sms – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Todos estamos escribiendo ese libro http://superdemokraticos.com/es/laender/venezuela/wir-alle-schreiben-dieses-buch/ Fri, 04 Nov 2011 15:07:23 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5640 Si existe un oficio desacreditado en estos tiempos es el de profeta. Vaticinar el rumbo de la política, la tecnología y hasta los movimientos sociales, cuando el diario recién salido de la imprenta ya es un inútil cúmulo de noticias masticadas en las redes a lo largo del día anterior, no parece una actividad que goce de mucho prestigio.

Visto a través de las pantallas, en el mundo todo se ve pasar pero nada se ve venir. No, al menos, con demasiada certeza. Son tiempos en los que parece estarse escribiendo capítulos importantes de la Historia, pero a tal velocidad que necesitaremos muchos años para leerlos.

Se suponía que con el advenimiento de computadores personales cada vez más portátiles y poderosos, y con el consiguiente desarrollo de toda una tecnología multimedia dirigida a todos los sentidos, el mundo entraría en una especie de analfabetismo, ya que los códigos alfabéticos caerían en desuso, suplantados por otros, más visuales y universales.
Y los computadores, en efecto, se hicieron mucho más poderosos y portátiles de lo que se pudo soñar diez años atrás (de hecho, Ipads, teléfonos de última generación y todo tipo de tablets y lectores de libros digitales con conexión wi fi, ya exceden el término “computador”), y sin embargo nos encontramos con una sociedad básicamente epistolar. Una sociedad que pasa el día comunicándose a través de la palabra escrita, enviando cada día millones de correos, tweets, SMS, comentarios y actualizaciones en decenas de redes sociales. En pocas palabras: vivimos, como nunca antes, un mundo escrito.
En ese mundo, la gente se encuentra por sus afinidades, al margen de la distancia geográfica, y se conoce y llega a amarse tras largas sesiones de intercambio epistolar. De igual manera, se entera de la realidad en la que amanecieron con sólo echar un vistazo a su timeline de twitter, el cual “armaron” a partir de la escogencia de las fuentes (no siempre periodísticas, por cierto) a las que decidieron seguir. Es decir, que esa inmensa masa humana que puebla el planeta, en tanto se vuelve más anónima y solitaria, más libertad hipotética tiene de expresarse, de conectarse por sus afinidades electivas y no accidentales (geográficas).

Y si bien la imprenta revolucionó la difusión de las ideas, y el telégrafo la relación tiempo/distancia para hacer llegar esas ideas, la web sintetizó ambas haciendo verdaderamente horizontales las comunicaciones humanas.

¿Qué cambios se han producido, entonces, en esta sociedad en la que hay ahora tantas voces hablando al mismo tiempo? Posiblemente ha perdido capacidad de concentración, banalizando la información. Quizá ha profundizado su sentimiento de desamparo. Pero a juzgar por lo que escriben, la gente en su vida cotidiana sigue sintiendo y conversando más o menos las mismas cosas que cuando Gutenberg y Morse. ¿Qué ha cambiado, entonces?, se preguntará el lector.

La Primavera Árabe, las concentraciones convocadas por las redes, las campañas de protestas a través de los hashtag, las tácticas de repliegue y retorno de las manifestaciones estudiantiles usando SMS, parecen indicar una cosa: en su relación cotidiana con sus iguales la Humanidad parece ser la misma de siempre, pero ha cambiado en su relación con el Poder. Esas millones de voces que leen el mundo y participan de su vertiginosa escritura, comienzan a restarle poder al Poder.

Son tiempos en los que parece estarse escribiendo capítulos importantes en el libro de la Historia, como ya se señaló. Si no los podemos leer con facilidad, es porque participamos de su escritura. Son pocos los indicios que permiten ver con claridad hacia dónde vamos. Acaso un síntoma, una certidumbre, parece asomarse en el horizonte: en este mundo en el que todos escribimos, el Poder tiene el inmenso reto de irse acostumbrando también a leer.

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¿Comunicación?, no gracias http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/kommunikation-nein-danke/ Mon, 20 Sep 2010 06:10:36 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2001

Ch'utas. Foto: http://reyquienlapaz.blogspot.com/2010/02/los-chutas-de-la-paz.html

Cosa extraña la modernidad. Me comunico más con mi gran amigo y colega de trabajo por Facebook que a través de mi natural e innata capacidad del habla. Mis dedos, así, están suplantando a mis torpes labios y mi lengua es cada vez menos imprescindible para comunicarme en esta era digital. Mantengo, cada vez más, a la palabra condenada a la penumbra. Y esto no deja de ser una paradoja para un comunicador social, peor aún si se tiene en cuenta que el escritorio de mi amigazo está a menos de un metro de distancia del mío.

¿Ya les dije que mi compañero de trabajo se llama Juan? Es un amante de los ch’utas (ritmo folklórico rural-urbano, cuyo origen es La Paz, y que se baila en las calles paceñas en Carnaval). A través de las redes sociales, Juan ha logrado captar adeptos para este ritmo en lugares tan distantes como la república Checa. Los gringuitos le piden constantemente que cuelgue en su página web videos de entradas de carnaval donde se puede ver bailar a comparsas de ch’utas como la Juventud Súper Elegantes y sus Lindas Mamitas y a los Papitos Choleros (mujeriegos) y sus Lindas Bellezas Tipo Holandesas. En fin, dice que los checos le han prometido llegar a Bolivia el 2011 para bailar ch’utas en la entrada de Carnaval. Vaya uno a saber cómo llamarán ellos a su comparsa.

Jorge me está convenciendo de que me una a uno de sus grupos en internet de salvaguarda del Santuario Ballenero Austral, donde constantemente se realiza la matanza de ballenas. “¿Y dónde está eso?”, le pregunto. “Ni idea”, me responde. Jorge no tiene ni la más mínima idea de dónde queda ese santuario. Ni siquiera conoce el mar, pero igual da. Anda mandando mensajes al mundo como “¡Dejen vivir a las ballenitas!” “¡Viva el Santuario Ballenero Austral!”.

Esas son las ventajas de ser parte de la globalidad contemporánea. Las expresiones culturales de una sociedad, sus debilidades y sus conocimientos, sus preocupaciones y sus alegrías dejan de ser sólo de su propiedad y llegan a ser apropiadas por otras. Las fronteras son cada vez más obsoletas en esta era.

Mensajes masivos, estandarizados son recibidos en el mismo momento por personas diferentes, en distintos lugares del mundo. Pero cuanto más comunicados tecnológicamente estamos, menos nos comunicamos en realidad. Es una paradoja, por ejemplo, que los escritores a los que entrevisto para el periódico prefieran que les pase las preguntas por e mail a que nos reunamos en un café para conversar. Y entonces las notas, al final, salen sin sabor. No es que estén mal, pero se nota en ellas la falta del contacto humano.

Una de las dictaduras globales es internet. Si no eres parte de Facebook no eres parte de esta aldea global. Y aquel que no está conectado a alguna red social, ni tiene un e-mail es un paria, un nadie sin identidad en esta cibercivilización. Cuanto más artefactos electrónicos nutran nuestros bolsillos, mejor. No importa que no nos sean de mayor utilidad. ¿Y los celulares? ¿Alguna vez se has puesto a pensar cuántas mentes brillantes habrán trabajado para que tengamos ese bichito con pantalla a nuestro lado? ¿Y para que lo usamos? Gran parte del tiempo, a mandar mensajes de texto. O simplemente para emitir frases que no llegan a lograr un párrafo decente: “Dónde estás”. “Ya estoy llegando”. “Espérame, espérame”. Le daremos un mejor uso, ¿no crees?

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