Padre – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Soy experimental y multiuso por necesidad http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-experimentell-und-aus-der-not-heraus-vielseitig-verwendbar/ http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-experimentell-und-aus-der-not-heraus-vielseitig-verwendbar/#comments Thu, 17 Jun 2010 13:27:15 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=262

No importa cuántas vueltas de en mi asiento, cuántas uñas me muerda ni cuántos insultos lance al cielo…; al final, nada de nada. Han pasado más de cinco horas desde que me pidieron que escriba una biografía narrada sobre mi vida y la pantalla de la computadora continua restregándome al rostro su vacío, su desafiante pureza. Y yo que me muero de ganas por romper con esa virginidad blanquecina que humilla; pero nada. “¿Tan aburrida es tu existencia? ¿Es que en estos 35 años de tu vida no hiciste nada relevante que merezca ser compartido?”, me cuestiono.

Me levanto del escritorio, voy a la cocina, enciendo la radio, me robo un pedazo de carne de la olla donde se cuece la sopa del día (por si acaso odio los caldos, en caso de que algún día decidan invitarme a almorzar a su casa, cosa que de seguro no aceptaré ya que padezco de fobia social). Ahora salgo de la cocina, vuelvo al escritorio, me siento. Y mientras mastico y mastico el hirviente pedazo de vaca altiplánica, observo una vez más la lechosa página Word, aún impoluta. Sin quererlo, me concentro en las voces que provienen de la radio. Es mediodía, hora de las noticias. “Que Evo por aquí” “Que Evo por allá” “Que Evo por acullá”. Y de repente empiezo a escribir:

Mi nombre es Javier Badani, soy boliviano y estoy de moda. Lo estoy porque mi país así lo está. Los procesos sociales y políticos impulsados desde el 2005 por el presidente Evo Morales han puesto a Bolivia —ya para bien, ya para mal— en el centro del análisis y de la atención del continente y de más allá.

¿Y qué puedo hacer yo, más que aprovecharme de esta inusitada situación —que se inició con la humilde chompita a rayas que el recién electo Jefe de Estado boliviano lució en los pomposos palacios europeos— e intentar que mi voz ciudadana sea escuchada a través de internet?

Ya está, he vencido. Acabo de profanar la inmaculada página. Me siento satisfecho con mi insolencia. Pequeñas manchas negras han acabado con la castidad de este documento. Mis dedos aún tiemblan por tan suprema emoción. Es una pequeña victoria para este ser que soy yo, experimental y multiuso por necesidad: Empírico en el periodismo, que ejerzo hace seis años en el matutino La Razón (La Paz), donde dirijo el suplemento dominical Tendencias; empírico en la fotografía, que me permitió exponer mi obra en espacios culturales paceños; empírico en el mundo literario, con dos cuentos publicados en obras colectivas, y empírico —como todos, se dirá— en el universo de la paternidad, con dos pequeñas que alimentan mi vida.

Licenciado en Publicidad por la Universidad Nuestra Señora de La Paz, he desarrollado mis conocimi…

Me detengo. Releo en la pantalla lo que he acabado de escribir. Sonrío, pues sé que es una mentira que me permitió abrir algunas puertas (muy pocas, para ser sincero) para conseguir trabajo. En realidad nunca culminé la carrera de Publicidad. Las apasionantes jornadas de billar, el sueño de ser un famoso literato y músico (¡qué combinación!) y el hastío por cualquier estructura y fórmula que diga ‘qué y cómo un ser humano debe triunfar en la vida’ me alejaron de los pasillos de la universidad.

Barman, pintor de casas, relojero, jardinero, seguridad de eventos artísticos (nunca olvidaré la noche del 25 de marzo de 1997, esa magia de escuchar la voz de Ian Gillian, de Deep Purple, aunque sea desde el estacionamiento del escenario), vendedor de engañosos batidos para bajar de peso y de chompas de alpaca diseñadas por un malhumorado japonés (que al final me despidió por enamorar a la vendedora del que él se había encamotado). Sí, he hecho de todo en la vida, menos aquello que quiero: dedicarme enteramente a la escritura literaria y a la fotografía.

Al mundo bloguero ingresé sin querer. Era el 2007 y entonces me negaba a ser una víctima más de los bichos tecnológicos, ni siquiera un e-mail tenía. “El celular ya es suficiente imposición para este ‘antisocial”, me convencía. Fue un amigo quien me convenció a crear un blog para publicar mis reportajes del periódico. ¿La primera entrada? “El club de los mentirosos”, que retrata a un grupo de ancianos de un pueblo paceño que de cuando en cuando se reúnen para contarse historias fantásticas. ¿La reacción? Dos personas subieron sus comentarios: una para felicitarme y otra para criticarme. Por primera vez sentí la fuerza que tiene la palabra escrita en internet para generar opinión. “¿Qué mayor muestra de libre expresión puede haber”, me dije y desde entonces alimento mi sitio con escritos de distintas temáticas. Desde entonces también, me he impuesto la misión de desvirgar a cuanta página blanca se me ponga en frente de la pantalla.

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La escritura rellena las carencias http://superdemokraticos.com/es/poetologie/schreiben-kompensiert-lucken/ http://superdemokraticos.com/es/poetologie/schreiben-kompensiert-lucken/#comments Sat, 12 Jun 2010 12:58:04 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=171 Mi abuela siempre decía que la gente que escribe se siente fuera de la sociedad, o que intentaban revestir algo, alguna locura, una anomalía. No están en disposición de dialogar razonablemente, por eso debían gritar escribiendo cosas absurdas, porque no podían aceptar la menor contradicción. Pasé a su lado los años más tiernos de mi infancia, mi padre había perdido la memoria dos años después de mi nacimiento, las conexiones sociales estaban cortadas. Él necesitaba tiempo para reconstruir la imagen que tenía de sí mismo, todavía se estaba reacostumbrando a mi madre y hermana y no conservaba ningún recuerdo de mi procreación. En estos años con la abuela me aferré a la poesía oral, hice rimas de la mañana a la noche y me cuidé de llevarlas al papel. A menudo repetía durante todo el día los mismos versos, para no olvidarlos.

Una mañana (tenía 13 años y vivía desde hacía unos años con mis padres y mi hermana) me desperté y ya no comprendía mi vida.  Por supuesto, le sigo echando también la culpa a las hormonas. En un país en el que uno ensaya el pensamiento dialéctico, yo intentaba la contradicción (que de repente me tomé en serio a todos los niveles y que antes simplemente había aceptado) de  equilibrarlo cognitivamente. Cogí papel y bolígrafo y escribí; en principio a escondidas, no quería alterar a mi abuela. Después, cuando ella murió seguí a escondidas, porque los textos entraban en contradicción con el comportamiento del discurso, no entendí entonces que el pensamiento dialéctico se identificaba con la aceptación. La conversación con los demás siempre era difícil, escribir rellenaba las carencias, los huecos que debía dejar.

Hasta hoy en día son las carencias, la materia oscura, las que me encadenan al portátil. Proceden de impulsos que eructo con la acidez de mi estómago, no de reflexiones o percepciones producidas por mi cerebro. Con esto, a menudo todo se vuelve anacrónico. Para mí, el presente no brota de un desarrollo temporal lineal, sino de una anatomía específica de lo visible y lo invisible. “Hoy” es sólo un concepto para definir determinadas relaciones con lo visible. Desde hace más de diez años, en mi trabajo como autora, comisaria cultural y filósofa me centro en el escapismo: esto es, en las posibilidades y necesidades de la negación de la realidad y las estrategias de supervivencia, así como en el conflicto entre las memorias privada y colectiva, y el conflicto entre el espacio de maniobra humano y el afán regulatorio del sistema sociopolítico.

¿Es posible que nosotros, en el Oeste, todavía padezcamos un pensamiento totalitario, porque nos han hecho creer que la democracia es un software que se puede instalar y organizar? ¿Es acaso en realidad la democracia un sistema abierto, con una poderosa fuerza de autorregulación que no se debe sobreregular? En una democracia, ¿no debería lo individual estar quizá más centrado en sí mismo y ser fomentado? La democracia ya no admite discusión. Para mí, eso es un error. Precisamente porque en el Oeste nos hemos acomodado, somos los más amenazados de tomar tendencias postdemocráticas…

No, no sufro cuando escribo, martirizarme no es lo mío, siempre he disfrutado de la escritura y así ha sido hasta ahora. Si acaso perdiera el placer de escribir y tuviera la impresión de sufrir por ello, lo dejaría inmediatamente. Y el placer que tengo al escribir, bien se lo merecen los lectores.

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