Tu personalización de la historia es bien interesante. ¿Qué pasaría si todos pensaramos en la historia como un ser de carne y hueso? Muchas cosas cambiarían, pues una historia de carne y hueso sería un ser con un cuerpo afectivo, con una ética personal de acuerdo a un cúmulo de prioridades que tendrían que ver a su vez con la historia de la Historia, ja ja. Lo más curioso de todo esto es que es así… Nuestra historias nacionales son historias de carne y hueso, historias con cuerpos afectivos y prioridades que las hacen arbitrarias como condición para existir. No hay una historia objetiva, y eso está bien. Pues la historia está escrita por las personas y para las personas. Lo que sí deberíamos pedir, como propuesta de ética política -habiendo saldado el paso inicial de la “historia desidiologizada”, buen chiste…- es no fingir tener una versión única de la(s) Historia(s), y que cada una de las versiones que emerjan dejen la puerta abierta para el diálogo.
La historia llegando tarde, pero además, la historia vaga e irresponsable, entretenida en placeres mundanos, es una excelente imagen. Una imagen digna de una disquisición filosófica. Pero en suma una imagen que lleva hacia el reconocer toda producción humana como arbitraria e imperfecta. La gracia no es buscar la perfección, sino aceptar la imperfección e intentar los buenos azares.
Por último contarte que la nota suspicaz sobre Internet dentro de tu artículo, junto a la referencia a la “mercadería de la historia” me encantaron.
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