Utopie – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 The Limits of Control http://superdemokraticos.com/es/editorial/the-limits-of-control/ Sun, 19 Sep 2010 19:49:04 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2149

“la vida no vale nada / si no es para perecer porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama”
Pablo Milanés

Hace poco más de un siglo las „utopías“ -lo que hoy podrían llamarse libros de ciencia ficción- comenzaban a hacerse populares en la literatura occidental. La ciencia y las teorías darwinistas tenían su apogeo en los círculos intelectuales. El concepto de „raza“ empezaba a asociarse y a incluirse en la conciencia de los Estados Nacionales. Siempre me ha parecido fantástico, disculpen ustedes la redundancia, que la utopía social latinoamericana más popular de la época sea „La raza cósmica – Misión de la raza iberoamericana-“ de José Vasconcelos. Fue publicada por primera vez en 1925 en Barcelona y tal vez por la influencia de la revolución mexicana de 1910, tal vez porque a los conquistadores españoles no les fue posible ocultar su asombro, el respeto que les provocaban las construcciones indígenas más allá de su ignorancia destructiva -bastan como ejemplo las cartas de Hernán Cortés al Rey de España-, tal vez porque desde la Independencia las nuevas repúblicas abrieron sus puertas a refugiados de todas partes del mundo -tenemos chinos, japoneses, libaneses, palestinos, coreanos por todas partes- tal vez porque ya entonces los mexicanos tenían una frontera conflictiva con los Estados Unidos, las conclusiones a las que llega el autor son exactamente el polo opuesto de la ideología nazi y su idea de raza pura. Para Vasconcelos la „quinta raza“ es la síntesis de todas, el nuevo hombre es mestizo y es en el continente latinoamericano donde ha visto la luz. Su misión es anunciar esa verdad: El “nuevo hombre” es hijo del amor carnal sin restricciones y su cultura es el catolicismo apostólico y romano, por eso incluye culturalmente a portugueses, españoles e italianos, siempre y cuando estos sean capaces de liberarse del yugo del puritanismo que la iglesia de Roma ha impuesto sobre el amor. El “nuevo hombre” no tiene nombre y puede ser de cualquier color como los personajes de la película de Jim Jarmusch.

En el delirio de Vasconcelos si los estadounidenses llegan a dominar el Amazonas, a los “nuevos hombres” no les quedará otro remedio que abandonar el continente para conquistar el mundo. Como nos cuenta Claudia Rusch en su ensayo de esta semana, la globalización es un fenómeno que tiene muchos mas años de existencia que la palabra que ahora la define. En 1925 lo que veía Vasconcelos era el dominio de las empresas privadas sobre los gobiernos de la región. La economía latinoamericana siempre ha estado globalizada, son los países europeos los que están descubriendo este fenómeno. El espacio cero que describe Liliana Lara. La pecera desde la que nos habla esta semana Alan Mils. La conciencia crítica de ser inmune que describe Jo Schneider.

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¡Me va bien en el año 2025! http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/es-geht-mir-gut-im-jahr-2025/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/es-geht-mir-gut-im-jahr-2025/#comments Tue, 17 Aug 2010 12:27:14 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=915 Hace cinco meses dejé de fumar definitivamente. Libre, tampoco había fumado mucho los años anteriores. Aquí y allá un cigarrillo en el sótano o en un banco solitario a la orilla del mar. En algún momento pero, empezó a parecerme tonto. Un banco a la orilla del mar también es bonito sin puchos, pensé y ¡también un sótano permanece sin ellos inconsolable!

Mi vida desde entonces ha cambiado substancialmente. Me levanto temprano, a las seis de la mañana. Me pongo mi buso deportivo metalizado, ando en bicicleta los veinte kilómetros que me separan del balneario. Siempre soy el primero. Totalmente solo, una cuña en medio de la piscina azul profundo. Dos horas más tarde, después de diez kilómetros chapoteando, salgo como un recién nacido del útero materno, pero a diferencia de un neonato no me ducho con agua tibia, sino con agua helada. Luego hago el camino de vuelta a casa como una maratón. La bicicleta la recogeré mañana cuando haga lo mismo a la inversa.

Cuando llego a casa vuelvo a ducharme, después de comer dos kilos de musli con frutos secos. A las cuatro de la tarde doy un paseo relajado por el campo. Después dedico mucho tiempo y cariño a la preparación de una ensalada vegetariana de carne. Para comer, llegan amigos de la iglesia comunitaria. Bebemos cerveza de trigo sin alcohol con isotopos y vitaminas y charlamos bien, con intensidad. Hablamos de humanidad y la crisis permanente de los socialdemócratas. A las nueve les pido a los amigos que me dejen solo. Después de embadurnarme de pies a cabeza con una crema grasienta, me meto en la cama, donde leo todavía dos capítulos de las memorias de Günther Jauch -político alemán representante de los movimientos sociales en la extinta RDA-. A las 22:30 apago la luz.

Así finiquito mi biografía y no puedo decir que sea algo que vaya a hacerme daño. Ahora también formo parte de una red de periódicos que visita a los niños en la escuela y los previene de los peligros de fumar. He recibido una libreta de la Asociación de Anti fumadores Alemana con folios para el reproyector en los que pueden verse piernas podridas, laringes cercenadas, pulmones blancos y negros. Me irritan los comentarios que lanzan los chicos de vez en cuando „que asco“ los pulmones blancos son por lo menos tan asquerosos como los negros. Intento no escucharlos.

Lo que no puedo dejar de escuchar (a pesar de que lo haría con gusto) es la voz de los amigos de antes. Me he vuelto„aburrido“, dicen, cuando tienen que „por un cigarrillo“ -como dicen ellos- que quedarse en la puerta. Me falta la capacidad para tener la mirada „en suspenso“ de los observadores y también la facultad de „unir“ cosas que de ninguna manera se pertenecen. Entiendo a esas personas tan poco, como me entiendo a mi mismo por pedirles que entren. Cierro la puerta y me dirijo a la sala donde sobre una estera, entreno mi Powerhous.

Aveces cuando me duermo en el intento, tengo sueños salvajes –uno que se repite constantemente trata de un país que existió hace muchos años, en el que hombres y mujeres estaban sentados en bares repletos de humo con cervezas, shots de vodka y otros espirituosos, entregándose lentamente a la tarea de auto destruirse. Noches tibias de verano en las que chicas y chicos bulliciosos recorren las calles estrechas, con botellas verdes en una mano y un cigarrillo en la otra. „chelas y puchos en cada mano, sólo por eso amo este país“, grita alguien en ese mundo de sueño, hasta que lo escucho. Lo miro a la cara y – me reconozco.

Despierto entonces bañado en sudor. Mi primer pensamiento es: espero no haber hablado muy alto. En una ocasión llego a venir la vecina del piso de abajo hasta mi puerta, una maestra, que cría sola a sus dos hijos: „solo era un sueño“, dije frente a su cara roja de ira. Por su puesto que tengo derecho a soñar lo que quiera, me dice, intentando contenerse. Pero por el bien de sus hijos tiene que poner mucha atención a que a su alrededor no se incite a la guerra o „cosas por el estilo“. Me disculpo y la invito a tomarse una cerveza de trigo sin alcohol con isotopos y vitaminas. La rechaza.

Dado que llevo varios meses sin pedir a gritos cigarrillos en mis sueños, mi vecina sigue mi evolución bondadosamente. A veces nos encontramos por la mañana en el balneario. Entonces partimos la piscina con dos cuñas equidistantes. Una vez, en el viaje a casa en bicicleta, le conté mi chiste de fumadores favorito: „en medio de la guerra se encuentra un fumador en la trinchera y fuma un cigarrillo -completamente visible para el enemigo-. Otro soldado lo previene: „no hagas eso, es peligroso“. El fumador sonríe y dice: „no te preocupes, no aspiro“. No fue capaz de reírse, pero en general nos entendemos muy bien.

Traducción: Rery Maldonado

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Hänsel y Gretel http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/hansel-und-gretel/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/hansel-und-gretel/#comments Wed, 14 Jul 2010 11:00:37 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=448 Las historias son vitales, son los espacios en los que me muevo, cuando se reproducen mis aprehensiones concretas en un espacio físico en todas las dimensiones posibles, en mí y a mi alrededor. Eso da como resultado un paisaje narrativo anacrónico y variable. Y como todos los espacios, necesita cada cierto tiempo una mano de pintura.

Para mí no existe la Historia, sobre todo la pasada, yo me muevo en una construcción histórica compleja, muy dinámica, que está compuesta de habitaciones de recuerdos, de salas para cuentacuentos colectivos e incluso de compartimentos utópicos, y todo ello se reforma y se vacía cada cierto tiempo.

Lizabel Mónica habla en su ensayo muy certeramente de las lenguas de la Historia, porque ella no quiere hablar de una Historia, porque ésta no puede narrarse en realidad. Por lo tanto, cuando alguien cuenta una historia, aporta a la misma su propia construcción histórica dinámica. Por eso una Historia absoluta es inabarcable e incomunicable. Yo abogo por la anulación de este Singularia tantum, porque conduce a un pensamiento totalitario.

El concepto de que la Historia sólo puede ser contada por historiadores es anticuado y medieval. Con ello las historias de muchas personas son silenciadas, con ello se mantiene una pétrea y ruinosa construcción histórica que resulta no pocas veces una carga para el desarrollo posterior de las sociedades. De esta faceta contraproducente habla mi primer ensayo. Incluso una historia como la de Hänsel y Gretel puede contarse cada vez de un modo distinto, si uno quiere poner el foco en otro aspecto. Cuando las historias son memoria, y la memoria un continuo narrativo subjetivo, dinámico y progresivo, entonces queda rebatida la cita del historiador Johannes Fried en 2006 en Spiegel sobre la tesis de una gran Historia única y abarcable, que decía: “La Historia no trabaja para los historiadores, sirve a la vida y a su necesidad de sus adaptaciones corrientes”. La Historia no tiene un tiempo concreto ni ningún singular.

Traducción:
Ralph del Valle

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Siempre fui un observador comprometido con las emociones http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-immer-ein-beobachter-gewesen-der-gefuhle-ernst-nimmt/ Wed, 16 Jun 2010 12:56:00 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=261 Mi abuela antes de morir me entregó una pequeña autobiografía que con mucha dificultad, había terminado de tipear en una vieja máquina de escribir herrumbrada, a lo largo de sus últimos años en un asilo para ancianos en Buenos Aires. De vez en cuando yo la pasaba a buscar y salíamos a tomar unos cafecitos en alguno de los bares de la zona de Plaza Italia. En una de esas salidas me la entregó.

Calcagno - Foto: Mariano Maur


Solemnemente me regaló los fragmentos de vida que su incipiente senilidad le había permitido retratar en unas pocas páginas. La solemnidad es algo ineludible de mi familia materna. Todos, incluida mi propia madre, siempre intentamos que nuestras pequeñas reflexiones sean escuchadas como si fuesen dignas de ser publicadas en gruesos volúmenes y luego guardadas en la Biblioteca Nacional. A decir verdad, creo que ese es un rasgo heredado de mi abuelo, el marido de la autobiógrafa. Era un tipo sumamente serio, un hombre de unas derechas nacionalistas que ya nadie recuerda, pero que alguna vez fueron moda en todo el mundo. Un tipo antiliberal en todo el espectro de interpretaciones que este concepto tiene: mata puto, mata gringo, mata zurdo, mata mina, etc. Las discusiones de los domingos al mediodía, por ejemplo, siempre terminaban cuando, harto del increscendo del volumen y de la crispación familiar, pegaba un fuerte golpe sobre la mesa y a continuación lanzaba algún insulto añejo como: puñetas! A los más chicos esos agravios pasados de moda nos causaban tanta risa que salíamos corriendo para no cortar la solemnidad del momento.

Casi siempre las charlas con mi abuela versaban sobre política o filosofía, temas de los cuales sabía bastante, porque mi abuelo era profesor de historia y porque ella había sido una de las primeras egresadas de la Universidad de Filosofía y letras de la Ciudad de Córdoba, en una época en la que las mujeres eran poco más que receptáculos de semen. Eso la convertía en una mujer vanguardista, pero a pesar de esta primera impresión, no lo era para nada. Extrañamente creía que la mujer debía ocupar un lugar subordinado al del hombre, rezar todos los días y velar por el bien de la familia. Varias veces intenté indagar en esta contradicción, pero al igual que con la cuestión de la inexistencia de Dios y de las responsabilidades de la iglesia en cuanto crimen haya sucedido, no tenía ninguna respuesta..

La biografía de mi abuela, como es de esperarse en cualquier biografía, cuenta algunas anécdotas que resultaron significativas para su vida, en su caso, la de su familia. Es así como en un episodio aparezco de bebé mirando un póster con el dibujo de una vaca mientras mi vieja me daba de comer alguno de esos purés inmundos, que son lo poco que un desdentado puede digerir. A pesar de ser gordito, me sentaban a comer y me quejaba constantemente, hasta que me ponían frente al colorido póster de la vaquita. Se ve que mis ansias carnívoras se desataban y fantaseaba con que cada cucharada de puré era vacío, riñones o chinchulines. Como buen argentino, nací mirando una vaca y ahora me la paso tragando sus deliciosas partes.

Los años fueron pasando y entré en la etapa de escolarización, en la cual no tuve mayores logros ni grandes dificultades. Simplemente iba a la escuela, y con un poco de simpatía y un mínimo esfuerzo, aprobaba año tras año tras año tras año. Ya alrededor de los doce o trece empecé a estudiar guitarra y rápidamente armé un grupo con el objetivo de ser los nuevos Serú Girán. Después de más de doce años y muchas formaciones, me dí cuenta de que nunca iba a llegar a penetrar en las almas de las personas como ellos, fue  entones cuando decidí dejarlo e irme de viaje, para ver si encontraba algún nuevo sueño que seguir.

Entretanto, entré y salí de la universidad del mismo modo que de la primaria y de la secundaria, rapidito y sin problemas. Ya en el último año del secundario un docente de historia que yo admiraba me había recomendado no estudiar una ciencia social porque iba a pasar hambre. Yo pensé que si las opciones eran no estudiar nada y pasar hambre con la música o pasar hambre siendo un poco más ilustrado, era mejor tomar por éste camino. Así que estudié durante algunos años hasta que la institución decidió que ya sabía lo suficiente como para largarme a la calle con licencia para opinar sobre lo que nos pasa. Parece gracioso, pero a diferencia de los doctores, los ingenieros o los abogados, los que supuestamente debemos ocuparnos de las problemáticas que nos afectan a todos, no tenemos ninguna clase de matrícula. Simplemente nos licencian y ya.

Promediando la veintena y con título bajo el brazo, me mudé, viajé, me enamoré, me desenamoré, me emborraché, me drogué y empecé a escribir asiduamente poesías. Toneladas de poesías en papelitos o en el celular o en un blog o en cualquier parte que admitiese la vejación que las palabras hacen de los espacios neutros. Palabras y palabras y palabras y palabras. Siempre me gustaron las palabras, a pesar de no haber sido un gran lector ni un asiduo oyente de radio. Más que nada lo que me gusta es hablar, soy literalmente lo que se dice un charlatán. Como decían Borges y mi abuela: lo mejor que se puede hacer en la vida es tener una buena charla.

Los porteños somos particularmente propensos a la conversación. Acá en Buenos Aires todos hablan y opinan de todo como si fuese un ágora griega. Desde el portero de un edificio hasta el último de los jugadores de fútbol, tienen algo para decir respecto al gobierno, a la cultura, a las costumbres, o inclusive, más contemporáneamente, respecto a lo que pasa en Europa o en cualquier lugar remoto del planeta. El porteño globalizado es casi un arma de destrucción masiva. Sin embargo, tal vez por el exceso de palabras, resulta un lugar sumamente inspirador. Entre tanta tontería y repetición televisiva, pueden escucharse algunas voces, muchas veces nocturnas voces etílicas, que tienen realmente algo profundo que decir. Desde hace ya varios años me dedico a tratar de reproducir algunas de esas voces desde mi bunker en el Barrio del Once. En medio del ruido de los colectivos, unos bólidos infernales que destrozan lo mismo que transportan; rodeado del efímero smog porteño, que la pampa barre durante las noches; recurro a la palabra escrita como medio para legitimar mis ideas.

Retomando el hilo de esta breve autobiografía, debo decir que es sumamente complicado escribir acerca de uno mismo cuando no se tiene demasiado claro quién se es. Como politólogo siempre fui demasiado poético y me enamoré de todas las causas que me entregaran cierta cuota de utopía. Pasé del comunismo, al chavismo y del chavismo al peronismo progresista que nos gobierna, sin abandonar del todo a ninguno de estos amores ya longevos. Pero en el fondo lo que más me atrajo siempre de la política es la capacidad de construir fantasías colectivas, místicas, mundos paralelos que parecen cobrar vida por el sólo hecho de ser muchos haciendo fuerza para forjarlos. Como analista no me interesan demasiado los pormenores de la corte o las estrategias ajedrecísticas que el poder supone. Siempre fui un observador comprometido con las emociones. Lloro en los actos masivos, lloro viendo discursos de Allende, de Fidel o de los compañeros que hoy gobiernan el continente. Me emocionan más las palabras que los hechos, más los colores que las consignas y mucho más los gestos de las personas que las banderas.

Voy buscando encontrar cierto equilibrio entre mis inquietudes emotivas y creativas, y las duras realidades que nos rodean. Tratando de expresar con algo de fidelidad lo que me emociona pero conservando algunos rasgos de meticulosidad profesional. Además tengo la suerte de que algunos crean que mis palabras pueden ser escuchadas más allá de los íntimos, y publican mis locuras en varios medios del continente. Hoy, esto que escribo, esta mini biografía, salió de mis dedos a la misma velocidad que mis ideas. Espero algún día tener algo de memoria, como tuvo mi abuela, para poder continuarla.

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