Schule – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Perdido en la academia http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verloren-in-der-universitat/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verloren-in-der-universitat/#comments Sun, 18 Jul 2010 08:00:54 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=466

Cuba, 17-29 de noviembre 2007.

Mi inicio en las aulas fue por demás conflictivo. Ya en la primaria comencé a desconfiar de los grandes que intentaban instruirnos. Nos llamaban niños, que quiere decir algo así como que tienen el derecho de hacer con uno lo que quieran. Ellos no solo nos dieron una paliza psicológica que ha dejado secuelas profundas, sino que nos enseñaron a propinárnosla nosotros mismos. En mi primaria tuvimos un héroe. Un día se le ocurrió dudar de la necesidad de aprender matemáticas e historia y lo grito. Lo dejaron toda una tarde sin poder jugar con los demás, como no se doblegaba paso casi todo un mes aislado. Ahora es económico y aunque sonríe, ya no duda.

Yo seguí el camino marcado. Hice todos los niveles escolares hasta la universidad. Tenía una fe ciega en ella, pensaba que allí al fin aprendería a equivocarme. Mas las universidades están para crear certezas y la Humboldt Universität no es la excepción. En sus cursos aprendí que historia antigua es la historia de Grecia y Roma; que filosofía es explicar algo con lógica y todo lo demás es ideología; me enseñaron la importancia de seguir al pie de la letra lo formal, que la ciencia es un conocimiento impersonal en el que no hay cabida para lo que algunos llaman sentimientos. Resumiendo que aprendí el inmenso placer de perderme discutiendo nada. Un día, haciendo uso del reino de la libertad, se me ocurrió decir que todo aquello me parecía un poco sin sentido. Valiéndome de la palabra que reinaba, intente fundamentar mi respuesta como me habían enseñado. Cite a un par de alemanes viejos, a franceses críticos de alemanes viejos y a latinoamericanos inconformes con todo aquello; mas mi crítica no fue acogida, se me tildo de querer dar un giro ideológico con pensadores que ya habían sido rebasados. ¡Ups! Me respondieron lo mismo que se decía desde hace muchos años en la habana: – Si no estás de acuerdo ¿qué haces aquí? Desde entonces las recriminaciones de mi madre, que se empeña en decir que filosofía e historia son una pérdida de tiempo, tomaron un nuevo matiz.

Aixa

15 – Rockasón – Alejandro Gutiérrez – H.Abierta – Habana Abierta

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Lecciones de olvido http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/lektionen-des-vergessens/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/lektionen-des-vergessens/#comments Thu, 01 Jul 2010 09:30:47 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=409

cuadro del pintor Arturo Borda

Cuando tenía 8 años en una clase historia el profesor nos habló de la Guerra del Pacífico. En casa ya me habían contado lo básico: en 1879 Bolivia había perdido su acceso al mar. El profesor tenía la cara compungida ya antes de hablar. Empezó dibujando un mapa en la pizarra, como para ir creando suspenso. Ya no recuerdo el prólogo (son brumosas ciertas zonas de la memoria infantil) pero el relato comenzaba con Chile declarándonos la guerra por las riquezas (guano y salitre) que se encontraban en un espacio (y que nos pertenecían desde siempre, enfatizaba el profesor) cuyos límites estaban en conflicto por años.

Como era carnaval, la declaración de guerra había sido tomada a la ligera para continuar la fiesta en paz. Cuando las tropas chilenas iban a ocupar la ciudad de Calama, un boliviano habitante de la zona del conflicto, comandando un ejército improvisado y en desventaja frente al del enemigo, les salió al frente. El héroe, de abundante bigote, se llamaba Eduardo Abaroa. Abaroa y su gente brindó una fiera resistencia pese a la desventaja, decía el profesor. Pero cuando ya quedaba solo él (los demás estaban muertos o habían sido tomados prisioneros) Abaroa continuó disparando hasta ser cercado por los soldados chilenos que, admirados por su osada perseverancia, le apuntaban exigiéndole su rendición. Ante el imperativo “ríndase” del comandante chileno Abaroa habría contestado “¿Rendirme yo?, ¡que se rinda su abuela, carajo!”. Luego de una defensa boliviana pusilánime la guerra se había desarrollado y, con celeridad y ya sin héroes decididos a inmolarse, sucedió la derrota boliviana. Y desde entonces no teníamos salida al mar y por eso éramos pobres. Todo esto decía aquel casi olvidado profesor de historia, que ya nos había transferido su tristeza, repitiendo seguro lo que había aprendido como alumno.

Años después (también en aulas, pero esta vez elegidas por propia voluntad) aprendería que todo era más complicado. Que no sólo había sido una guerra más (en la que luego también participó Perú) que una guerra entre dos países la Guerra del Pacífico habría sido una “querella por el excedente” impulsada por intereses exclusivamente comerciales, otra batalla sangrienta declarada por el desalmado espíritu del capitalismo. Que la clase dominante, que por generaciones había heredado el estado (y que lo seguiría ocupando luego por casi más de cien años), poseía un sentido patrimonial del aún amorfo país y que despreciaba lugares lejanos de su centro de operaciones, construido sobre la base del hecho de discriminar e ignorar a los indígenas, había dejado abandonado aquel territorio y no dimensionaban las consecuencias de su amputación. Que con la pérdida de la costa se había roto una exitosa lógica de ocupación espacial previa a la Conquista, el control transversal de varios pisos ecológicos, y que eso era tan grave como no poder comerciar con el mundo o entrar con mucho retraso a la modernidad. Que el resentimiento hacía Chile era otra ficción del Nacionalismo Revolucionario de 1952. Que la Guerra del Pacífico era el mito de origen de la desgracia nacional, el inicio de nuestra tradición como fracasados, el estigma de la desdicha. Que toda Historia es manipulación del pasado con fines políticos, para bien o para mal. Que mirarnos tanto tiempo para adentro nos había vuelto tristes y solipsistas. Que a veces conocer la historia no nos libra de cometer los errores del pasado sino que además nos impide la liberación en el presente.

Pero el tiempo es también buen maestro. Ahora sabemos que no se debe recurrir exclusivamente a la reconstrucción del pasado para construir la conciencia nacional o sentirnos menos, pero tampoco para construir utopías. Por lo tanto no hay que dejar de construir barcos.

No sólo una polémica

La enseñanza de historia en las escuelas forma la conciencia

Este es el mejor momento para estar. Mirando, actuando

Este espacio no puede ser posible sin otro espacio

No quiero más utopías con base en el pasado

Construir barcos

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