Novela – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Una noche de debut y despedida http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/eine-auftakt-und-abschiedsnacht/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/eine-auftakt-und-abschiedsnacht/#comments Fri, 22 Oct 2010 11:27:32 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3071

Voy a contar la historia de un cantante: mi vida como Superdemokratico es un episodio de Californication. Vivo como si el almanaque no existiera. Cuando comencé a escribir para el blog mi corazón era una postal desde Idaho. En el trayecto se me ha jodido el parque de lo lindo: se me jodió la laptop. HP me la secuentró durante varias semanas. Y el retraso de la entrega de textos volvió loca a mi traductora y a Rery, quien tuvo que hacer de jefa y me amenazó: Eh, morro, si no cumples, no habrá más travestis para ti cuando vengas a Berlín. Entonces, se encendió la alarma. Medio escribí unos textos que le parecieron flojos pero otros le latieron. Aunque a veces me puse abajo en el marcador, puedo afirmar que se trata de un empate. Además de mi trabajo de 8 horas de oficina, los tiempos de entrega de reporte de la beca que me dieron para escribir el libro de cuentos Confesiones de un despachador de pollo frito me estaban tragando. Sumemos que en medio de este proceso sufrí una mudanza. Mi escritorio se quedó en la antigua dirección y era incómodo escribir en una mesita que me hacía empinarme como si estuviera todo el tiempo sacando de un pozo agua de tlacote. Y como cereza del pastel se me vino encima la corrección de pruebas de mi nuevo libro que salió ayer jueves: La marrana negra de la literatura rosa. Y como nunca falta un extra, a principios de octubre Fernando Vallejo estuvo en mi ciudad para ofrecer una conferencia, y yo era el encargado de levantar todo el rancho.

Vallejo piso Coahuila y todo salió con madres. Mientras tanto yo me dedicaba a contestar las preguntas de una chica de chile para el libro que se editó sobre el festival de novela en Barcelona, en el que me encuentro ahora. La noche en la que Fernando visitó el norte, me fui en compañía de unos amigos a un café y a las nueve de la noche un cuatro tipos entraron a ejecutar a un sujeto. Escuchamos los disparos y nos tiramos al piso. Juntó a mí estaba Edgar, mi súper bróder. Le pregunté si estaba bien y no me contestó. No encuentro la manera de describir el vació que se creó dentro de mí. Para mi suerte se cortó con una botella y auqnue sangraba escandalósamente no lo alcanzó una bala perdida.

Todo lo anterior sucedió en los meses en los que acepté formar parte de la plantilla de los Superdemokraticos.

Barcelona, España, 10 de octubre de 2010

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Paraísos perdidos http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/verlorene-paradiese/#comments Fri, 09 Jul 2010 16:26:20 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=444 Porque ya sabía yo lo que iba a sucederme, intenté posponer lo más posible las páginas finales. Pero anoche no pude más y terminé de leer El arpa de hierba de Truman Capote. Siempre me pasa lo mismo: cada vez que termino de leer una novela (o de ver alguna de las miniseries que se han vuelto mi perdición) me sobreviene una suerte de melancolía. Tampoco se trata de ponerme dramático: es una vaga sensación de vacío que se me quita en cuanto lavo los trastes de la cena o suena el teléfono.

Pero esa vaga sensación de pérdida viene a cuento aquí porque el fin del relato me arroja a un presente que por un momento descubro sin sentido. Digamos que el tiempo de la narración es un tiempo histórico: avanza, va hacia adelante. Así, cada vez que termino de leer una novela o llego al final de una miniserie, experimento en pequeña escala lo que algunos han llamado el fin de la Historia, esa otra narración. Sí, por supuesto que estoy exagerando. Y por supuesto que a un gran libro se puede volver siempre, pero también hay que decir que eso no es consuelo: el libro se ha vuelto parte del propio pasado y se vuelve a él como se vuelve a un viejo lugar conocido: un paraíso perdido.

Eso no me pasa con la poesía. Un poema exige que se vuelva a él una y otra vez. Entristecerse porque se terminó un libro de poemas sería como entristecerse porque se acabó un disco. Ridículo. Un disco que podemos volver a poner cuantas veces queramos: tal es un libro de poesía. El tiempo de las canciones es el tiempo de los poemas: el tiempo cíclico, es decir, mítico, de lo que siempre vuelve. Por eso, en cuanto soporte, el disco me parece asombroso: hace suyo el tiempo cíclico: es circular: gira. Y uno pone siempre la misma canción.

Hace varios años leí con entusiasmo a María Zambrano: debo confesar que cada día me gusta menos. Sin embargo me sigue pareciendo fascinante su interpretación del Génesis. Para ella el pecado original es el haber caído en la trampa del futuro. Dice la serpiente: “…y seréis como dioses”. El asunto radica en el tiempo de la conjugación verbal. Adán y Eva caen en la trampa de la idea de un futuro mejor, es decir, en la lógica del progreso, y lo que pierden es la plenitud del instante, es decir, el paraíso. El tiempo se escinde: nace la noción de un futuro y por lo tanto un pasado. Tal es el comienzo de la Historia.

Sí, cada vez que termino una novela es el fin de la historia, pero también el comienzo: la expulsión de un paraíso. Y me encuentro una y otra vez en el mismo lugar: un presente vacío al que debo de inventarle un sentido para volverlo tolerable (nada que ver con la plenitud del instante), es decir, hacerlo ingresar en la historia, volverlo narración: ¡qué pereza! Entonces prendo la tele.

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