¿Qué tan alemana soy?

Paisaje de la Alemania central en difuminación.

Soy alemana Este adverbio me suena absolutamente normal, lo tengo que poner en formularios, eso dice mi pasaporte, me define. Pero cuando pienso en lo que hay de alemán en mí, comienzo a cavilar. Desde ya, llevo dos semanas pensando en lo que podría escribir al respecto. Sobre Alemania, sobre mi país. ¿Mi país? ¿tu país? ¿ningún país? ¿el país de quién?. Mis antepasados vienen de Bohemia, de donde viene la pilsen, hoy es una parte de la República Checa. ¿Soy alemana porque me gusta ser puntual? Los finlandeses también lo son. Como col con gusto, pero los coreanos también. Además me gusta el Döner Kebap, una comida con antecedentes migratorios[1]. Vivo en Berlín y amo esta ciudad, pero Berlín no es Alemania. Los restos del muro, los veo camino a la estación y recuerdo cómo de niña viajaba de la RFA hacia Berlín occidental por las vías de tránsito permitidas por la RDA en un Opel Kadett con mis padres (“desde hace poco tiene un Opel”[2]) y cómo podía mirar la puerta de Brandeburgo en el oriente, desde la plataforma de observación puesta en occidente. Allá en el oriente, aún en el verano de 1990 y sobretodo en el campo, se saludaba a los hermanos y hermanas alemanes con : “café y tortas gratis para los Wessis[3]”. Que lindo ¿cierto? Alemania no es precisamente famosa por su hospitalidad.

Como alemana ¿Quién soy yo? Me tengo que mirar desde afuera, siendo parte de una „cohorte“, como dicen los sociólogos. Desde allí me percibo a mí misma como poscolonializada por las potencias de liberación después del 45.

En la clase de historia de la escuela aprendí en gran parte sobre la Revolución Francesa, la Revolución Industrial en Inglaterra, la Guerra Civil de Estados Unidos y las dos guerras mundiales, iniciadas por Alemania, en especial sobre el Tercer Reich, el Holocausto y los exterminios en Rusia y en Europa oriental. A los 14 años yo miraba en los libros de historia fotos de las montañas de cadáveres en Auschwitz, que se exponían en lugares públicos para la „reeducation“ del pueblo alemán. Como colegiala  hablaba con mis abuelos, que recordaban ver a los trabajadores forzados marchando y fueron ellos mismos prisioneros de guerra, y quienes se reprocharon a sí mismos en los 80´s, con la culpa más grande de su vida, no haber hecho nada en contra de la Alemania nazi y haber permitido esta dictadura mortífera y sin respeto por la dignidad humana. Yo pensaba: soy hija de sobrevivientes, de sobrevivientes simpatizantes de los nazis. Mis padres se ponen agresivos cuando hablo así. Pues mis abuelos eran, naturalmente, buenos simpatizantes. Yo viajé al terminar el bachillerato a Israel, con una amiga judío-alemana y otra alemana-originaria, que confundían con una judía. Hablé con trabajadores ingleses de los Kibutz, con “partypeople” israelitas en Tel Aviv, con vendedores árabes en el mercado en Acre y con peregrinos en un hostal cristiano en Jerusalén. Y pensé: como alemana ¿es la ausencia de paz aquí, culpa mia? En el extranjero muchos piensan que soy de Sudáfrica por mi fuerte acento al hablar inglés. Negar la germanidad es a veces muy agradable. Sobre todo cuando me ponen una cerveza al frente para el desayuno. Ya me ha pasado.

Y si ni siquiera sé quién soy yo como alemana, ¿qué es Alemania para mi y para otros?. Muchos dicen que marca un ejemplo de “superación de la historia” y en la memoria colectiva sirve para no olvidar que el patriotismo se puede convertir rápidamente en arrogancia nacional. Otros quieren volver a vivir su alemanidad normalmente, desde el mundial de 2006 se ve la bandera nacional incluso en los rostros, como maquillaje. Por otra parte hay quienes quieren definir una nueva identidad mutli cultural, condimentada y enriquecida por la perspectiva de los inmigrantes, pues hoy en día un quinto de la población alemana tiene antecedentes migratorios, como se le denomina, pero que los “implicados” quisieran re-componer en antecedentes vibratorios.

Nosotros habemus Papam, tenemos un ministro de Relaciones Exteriores gay y una canciller federal, nuestro liberal ministro de Hacienda fue adoptado de niño, sus verdaderos padres eran refugiados vietnamitas. Atención: ¡diversidad! El estado de bienestar está en muy malestar, la desigualdad social aumenta, la Eurozona esta en crisis. Atención: ¡precariedad! Y yo ya no se nada. ¿Es esto alemán, global o da igual? Cuando miro por la ventana veo hojas marrón en el piso y me doy cuenta de que viene el otoño. En otros lugares empieza la primavera. Y el sol brilla para todos. A veces más y a veces menos. Pero nunca en los colores nacionales. „Alemania somos…“, escribió el poeta Heinrich Heine en 1833, „nosotros mismos“. Y de esto no cayó en cuenta sino hasta que se miró a sí mismo desde la distancia, en el exilio en París. Tal vez esto es muy alemán, tomar distancia crítica de sí mismo. Y cuestionarlo todo…

Traducción: Natalia Guzmán Díaz


[1] Migrationshintergrund: antecedentes migratorios. Término acuñado por el instituto oficial de estadísticas que define a todas las personas que han migrado a Alemania después 1950 y sus descendientes, si los tienen, hayan nacido estos con o sin la nacionalidad alemana.

[2] Dicho popular en los 80s. En alemán moco y Opel riman (Popel/Opel) y al parecer fue un carro que por su costo y accesibilidad circulaba por montones por las calles alemanas.

[3] Wessi : viene de la palabra alemana West, oeste. Se usa despectiva y cariñosamente para definir a los que vienen del Oeste de Alemania. Se opone a Ossi, Ost, del este.

6 comentarios sobre '¿Qué tan alemana soy?'

  1. Liebe Nikola!
    ein Rundumschlag zu deutsc; abwechslungsreich, perspektivereich, unterhaltsam, regt zum Nachdenken an, dein Artikel. Gefällt mir! Deutsch ist eben Vieles, auch z.B., dass ich dir nach dem Lesen gleich antworten möchte! Danke!

    Liebe Grüße
    deine Ingrid

    SpanDeutsch (Natalia)

    Querida Nikola!
    una crítica general a lo alemán, lleno de impresiones, con perspectivas y divertido, invita a pensar tu artículo. Me gusta! alemán es en realidad muchas cosas, también, por ejemplo, el hecho de que yo te quiera responder a penas leo el artículo!
    Gracias, saludos, Ingrid.

  2. Dankeschön! Was ist denn für dich deutsch? Das würde mich interessieren!

    Gracias! ¿qué es para tí alemán? me interesaría mucho saberlo!

  3. Susana Brasi dice:

    Deutsch ist z.B.:
    – sich zu sietzen bis zum Umfallen
    – schrecklich gern darüber zu reden, wo was billiger und günstiger ist als anderswo
    – beim gemeinsamen Essen zu viert, zu acht, nicht in der Lage sein, beim Bezahlen einfach durch vier oder acht zu teilen, sondern lieber “seins/ihrs” bezahlen, weil die eigene Suppe billiger war als die Steaks der Anderen
    – Unpünktlichkeit mit Unfähigkeit zu verwechseln
    und schließlich: sich schrecklich unwohl zu fühlen bei der Vorstellung deutsch zu sein.

    SpanDeutsch (Natalia)
    Alemán es por ejemplo:
    -ustearse hasta el cansancio
    -hablar con un placer horroroso sobre dónde y qué es más barato, que en ningúna otra parte.
    -al comer juntos, cuatro u ocho personas, no ser capaces de dividir la cuenta entre 4 u 8, sino que cada uno pague “lo suyo”, porque la sopa de uno es más barata que la carne del otro.
    -confundir el no ser puntual, con el no ser capaz.
    y por último: sentirse horrorosamente incómodo con la idea de ser alemán.

  4. Nikola dice:

    Hi Susana, du hast Recht, dem Deutschsein schreibt man viele negative Eigenschaften zu. Selbst die guten, die also andere an den Deutschen so klischeeartig mögen (wie Pünktlichkeit, Genauigkeit, Ordnungssinn, Verlässlichkeit), werden ja oft belächelt, weil sie weder Spielerei noch Humor noch Improvisation zulassen. Was ist zu tun? Unpünktlich sein??

    SpanDeutsch (Natalia)

    Hola Susana, tienes toda la razón, a los alemanes se les atribuyen muchas características negativas. Incluso las positivas, o sea las cosas que a otros les gusta de los alemanes de un modo tan kliché (como la puntualidad, la exactitud, el sentido del orden, la fiabilidad) son a menudo motivo de burla, porque no dan espacio para el juego, el humor o la improvisación. ¿Qué se hace entonces? ¿Ser impuntual?

  5. Janusz Lasiak dice:

    Hallo Nikola,

    als Ausländer, Nicht-Deutscher, als Pole – quasi als Aussenansicht – möchte ich Dir kurz umreißen, was mir zu Deinen Gedanken ums Deutschsein auffällt, einfällt – vielleicht ist es ja interessant und im besten Fall sogar ein Gedankenanstoß.

    Was mich seltsam anmutet, ist die Tatsache, dass man sich hierzulande überhaupt Gedanken darüber macht, was “deutsch” ist!? Irgendwie ist damit aber (so mein Eindruck) nicht Staatsangehörigkeit oder Nationalität gemeint, sondern ein Sammelsurium an Eigenschaften, die hoffentlich gut sein sollen. – Warum dieses Buhlen um Sympathie, um nicht zu sagen um Liebe? – Beispiele zeigen, dass es ein “deutscher Charakterzug” schon immer war (Heine) und es nicht nur mit Holocaust zusammen hängt. – Aber die Frage trifft vielleicht (so denke ich) wirklich den Kern: Es fehlt eine deutsche Identität. – Gäbe es sie, würde die Frage gar nicht gestellt, es wäre selbstverständlich, es wäre normal.
    Gerade weil die Identität fehlt, auch ein Selbstbewußtsein als Deutsche/r, wird vermutlich die Frage adjektivisch gestellt: man verscuht sie mit Eigenschaften zu unterfüttern.

    Was ich hier merke, ist auch, dass eine Einheit fehlt (wo gibt es schon eine homogene Gemeinschaft?!). Eher sagen mir die Leute: Ich bin ein Schwabe, ein Bayer, ein Berliner als ich bin deutsch. Sage ich einem Karlsruher, du bist Schwabe, dann ist er beleidigt, denn er ist Badenser und hält sich dafür etwas zugute. Auch ist ein Schwabe mehr auf Spätzla gepolt als auf pluralistische deutsche Gesellschaft. Kürzlich las ich bei einem Metzger (ich lebe in Stuttgart): Fleischküchle 80 Cent, Frikadelle 1 Euro – von wegen Deutsche haben kein Humor:)
    Auch sprechen die Menschen verschiedene Sprachen: (als Ausländer sage ich) die Dialekte sind ein Graus! Aber es scheint auch für Deutsche intern ein Graus zu sein. – Aber ein Phänomen sind tatsächlich in der Sprachgeschichte die Lautverschiebungen. – In Polen alle sprechen gleich: In Stettin genauso wie in Zakopane: das “R” wird gerollt und die Vokale sind kurz. Eine Einheit in der Sprache (womöglich damit auch eine gleiche Denkstruktur) fehlt aber in Deutschland. Wirklich! Ich glaube, ein Schwabe denkt anders als ein Hamburger.
    Aber es fehlt auch eine politische Einheit: Denke an die Duodezfürstentümer bis hin zu den Bundesländern (Leute sagen auch: Landesvater zu Ministerpräsident aber niemand sagt zu Frau Merkel “big Mama”). – Vielleicht erst die Nazis haben mit der “Volksgemeinschaft” eine unterschiedslose Masse (aber homogen) erzeugt – freilich mit Terror und mit Reinwaschen von allen nichtarischen Elemente und mit furchtbaren Ergebnis für Europa.

    Als Linguist interessiert mich Sprache aber auch als kommunikative Funktion. Sie besitzt einen Sender und einen Empfänger. So kann im Ausland, wenn dir jemand sagt, du bist ja deutsch, das sehr schmerzlich vorkommen, weil es ein Begriff ist, der ausgrenzt, auf absolute Weise: Du gehörst nicht dazu!

    Aber hier sind “super-democraticos” und alles “super”, so ist mein Gedanke, vielleicht sollten wir, nein, nicht super, aber “übernational” hier sein. Akzeptanz von Menschen auf individueller Ebene, nicht nationaler.

    Und noch ein abschließender Gedanke in diesem viel zu langen Kommentar: Meiner Meinung würde sich auch einmal eine Diskussion lohnen zu Begriffen wie Heimat und Vaterland. Und allem, was damit zusammen hängt. Vielleicht sagt dann sogar ein Deutsche/r einmal: Ich liebe mein Land!
    In diesem Zusammenhang: so ein Wort wie “Heimweh” fehlt in slawischen Sprachen (natürlich kann man es übertragen – aber nur als Nostalgie oder Sehnsucht, aber das ist eigentlich etwas anderes).

    Viele Grüße, Janusz

  6. Hallo Janusz, ich denke auch, dass wir unsere Identitäten heute als übernationale verstehen sollten; solch eher konservativen Begriffe wie Vaterland (warum nicht Mutter- oder Schwesterland) verlieren dann an Bedeutung. Meine Überlegungen zum Deutschsein sollten das Deutschsein in Frage stellen, aber weniger die regionalen Identitäten (die ich wichtig finde), als die Zuschreibungen von außen und das unkritische Annehmen eines solchen Nationalkonzepts. In meinem Text sage ich ja auch, dass Deutschsein heute wahrscheinlich vor allem bedeutet, dieses kritisch zu sehen. Und das ist doch etwas Gutes, nachdem wir wissen, wohin Nationalismus führen kann und immer noch führt. Übrigens: Ich bin mir sicher, dass sich ein Pole aus Krakau auch als Krakauer von einem Warschauer oder einem Kattowicer abgrenzt. Besonders Krakauer fühlen sich, so weit ich weiß, als Bewohner der insgeheimen intellektuellen, kulturellen Hauptstadt Polens.