poética de la relación – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 La típica pareja es un trio http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/das-typische-paar-ist-eine-dreierbeziehung/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/das-typische-paar-ist-eine-dreierbeziehung/#comments Mon, 25 Jul 2011 13:04:39 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4567

He roller-coaster he got early warning
He got muddy water he one mojo filter
He say “One and one and one is three”
Got to be good-looking ’cause he’s so hard to see
Come together right now over me (Come Together, Beatles)

Si uno busca en google la palabra „con-el-otro“*, recomienda el astuto algoritmo las siguientes combinaciones:

– „hablar con-el-otro“
– „dormir con-el-otro“
– „vivir con-el-otro“

Exactamente en este orden. ¿Qué sale en tu idioma? En alemán por lo menos es divertido ver cómo el motor de búsqueda arroja los típicos comportamientos alemanes para llegar a ser pareja: Primero comen juntos, o una cena para follar, o en un restaurante bajo la cursi luz de la vela, o una salchicha en un picknick con dinámica de grupo en un parque o de pronto unas papas fritas que acompañan la cerveza de taberna, luego duerme el uno con el otro y luego aman, ejem, viven juntos.

Paare.

Pareja.

Por supuesto que al principio de la convivencia en pareja puede aparecer también una mirada, un chiste o un baile, una pelea, una mariquita, la sensación de venganza, una culebra, una bebida láctea o un poema (Por favor completa esta lista con tu propia idea romántica de un comienzo). Pero en realidad lo que a menudo aparece al final de una convivencia en pareja son un pasaporte errado, la negación de la visa de residencia, los malos entendido culturales o por el idioma. Sobre todo hoy en día, en una época, en la que las parejas con mezclas culturales dejan de ser invisibles. Uno de cada nueve matrimonios en Alemania son binacionales (cifras de 2008), tendencia que va en aumento. “Entre los menores de seis años, quienes tienen ascendencia no alemana** conforman la mayoría” (Mark Terkessidis: Interkultur, 2010). Yo misma he salido con más no-alemanes que con alemanes, y no es porque a mi no me gusten los alemanes, aunque ellos sean unos sabelotodos, pragmáticos, nazis conformes con las normas como yo. Es porque la ciudad de Berlín, donde vivo, se vuelve cada vez más internacional. Incluso los extraterrestres, que aquí reparten volantes y propaganda bajo un disfraz verde, hablan varios idiomas; los berlineses de verdad están en vía de extinción. Entonces puedo decir que me he vuelto una experta en la vida amorosa transcultural. Y en los fracasos transculturales, entre otros por peleas en una lengua extranjera, por malentender un piropo, o por diferencias en la asunción de roles del hogar.

Afortunadamente hay consejerías para parejas binacionales, importante en cuestiones jurídicas. En algo así como un patio trasero en Kreuzberg trabajan abogados gratuitamente por no dejar morir, entre tantos reglamentos, el amor en los tiempos de la globalización. Siéntese por favor, tómese un té, cuénteme. El marco de posibilidades tampoco es tan grande: a quien no tiene residencia se le hacen tres recomendaciones para conseguirla. 1. Gana suficiente dinero para pagar un piso y tus gastos. Esto es por lo general muy difícil para los extranjeros, porque sus estudios no son reconocidos, le faltan contactos y, si acaso, casi siempre terminan ganando bajos salarios. 2. Cásate con un ciudadano de la Unión Europea. 3. Ten un niño con un/una alemán/a.

Y esos son los consejos para el amor en medio las turbulencias de la dependencia económica, burocrática y existencial. De un momento a otro un niño es valorado tanto más (o tanto menos) como un sello de visado en el pasaporte. Las expectativas, los subsidios o quizás también las ayudas negadas interfieren con los sentimientos. Rojo no es solo el color del amor, es también una alarma. Roja es también la ira. La rabia que da el desamparo, el estar-a-merced-de-otro, las pretensiones inadecuadas. Un nosotros revienta.

La poeta alemana Monika Rinck en su ensayo poético „¡Ah, eso del amor!“ (2006) escribió sobre la problemática del plural, que al fin y al cabo cumple una función gramatical y no solo una función entre humanos: “El plural sugiere un interés común, un estar-en-medio-de, en el sentido literal de la palabra. Un nosotros a secas no tiene que ser un grupo.” Un nosotros es un ser excepcional, en el mejor de los casos es la intersección de intereses y valores comunes, objetivos y preguntas compartidas. Monika Rinck continúa: “A un grupo se le atribuye el tener algo en común, una cultura (en el uso más plano de la palabra) o, digámoslo así: algo por hacer, estar a la espera de felicidad”. Este elemento en común es el tercero entre los dos. El medio unificador, el emulsionante, los siempre sorprendentes resultados de un experimento, cuando tú y yo nos encontramos el uno con el otro en el tubo de ensayo de las emociones. En el peor de los casos el tercero invisible es una ley injusta, un patrón que no paga, un trauma familiar heredado.

¿Entonces cómo convivir con el tercero? ¿cómo reconocerlo? Un camino seguro sería entender la convivencia como una cualidad de acción y no como la definición de una situación. Así, por su incapacidad de acción, el tercero ausente pierde la contienda. La convivencia se entendería entonces como presagio subjetivo de un lugar de ensueños del plural. El filósofo y autor caribeño (antillano) Édouard Glissant desde su perspectiva de la política de la identidad llamó a esto la “poética de la relación”: “Lo idéntico no deja huellas en la vida, sino lo diverso. Lo que es igual produce: nada. Esto empieza ya con lo genético. Dos células iguales no pueden producir nada nuevo. Y en lo cultural es también así.”

Tres combinaciones: Lo diverso es poético en la convivencia. La poética de la convivencia está en la diversidad. La convivencia es diversamente poética y quien la tenga por un peligro, es una amenaza contra ella, como lo demuestra el estallido de terror de Anders Breivik en Oslo, donde murieron más de 90 personas inocentes por su locura.

*“miteinander“: no existe en español. El tema del mes en alemán es “leben miteinander” que se traduciría literalmente “vivir con-un-otro”, pero en español existe el término convivir y por eso lo tradujimos de este modo. “miteinander” puede significar “juntos” o “el uno con el otro”.
** Migrationshintergrund: antescendentes migratorios. Término acuñado por el instituto oficial de estadísticas que define a todas las personas que migraron a Alemania después de 1950 y sus descendientes, hayan nacido estos con o sin la nacionalidad alemana.

Traducción: Natalia Guzmán Díaz

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