nacionalidad – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Fin del Contacto intermitente http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/schluss-mit-dem-wackelkontakt/ Wed, 28 Dec 2011 10:28:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6261 en una Ciudad de densa Densidad de Poetas Componer significa Componer es decir escribir es decir (co)meterle a la Literatura activamente y eso en una Ciudad con doscientas Nacionalidades de las cuales ciento treinta y seis están solo en mi Neukölln es decir un Interludio de muchas Lenguas que se encuentran leen traducen leen y luego claro esta tomar Cervecitas es parte de la cosa así me lo imaginé yo pero

desafortunadamente se aíslan los diferentes Grupos entre sí en esta Ciudad aunque ya se haya intentado lo contrario pienso en Rage into the Night en St. Gaudy Café o en otras Lecturas multilinguales parecidas en Altes Finanzamt o también en la linda Lectura de los Sábados por la tarde del Hinterzimmersalon o la de Lauter Niemand o sea organizada el verano pasado en un sábado lluvioso por No Mans Land en un barco, donde se oía además del Alemán, el Inglés y el Español por lo menos mientras el Contacto intermitente del Micrófono lo permitió sí

eso es quizás

reparar el Contacto intermitente que daña el Hacer Literatura entre todos e incluso lo impide i have a Dream

¿en qué consiste entonces mi Participación personal en la Escena literaria de esta Ciudad? Amistades y Conocidos entre los Escritores que escriben Poesía y Prosa tanto en Inglés como en Alemán yo voy a sus Lecturas y me encuentro con ellos personalmente eso se podría llamar: Activismo literario pasivo yo misma escribo Poemas en Inglés y traduzco Poesía del Alemán sobretodo de Amigos y Amigas y Conocidos al Inglés Traducciones que luego se publican en Revistas por ejemplo No Mans Land o Shearsman o Grate Works o Horizon Review o Litter pero también en algunas German Poetry Special Features que se publican en USA – en el Chicago Review en Atlanta Review en LITmag en Shampoo y en 2010 salieron con Shearsman Books también mis Traducciones de Norbert Hummelt en la tirada Berlin Fresco luego hubo también otras Lecturas bilingües entre otras también en Poets Corner en el Poesiefestival Berlin o en Lettretage junto con André Jahn que trasladó mis Poemas al Alemán pero también en el nombrado Barco en la ya mencionada Tarde lluviosa de un Sábado veraniego lo que se podría llamar Activismo literario activo y así tengo por decirlo así un Pié en cada Lado

en el Lado anglófono a veces hay más o a veces menos Lecturas e Intercambio frecuente con Communities anglosajonas en Praga París Amsterdam y con Contactos también con la Isla pues cada año en Noviembre se logra atraer Poetas y Poetizas de Gran Bretaña y otras Ciudades europeas a Berlín para que participen en Poetry Hearings de nuestro Festival de Poesía Aglófona en Berlín ya mencioné Praga

porque

allí viví Algo que puede servir de Ejemplo de cómo uno y una puede unir los Activismos literarios en Berlín que se aíslan los Unos de los Otros I have a Dream

it goes something like this

se lee en una Tarima entre todos en diferentes Idiomas – Alemán Inglés Español Francés Ruso y todos los otros Idiomas en los que se escribe en Berlín- y todos los Textos recitados han sido ya traducidos a cada uno de los otros Idiomas traducidos y luego con Recital o Proyección

pero Algo así solo puede funcionar si se encuentra Financiación para pagar las Traducciones o si Personas comprometidas asumen las traducciones sin Honorarios como yo lo he hecho tantas veces y todo vuelve y fracasa por el vil Dinero pero eso sería Activismo literario real Integración literaria

i have a Dream

Traducción: Natalia Guzmán Díaz

]]>
Formulario http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/#comments Wed, 01 Sep 2010 07:00:28 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1345 Hoy recibí el mensaje de mi abogada diciéndome que el momento ha llegado y que si quiero, puedo aplicar para la ciudadanía Estadounidense en el momento que me parezca conveniente. De inmediato bajé el formulario de Internet y como si fuera cosa de vida o muerte, comencé a llenarlo a toda velocidad.

Hace algunos años mi padre izquierdoso habría tenido un síncope si le hubiese dicho que iba a jurar lealtad a la bandera de los Estados Unidos y todas esas ceremonias horribles por las que tendré que pasar. Seguramente yo misma hubiera tenido un síncope. Yo marché contra la guerra, leí todas las revistas de izquierda y los libros de los revolucionarios, la cosa para mí estaba muy clara.  Yo no quería querer a este país, no sabía nada de su historia ni su gente, y sospecho que tampoco quería saber.

Pero las cosas cambian. No tanto afuera, porque las guerras y las políticas y las torturas son las mismas, sino adentro de uno, a nivel privado y sentimental. La vida te arrastra, te abre la boca y te mete el dedo, te muestra cosas que no querías ver.  He vivido aquí por cinco años y me siento en casa, aunque no me siento “de aquí”. Ni siquiera sé si me voy a quedar. Pero con la ciudadanía podría votar en el lugar donde vivo, y por lo menos reclamar cómo se usan los impuestos, incluidos los que pagamos millones de inmigrantes no ciudadanos. Por lo menos podría actuar de alguna manera para que se mantengan las bibliotecas donde me meto a escribir, las universidades donde quiero estudiar y para que se pueda casar la gente que se quiere casar. En fin, participar en la ilusión colectiva de la democracia y sus ritos. Y bueno, también supongo que me permitiría trabajar para el gobierno federal en caso de que alguna vez me quiera convertir en espía de la CIA.

Pienso mucho en la ciudadanía que tengo ahora, con la que nací. Aunque no lo es, tomar otra se siente como una pequeña renuncia. Pero en este momento mi ciudadanía es de un país que sólo existe en mi cabeza. Me alcanza la vida solamente para leer los diarios, para putear por Internet y por teléfono cuando hablo con mi padre los fines de semana. Voto cada vez que puedo estar físicamente presente, y aún así no me sirve para un carajo, porque el país va para donde vá, y no para donde yo quiero. La ciudadanía se me ha convertido en un vago sentimiento de pertenencia política a un territorio donde siempre seré una extraña, aunque no esté ausente.

Voy marcando diligentemente las casillas del formulario que revela las neurosis norteamericanas: No, nunca he sido miembro del Partido Comunista, nunca quise derrocar a ningún gobierno por la fuerza más que en mis sueños más profundos, no trabajé con el gobierno Nazi en Alemania entre 1933 y 1945, he sido buena y jamás me han arrestado, no he ejercido la prostitución ni la bigamia, no he apostado ilegalmente y no sé a qué se refieren con ser un borracho habitual, pero por si acaso voy a marcar que no.

La ciudadanía en este país es algo que mucha gente quiere, un estatus legal que resolvería los problemas de millones, que hoy viven en la incertidumbre económica, familiar y personal. Sólo la gente más privilegiada, como yo, es tan pendeja de ponerse con consideraciones filosóficas ante un problema que no tiene. Quizás sea parte del teatro, quizás sea algo pequeño, quizás no tenga importancia, pero siento que la ciudadanía me permitiría al menos votar, reclamar, exigir que se respeten los derechos humanos de quienes no tienen la posibilidad de tomar esta decisión.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/formular/feed/ 10
Ciudadana de dos catástrofes http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/burgerin-von-zwei-katastrophen/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/burgerin-von-zwei-katastrophen/#comments Fri, 20 Aug 2010 07:17:09 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=966 Mis dos países son dos catástrofes, por eso cada día vivo más en un lugar imaginario. Mejor digamos: un lugar virtual. Mi participación ciudadana es nula porque soy una habitante imperfecta que no es de aquí y no está allá. No tengo voz para opinar sobre Venezuela porque no estoy allí – me dicen. No puedo decir nada de Israel porque soy una extranjera – pienso. Desde este limbo ciudadano, estoy anulada y voy sorteando las dificultades lo mejor que puedo. Las leyes de aquí y las de allá me afectan y no saben dónde ponerme. Para que mis hijos pudieran entrar a Venezuela tuve que sacarles la nacionalidad argentina – que les correspondía por vía paterna-. Poco importó que fueran mis hijos: si van con pasaporte israelí no pueden entrar al país en el que nací y viví hasta hace poco tiempo. Cada vez que me acerco a la taquilla de algún ministerio debo contar cómo es que llegué hasta aquí. Cada vez que piso un aeropuerto, debo explicar por qué quiero llegar hasta allá. El día que mis hijos recibieron la nacionalidad argentina, fuimos a comernos un asado en un restaurante argentino for export para celebrar. La música que nos recibió en aquel simulacro gauchesco fue aquella vieja y lacrimógena canción que dice “no soy de aquí, ni soy de allá“.

Ninguna bandera me place. Si se acaba el agua en el medio oriente, yo me devuelvo a Venezuela. Si se inicia otra guerra, si un atentado me toca de cerca, si el mediterráneo arde de medusas, si la tan prometida bomba atómica por fin recala por estos lados, yo me devuelvo a mi casa. Pero mi casa no es ya mi casa, sino un campo de batalla en el que la violencia y el hampa le van ganando con muchísima ventaja a cualquier buena intención. Venezuela va cuesta abajo en su rodada por / o a pesar de ese invento llamado “socialismo del siglo XXI”. Una doctrina supuestamente novedosa,  pero que está asentada en viejísimos conceptos y palabras.

Desde hace diez años el Estado está ocupado en cambiarle el nombre a los ministerios, los institutos, los departamentos, los bancos, las plantas de televisión, la moneda. Todo debe tener un nombre de acuerdo a la nueva realidad política. Y yo ya no sé cómo se llama nada. Mientras tanto la primera plana de un diario de gran circulación muestra una realidad dolorosa: En la foto rebozan los cuerpos desnudos de una decena de muertos que no caben en una morgue repleta y por eso están amontonados en algún pasillo. Todos fueron asesinados por el hampa durante un fin de semana cualquiera en Caracas. Cuerpos descomponiéndose, sin nadie que les cierre los ojos o los prepare para la fosa (común, por supuesto). Una guerra. Si alguien dice que ya no se puede vivir por tanta violencia, a un ministro le causa risa. Tal vez mande a cerrar a ese periódico por escatológico en cuanto pueda reponerse de su gran carcajada.

La misma carcajada con la que una soldada del ejercito israelí se retrata rodeada de detenidos palestinos amarrados y vendados. El mejor período de su vida – así lo escribe en su página de Facebook, donde publica la ya célebre foto que le hace saltar a la fama.  En mis dos países abunda la carcajada, por lo que se ve. Y los cadáveres. Y los secuestros. Y los detenidos. Y los presos políticos. Y las guerras. Y las guerrillas. En Venezuela hay más hambre, eso sí. Y una miseria milenaria que a nadie le duele.   Mi participación ciudadana es nula. Vivo en mi país imaginario, mi país virtual, mi submarino atómico, mi asteroide B612.  Si hay una guerra, cierro las ventanas para no escucharla. No reciclo la basura, no cuido el agua, espero que el agujero en la capa de ozono esté lo suficientemente grande como para tragarse todas las injusticias. No marcho en pro de ninguna minoría, pues soy la minoría de las minorías. Nadie marcharía por mí, de la misma manera en que nadie cree que mi opinión política tenga algún valor estando yo tan lejos, siendo yo tan extranjera.

]]>
http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/burgerin-von-zwei-katastrophen/feed/ 11