superhéroes – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Vasos sucios, ceniceros llenos http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schmutzige-glaser-volle-aschenbecher/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schmutzige-glaser-volle-aschenbecher/#comments Tue, 20 Jul 2010 15:00:37 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=490

Yo tenía un profesor de Derecho que había estudiado en Alemania y por lo tanto, tenía la idea de que era más bien profesor de Filosofía. Con él nos tocó estudiar el concepto de la intimidad, como un círculo imaginario a nuestro alrededor en el que sólo dejamos entrar a quien queremos. Ese círculo yo me lo imaginaba como una pequeña fiesta con tragos y música, en la que estamos todos desnudos y vamos al baño con la puerta abierta. Mi profesor decía que ese círculo invisible, pero poderoso, es lo que nos protege de la mirada insolente de los otros y nos da entre otras cosas el derecho a que nos dejen en paz. Es decir que en cualquier momento yo podría cerrar la puerta y decirle a todos los de la fiesta que se pusieran la ropa y se fueran.

En la intimidad sabemos sin hablarnos, y a veces sin mirarnos. Más que saber, adivinamos, y nos movemos a una distancia tal que nos permite todavía sentir el calor de la piel del otro. En la intimidad no tenemos miedo de nada, y mucho menos del otro. Dentro de ese círculo damos por ciertas algunas cosas que el resto del mundo jamás comprenderá.

Pero la intimidad también significa estar solo, darse espacio sabiendo que tarde o temprano volveremos a tocarnos. No negar la existencia de esa parte de mi que nunca te voy a dar, los detalles que nunca te voy a contar, el silencio que todavía existe entre vos y yo.

No se si era la juventud, o es el país de donde vengo, pero me parece que la intimidad estaba mucho más disponible, lista para tomarla entre las manos. Tuve amigos instantáneos, confianzas inmediatas, llegábamos a visitar sin llamar y abríamos la puerta de la refrigeradora para ver qué había. En cuestión de días podíamos hacernos amigos íntimos y contarnos cosas de enorme potencial destructivo. Por otra parte, siempre fue difícil mantener cualquier cosa en la vida privada, imposible mantener nada oculto, ni los superhéroes pueden con sus identidades secretas.

En Inglés, tener relaciones íntimas significa tener sexo, lo cuál siempre me ha dejado perpleja puesto que tener sexo con alguien es algo que se consigue mucho más rápido que hacer un amigo. En la ciudad donde vivo, o quizás a la edad que tengo, me parece que la intimidad se construye más despacio, la confianza se gana, el placer de verse se dilata por años, las amistades son profundas y a prueba de tormentas pero se forman a partir de mensajes cortos y la repetición de las mismas horas.

A veces extraño una forma y a veces la otra. A veces me gustaría poder volver a enamorarme de cualquiera que pasara por la calle y contarle todos mis miedos. A veces me gusta ir descubriendo cómo, a fuerza de hablar de las mismas pequeñas conversaciones sobre el trabajo y la política, alguien se me ha vuelto imprescindible.

En la confusión de la mudanza, mi círculo de la intimidad se ha reducido a su expresión mínima. La fiesta se ha acabado y han quedado los vasos sucios y los ceniceros llenos. La música cada vez suena más bajito y en un rincón estamos sentados dos o tres, viendo el amanecer.

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