera conversación para Los Superdemokraticos. Nosotras chateamos, hablamos por el Skype, telefoneamos y nos escribimos mails con casi 30 personas en 12 países: con autores, traductores, diseñadotes de páginas Web, inversores y socios. Esto puede sonar quizá muy moderno, muy flexible, pero una comunicación de este tipo, en varios idiomas, no es fácil. Estamos ahí todo el tiempo, dos mujeres en algún lugar, en dos zonas horarias: entre el “tiempo central europeo” y la señal internacional de radio “Panamericana”, que emite entre las doce del medio día y las seis de la mañana. Nosotras hacemos una revolución desde la cocina y la sala, como nuestras abuelas.
Igual que casi todas las personas de nuestra generación somos seres del Internet. Nosotras trabajamos, nos divertimos y nos informamos online. También nuestro intercambio intelectual tiene a menudo lugar en la red, sin jerarquías, simplemente en el mundo, con amigos en Abu Dhabi, Brandenburgo, Neukölln o Cuba –mientras se mantenga la conexión, mientras conozcamos nuestros perfiles en Facebook, Twitter, Google, etc. ¿Cómo funciona en esta situación de comunicación la participación ciudadana? ¿Donde se congrega esta ciudadanía conectada a la red? ¿Pertenecemos a la misma civilización? ¿O la civilización no es otra cosa que un producto colonial?
Lo primero que los latinoamericanos contrabandearon en la colonia fueron mercancías relacionadas con la imprenta, sobre todo las primeras novelas, obras de ficción que al principio fueron prohibidas por la iglesia. Las personas tenían que aprender los valores cristianos a partir de la Biblia. Lectores que escogen qué es lo que quieren leer son peligrosos, porque empiezan a poner en tela de juicio su realidad. Así se constituyeron hace doscientos años las repúblicas independientes latinoamericanas.
Es posible que esto parezca lejano en el tiempo y en la geografía, sin embargo sigue marcando nuestra percepción a ambos lados del Atlántico. Con este blog bilingüe queremos construir una nueva alcaldía, algo que todavía no existe. Queremos saber, si los menores de cuarenta años, afines a la red, jugadores de Supermario tienen respuestas parecidas a preguntas cotidianas sobre la historia, la intimidad, la participación política y la globalización. Hemos escogido, de entre más de doscientos postulantes, a los veinte autores que nos acompañaran entre el 11 de julio y el 11 de octubre con sus ensayos cortos sobre estos temas –comercio justo intelectual en un superdemocrático “cronotopo cero” alemán- latinoamericano-.
Ese “tiempo espacio cero” resume de igual manera la inexistencia de tiempo y espacio en la red, como la distancia física de muchos migrantes. Queremos conseguir dentro de nuestro partido literario: Los Superdemokratios, una conversación real en iguales condiciones. En un tiempo caracterizado por la ausencia de las utopías sociales, son las utopías del individuo las que cuentan más y el narrar, documentar, el decir y el escuchar formará parte de la acción política. Nosotros entendemos al individuo como un recurso sostenible del medio ambiente – en el blog se producirá un mosaico de las experiencias subjetivas del citoyen.
Sin embrago mientras todo tenga lugar solamente en la red, no se producirán cambios concretos. Por eso hemos creado una Kooperativa virtual, a la que se puede inscribir cualquiera gratuitamente, para colaborar con su trabajo intelectual y su acción, no importa desde qué lugar. Siguiendo esta lógica organizaremos Sommersalons mensuales en Berlín, trabajando conjuntamente con distintos proyectos culturales, grupos de música y colectivos de djs. Nuestro objetivo final es dinamitar guetos mentales, para que no podamos decir más: “los alemanes no saben bailar, los latinos si”.