Las letras son vitaminas

“Vivir no es una necesidad,
Crear es una necesidad.”
Alexander Search

El desayuno puede repetirse por siempre: fruta picada con cereal y yogurt natural con una espiral de miel. Después de lavarse los dientes y un par de rituales, hacer lo que tienes que hacer (o lo que haces cuando no hay nada qué hacer): la creación, que se despereza y se posa en tu mesa implorando su ejecución; la única lección de dios en la que estuvimos atentos, por supuesto, el comienzo. Empinar la mirada, quebrar la cintura y acomodar ligeramente el retrovisor, vislumbrar el haiku oculto en el desmonte como quien busca el horizonte de mercurio que indica la fiebre. Saludar la magia de abrir los ojos y ver la luz reflectante.

La creación es el ángel blanqueando mis dientes, la poesía implica transmutación de energía, de estímulos e información. Semejante al caso del señor Search, mi existencia sería inconcebible sin ella, define quién soy, me consigue trabajo, me presenta amigos y salvaguarda mi salud mental. Ante tal generosidad me corresponde moderar los escapes y aferrarme a la lucidez cuando decadentes torbellinos de simulacros azotan alrededor arrastrando a su paso abominaciones colosales como Transformers 2. Me duele la chatarra espacial, prefiero enfermarme de sol y propagarlo sin violencia, lo demás llegará por añadidura (cruzo los dedos).

(Los descruzo) Materializando ideas se sacia momentáneamente el ansia de participar en el descubrimiento de un nuevo mundo, de construir castillos en el aire que naveguen entre el imperio del smog y los perfumes inciertos hasta terminar enredados en tu pelo, de dar la vuelta al mundo en 80 versos y seguir aquí y seguir aquí.

Asumo subrepticiamente la misión de decorar la cara del lector con una mueca interna que emula al vértigo del primer amor.

La generación espontánea es mi fe, el sueño que persiste; y por sueño no me refiero a algo imposible sino a algo despierto.

Hoy que somos páginas que se actualizan a cada segundo es un alivio para el alma constatar que tantos tenemos algo que expresar. Desde que nos consumimos convenimos presentarnos enriquecidos y nutritivos. Las letras son vitaminas. La A mejora la visión nocturna y previene el envejecimiento celular, la B garantiza el funcionamiento del sistema nervioso, la C es antioxidante, y así sucesivamente. Las vitaminas son letras. Todas ellas están presentes en este texto. Las calles son lluvias de ideas. No son anuncios comerciales, no son trayectos agotados, no son trayectos comerciales, la realidad es nuestra. La realidad es una muestra gratis. Y allí estoy con mis mejores amigos persiguiendo a las degustadoras. Ese grupo de chicos es tan importante para mí como la ambrosía que me ocupa hoy, pero ellos aprobaron esta elección. Compartimos nuestros procesos creativos en sesiones de romanticismo non-sense, y me emocionar leer sus cuentos y poemas, ver sus películas y dibujos, oír sus primeros discos, ver sus caras de locos riéndose de la noche.

Cuando has creado un mundo y un lenguaje y necesitas constatar si el mensaje es comprensible para los extranjeros, a sabiendas de que -a causa de ciertos prejuicios- no todos somos gitanos y nos leemos las manos, se erige invaluable la figura del hermano para decirte cuán común es tu sentido.

Otra estrategia que recomendaría para compartir es caminar como loca por días y meses, detener personas en la calle y preguntarles cómo llegar a un lugar imaginario sólo para enseñárselos.

2 comentarios sobre 'Las letras son vitaminas'

  1. Jules dice:

    La vuelta al mundo en ochenta versos… me fascino!!
    Yo quiero hacerla también!