Sammler – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 El blues de la globalidad http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/der-blues-der-globalitat/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/der-blues-der-globalitat/#comments Tue, 05 Oct 2010 15:00:39 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2394 Soy un obsesivo compulsivo. Así como el adicto a la coca dedica la mitad de su vida a mangar comprar conseguir cocaína, yo invierto la misma cantidad de tiempo en bajar música. Sufro síndromes de abstinencia terribles. Y padezco las angustias del “completista”, no encuentro paz hasta no descargar discografías completas de grupos que ya a nadie le interesan. Sumemos a lo anterior que además colecciono discos originales. Existen álbums que me roban el sueño. No me conformo con la música. Necesito el booklet: el art, es decir: la leyenda. Por improbable que esta sea.

Recuerdo cuando el cd llegó a mi ciudad (1989). Babeaba ante el aparador de la tienda de discos frente al Delicate Sound of Thunder de Pink Floyd. Confieso que el formato me era indiferente, yo ansiaba el contenido. Era conservador y quisquilloso. Y lo fui durante un tiempo, hasta que la descarga gratis me mostró el confort y la música para volar. Parafraseando al filósofo español Eugenio Trías: no hay más rey ni más ley ni más dios que el maldito Internet. Recuerdo la lucha entre apocalípticos e integrados que suscitó el debut del compact disc. Los puritanos se inclinaron por el Lp, los vanguardistas por la nueva presentación. Innumerables apologías y descalificaciones se presentaron. Yo me compré el casete, adoraba hacer mix tapes (tal vez sean los culpables de mi vocación de escritor) tenía once años, cursaba sexto de primaría, no podía pagarme un sistema de sonido que reprodujera “compacs”.

El Lp y el casete se convirtieron en novias del olvido y se estableció el reinado del cd. Sin embargo, se presentó el mismo problema con los anteriores formatos. Algunos discos eran inconseguibles. Así transcurrió más de una década. Entonces dios padre Internet se hizo accesible y nuestro estatus fue transformado primero por las compras en línea y después por la descarga gratuita. Durante un tiempo fui suculenta víctima de Amazon, Ebay, Cd now, Volver, etc. Aún lo soy, aunque en menor medida.

Entonces comencé a descargar música. Cuántos sentimientos encontrados, cuántas satisfacciones y desilusiones me ha traído esta práctica. No pocos temieron caer a la cárcel, como sucedió en Estados Unidos por atentar contra los desechos de autor. Pero no toda la música está en los cables como aseguraba Cerati. Hoy en día sufro de incontables migrañas gracias a que no puedo encontrar toda la música que deseo en la red. A pesar de que bajo de páginas como: Taringa, Bolachas, Emule, Isohunt, entre otras, no consigo todo lo que quiero, por ejemplo: discos de una banda chilena llamada Ex.

Es eficaz descargar de páginas que almacenan links, pero como en estas abundan los links caídos, tengo que recurrir a la música almacenada en otras computadoras. Llevo meses rezando que un usuario que tiene un disco de Wilco se conecte. Pero San Juditas todavía no me hace el milagro. ¿Existe San Internet? Todo el día pienso en por qué no se conectará este cabrón. Qué hace. ¿Estará acostándose con mujeres? ¿Por eso está tan ocupado? Por su nombre de usuario sé que vive en Chicago. Le mando mensajes a través de la página de descargas y no contesta. No puedo evitar recrear su vida. Visito páginas, foros, blogs, que arrojen un dato sobre su mail. A través de Google Earth recreo la ciudad como Joyce recorrió Dublín con su libro, lo espío, lo he visto cagar, pero no se me ha hecho que se siente frente a la computadora y encienda su lap top el tiempo suficiente para bajar el disco. Y así me pasa con tipos de todo el mundo.

Cada mañana despierto con una sola idea en la cabeza. Asistir a una sesión de Alcohólicos Anónimo, subir a la tribuna y decir con un café y un cigarro en la mano: Buenas noches, mi nombre es Carlos Velázquez y soy adicto a descargar música.

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