musik – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Cuando creo que me voy, siempre, estoy llegando a otro lugar http://superdemokraticos.com/es/laender/argentinien/wenn-ich-glaube-dass-ich-gehe-komme-ich-gerade-immer-woanders-an/ Tue, 12 Oct 2010 07:15:47 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2630

Este texto debería ser una despedida. Pero más que una despedida me gustaría pensar que esto es una puerta que se abre, un comienzo y una bienvenida. Porque siempre, toda partida es un regreso y toda experiencia abre nuevas posibilidades. Pienso que ésta, la superdemokrática, no tiene que despedirse. Tiene que desplegarse, seguir creciendo más allá de sus límites.

Dese un principio me gustó la propuesta. Me gustan las formas de trabajo colectivo y sobre todo la creación de espacios que no existían para pensar creativamente las articulaciones entre las diferentes concepciones o formas que toma democracia. Me gustó pensar temas, desde el día a día, fue un ejercicio de escritura que no sólo me divirtió mucho, sino que me hizo pensar cosas desde lugares diferentes. Leer propuestas y experiencias muy diferentes a las mías y eso siempre es enriquecedor.
También pienso que me hubiera gustado participar mucho más activamente y tal vez por eso, no quiero que se acabe. Me gustaría que pudiéramos pensarlo como una primera etapa y que ahora hay que construir la siguiente.

Recuerdo que hace un mes, más o menos, había surgido la posibilidad de hacer una presentación del blog aquí en Buenos Aires. En ese momento yo estaba muy complicada y no me pude reunir con mis compañeros bloggeros, pero pienso que ahora tal vez pueda ser una linda época… ¡es primavera! Los árboles están floreciendo, el verde del pasto empieza a hacerse un lugar entre el gris del asfalto. La gente está contenta y los pajaritos cantan.

Entonces, digo: ¿Lo hacemos? Tal vez Agustín, mi colega argentino, y alguien más que tenga pensado visitar Buenos Aires, tenga ganas de sumarse… ¿que dicen Rery y Nikola?

Y una segunda instancia para charlar entre todos… podría suceder una ronda de presentaciones en cada uno de los países en que vivimos los escritores que participamos… y si no… amigos, compañeros, como dice Gustavo Adolfo Bécquer… ¿Quieres que conservemos una dulce memoria de este amor?, pues amémonos hoy mucho y mañana ¡digámonos, adiós!

Pero no, no me voy a despedir de nadie, simplemente voy a decirles que fue un placer trabajar con ustedes, con todos, escritores, Rery, Nikola, Marcela y toda la gente que hace que esto salga a la red, gracias a todxs.

Y antes de irme, les mando unos links que hace tiempo quiero compartir con los superdemokráticos algunas cositas que están pasando por aquí…escuchen estas bandas, impresionante verlas en vivo!

Paula Maffia / Lucy Patané y companía
http://www.myspace.com/paulamaffiaylacosamostra
http://www.myspace.com/lastaradas

También las fotografías de Natacha Ebers que hace fotografía estenopeica y además tiene un registro impresionante de toda la movida de las nuevas bandas y músicxs que andan dando vueltas por esta ciudad. http://www.flickr.com/photos/natachaebers/

Y no me despido porque siempre, cuando creo que me voy, estoy llegando a otro lugar.

aún no es ahora
ahora es nunca

aún no es ahora
ahora y siempre
es nunca

A. Pizarnik

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El blues de la globalidad http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/der-blues-der-globalitat/ http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/der-blues-der-globalitat/#comments Tue, 05 Oct 2010 15:00:39 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2394 Soy un obsesivo compulsivo. Así como el adicto a la coca dedica la mitad de su vida a mangar comprar conseguir cocaína, yo invierto la misma cantidad de tiempo en bajar música. Sufro síndromes de abstinencia terribles. Y padezco las angustias del “completista”, no encuentro paz hasta no descargar discografías completas de grupos que ya a nadie le interesan. Sumemos a lo anterior que además colecciono discos originales. Existen álbums que me roban el sueño. No me conformo con la música. Necesito el booklet: el art, es decir: la leyenda. Por improbable que esta sea.

Recuerdo cuando el cd llegó a mi ciudad (1989). Babeaba ante el aparador de la tienda de discos frente al Delicate Sound of Thunder de Pink Floyd. Confieso que el formato me era indiferente, yo ansiaba el contenido. Era conservador y quisquilloso. Y lo fui durante un tiempo, hasta que la descarga gratis me mostró el confort y la música para volar. Parafraseando al filósofo español Eugenio Trías: no hay más rey ni más ley ni más dios que el maldito Internet. Recuerdo la lucha entre apocalípticos e integrados que suscitó el debut del compact disc. Los puritanos se inclinaron por el Lp, los vanguardistas por la nueva presentación. Innumerables apologías y descalificaciones se presentaron. Yo me compré el casete, adoraba hacer mix tapes (tal vez sean los culpables de mi vocación de escritor) tenía once años, cursaba sexto de primaría, no podía pagarme un sistema de sonido que reprodujera “compacs”.

El Lp y el casete se convirtieron en novias del olvido y se estableció el reinado del cd. Sin embargo, se presentó el mismo problema con los anteriores formatos. Algunos discos eran inconseguibles. Así transcurrió más de una década. Entonces dios padre Internet se hizo accesible y nuestro estatus fue transformado primero por las compras en línea y después por la descarga gratuita. Durante un tiempo fui suculenta víctima de Amazon, Ebay, Cd now, Volver, etc. Aún lo soy, aunque en menor medida.

Entonces comencé a descargar música. Cuántos sentimientos encontrados, cuántas satisfacciones y desilusiones me ha traído esta práctica. No pocos temieron caer a la cárcel, como sucedió en Estados Unidos por atentar contra los desechos de autor. Pero no toda la música está en los cables como aseguraba Cerati. Hoy en día sufro de incontables migrañas gracias a que no puedo encontrar toda la música que deseo en la red. A pesar de que bajo de páginas como: Taringa, Bolachas, Emule, Isohunt, entre otras, no consigo todo lo que quiero, por ejemplo: discos de una banda chilena llamada Ex.

Es eficaz descargar de páginas que almacenan links, pero como en estas abundan los links caídos, tengo que recurrir a la música almacenada en otras computadoras. Llevo meses rezando que un usuario que tiene un disco de Wilco se conecte. Pero San Juditas todavía no me hace el milagro. ¿Existe San Internet? Todo el día pienso en por qué no se conectará este cabrón. Qué hace. ¿Estará acostándose con mujeres? ¿Por eso está tan ocupado? Por su nombre de usuario sé que vive en Chicago. Le mando mensajes a través de la página de descargas y no contesta. No puedo evitar recrear su vida. Visito páginas, foros, blogs, que arrojen un dato sobre su mail. A través de Google Earth recreo la ciudad como Joyce recorrió Dublín con su libro, lo espío, lo he visto cagar, pero no se me ha hecho que se siente frente a la computadora y encienda su lap top el tiempo suficiente para bajar el disco. Y así me pasa con tipos de todo el mundo.

Cada mañana despierto con una sola idea en la cabeza. Asistir a una sesión de Alcohólicos Anónimo, subir a la tribuna y decir con un café y un cigarro en la mano: Buenas noches, mi nombre es Carlos Velázquez y soy adicto a descargar música.

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Ni como putas http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/nichtmal-als-nutten/ http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/nichtmal-als-nutten/#comments Thu, 02 Sep 2010 06:49:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1389 Un europeo que estuvo de visita en Argentina seguramente recuerda con agrado la hospitalidad: “¡Llamáme!” “Veni a casa, ¡hoy hacemos un asado!” Los argentinos reciben a los extranjeros con los brazo abiertos; siempre que vengan del hemisferio Norte. La gente de otras regiones pobres de Latinoamérica lo tienen más difícil.

“Argentina siempre se creyó una Argentina blanca”, dice Lourdes Rivadeneyra. “La discriminación contra los inmigrantes de países vecinos tiene mucho que ver con el color de la piel, con los rasgos faciales y con la pobreza. De repente eres, para muchos, un enemigo. Hubo en todo el barrio carteles que decían: no queremos a las bolivianas ni como putas”.

Rivadeneyra vino a Argentina procedente de Perú hace 18 años, hoy en día trabaja en el Inadi, la agencia argentina contra la discriminación. Allí ayuda a inmigrantes de Bolivia, Paraguay y Perú a construirse una nueva vida en Argentina. Alrededor del 10% de los 38 millones de habitantes de Argentina proceden de Paraguay, Perú o Bolivia.La gente sueña con el sueño americano“, afirma Rivadeneyra. “Creen que encontrarán en Argentina trabajo, una gran vida. Lamentablemente la realidad hoy en día es otra. Muchos no tienen trabajo, sobreviven en condiciones infrahumanas o con trabajos prácticamente de esclavitud“.

Abordados en la calle, los argentinos resultan distantes. No obstante, su rechazo a los inmigrantes se puede leer entre líneas.

Escuchen:

[audio:http://superdemokraticos.com/wp-content/uploads/2010/08/encuesta-argentina.mp3|titles=Encuesta / Umfrage]

Mujer 1: Pienso que hacen muchos trabajos que nosotros, los argentinos, no estamos dispuestos hacer

Hombre 1: Están muchísimo mejor de lo que alguna vez pudieron estar en su país de origen.

Mujer 2: Toda esta gente está utilizando nuestros servicios y no lo retribuyen. La gente no paga nada igual que si fuesen residentes de Buenos Aires.

Mujer 1: A veces también me sale alguna cosa xenófoba, de pensar mal de ellos o de discriminarlos, „ah, tiene que ser boliviano o paraguayo o lo que fuera“. Me enoja conmigo misma. A veces me sale. Soy humana, no lo puedo evitar.

Hombre 3: A todos los que vienen de afuera lo aceptamos. En otro país se quejan de eso. Que cuesta entrar en la sociedad. Acá el que viene de otro país lo aceptamos rapidamente. Pero lo que me está doliendo ahora, por ejemplo: el italiano y el español, que venía, era más sacrificado. Ahora está viniendo otro tipo de inmigración, de países limítrofes y son cómodos. Quieren que se les dé una casa, ocupan casa, que el italiano y el español no hacía eso.

Las encuestas muestran que seis de cada diez bolivianos se plantean abandonar la patria. Muchos de ellos quieren ir a Argentina. Porque están desinformados y no saben lo que les espera allí, dice Rivadeneyra. Un inmigrante jamás contará a los suyos que las cosas le van mal: El extranjero nunca va a decir a su familia que está mal.“

Tampoco a Shirley López le dijo nadie antes de su viaje que los bolivianos no son bienvenidos en cualquier parte de Argentina. Escuchó en boca de amigas que “Argentina era genial, que uno ganaba en dólares, que la vida era muy buena y la comida deliciosa“.

López es de baja estatura y tiene la tez oscura. Una mala punto de partida para una nueva vida en Buenos Aires. Shirley trabajó como modista en una fábrica textil coreana, ahora es ama de casa y se encarga de su hija pequeña. La mujer de 34 años vive en Argentina desde hace tres y todavía se siente como extraña. De no haber conocido a su hoy marido, habría vuelto hace ya mucho a Bolivia. Desearía que los argentinos le mostraran más respeto.

Todos los argentinos son migrantes. Y viven en el país de los quechuas, aymaras y querandíes. Pero no quieren entender eso. Siempre dicen que nosotros somos los invasores, los migrantes, porque somos chiquititos y morenitos. Insignifcantes, indios, nos dicen. Bolivianos de mierda, bolitas sucias.

Cuando Shirley echa de menos su patria, se va a la habitación, escucha música boliviana y cierra los ojos.

Escuche:

[audio:http://superdemokraticos.com/wp-content/uploads/2010/08/shirley-musica.mp3|titles=Shirley escucha música en su habitación]

Me gusta mucho escuchar la música de allá porque siento que estoy en mi tierra. Aúnque estoy encerrada en mi cuartito, parecie que estuviera allá cuando lo escucho más fuerte. Me imagino que estoy allá. Siempre la escucho, pero a veces me siento mal entonces prefiero no escucharla.”

Hasta mediados del siglo XX, los inmigrantes, sobre todo italianos y españoles, pero también judíos y árabes, han marcado profundamente a la sociedad argentina. Hoy en día la situación es otra, dice Rivadeneyra. Argentina debe acostumbrarse a los inmigrantes de todas las regiones latinoamericanas: “Antes apenas venían colombianos, hoy llegan mínimo diez al día, la mayoría jóvenes adolescentes. También vienen muchos refugiados de Haití, no sólo desde el terremoto. El problema es la pobreza. A un extranjero que tiene dinero no le discriminan.

Traducción: Ralph del Valle

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Busco lo que cualquier fantasma: un cuerpo http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/ich-suche-das-was-jedes-gespenst-ein-korper/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/ich-suche-das-was-jedes-gespenst-ein-korper/#comments Tue, 10 Aug 2010 07:05:03 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=645

El cuerpo es un tirano. Una trampa, una trampa maldita. Nos condena a despedir cierta música. Algunos destilan música ligera, nosotros música norteña. Desde Tijuana a Tamaulipas, el narcocorrido es la ley. Nada nos libra de esa anatema. Todo empezó con la tradicional música de acordeón y bajo sexto. Monterrey, Nuevo León, es considerado la capital mundial de la música norteña. El corrido, el bolero norteño, la polca y el shotiz, eran la representación del cuerpo del antiguo norteño. Ahora, el cuerpo del posnorteño es identificado con el narcocorrido.

No puedo imaginar a un güero o a un japonés pegarle al pasito duranguense. Qué taxonomía, sino es la norteña, exige al grupo Exterminador o a Los Tucanes de Tijuana . El cuerpo cubano pide son, el chilango salsa, el norteño taconazo. Es bien sabido que en Coahuila, Sonora, Durango, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Baja California Sur y Baja California Norte nada es más preciado que viajar en troca por el desierto con un Tecate de 16 onzas entres los güevos y en el estéreo un disco de Los cadetes de Linares.

No consigo concebir para mi cuerpo otras historias que no sean las que narran las canciones norteñas: historias de cuatreros, pistoleros y narcotraficantes. La tragedia griega le ha quedado chica a mi Levi’s 559 36 X 30. Cómo no exhibir este cuerpo bragado y atrabancao que gusta de las piqueras si la música de El viejo Paulino es mi pan de cada día. A mi fisonomía no le vienen otros ritmos, no está diseñada para otros estilos.

Sombrero vaquero, cinto piteao, bota de avestruz, pantalón de mezclilla, camisa Wrangler y música de Los Tigres del Norte podrán ser el atuendo obligado del norteño, pero estos cuerpos no se hallan a gusto en otra traza. Todos, desde el más morrillo hasta el más malilla somos un grupo de fantasmas que encuentran en la música norteña su carne y su hueso.

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Siempre fui un observador comprometido con las emociones http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-immer-ein-beobachter-gewesen-der-gefuhle-ernst-nimmt/ Wed, 16 Jun 2010 12:56:00 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=261 Mi abuela antes de morir me entregó una pequeña autobiografía que con mucha dificultad, había terminado de tipear en una vieja máquina de escribir herrumbrada, a lo largo de sus últimos años en un asilo para ancianos en Buenos Aires. De vez en cuando yo la pasaba a buscar y salíamos a tomar unos cafecitos en alguno de los bares de la zona de Plaza Italia. En una de esas salidas me la entregó.

Calcagno - Foto: Mariano Maur


Solemnemente me regaló los fragmentos de vida que su incipiente senilidad le había permitido retratar en unas pocas páginas. La solemnidad es algo ineludible de mi familia materna. Todos, incluida mi propia madre, siempre intentamos que nuestras pequeñas reflexiones sean escuchadas como si fuesen dignas de ser publicadas en gruesos volúmenes y luego guardadas en la Biblioteca Nacional. A decir verdad, creo que ese es un rasgo heredado de mi abuelo, el marido de la autobiógrafa. Era un tipo sumamente serio, un hombre de unas derechas nacionalistas que ya nadie recuerda, pero que alguna vez fueron moda en todo el mundo. Un tipo antiliberal en todo el espectro de interpretaciones que este concepto tiene: mata puto, mata gringo, mata zurdo, mata mina, etc. Las discusiones de los domingos al mediodía, por ejemplo, siempre terminaban cuando, harto del increscendo del volumen y de la crispación familiar, pegaba un fuerte golpe sobre la mesa y a continuación lanzaba algún insulto añejo como: puñetas! A los más chicos esos agravios pasados de moda nos causaban tanta risa que salíamos corriendo para no cortar la solemnidad del momento.

Casi siempre las charlas con mi abuela versaban sobre política o filosofía, temas de los cuales sabía bastante, porque mi abuelo era profesor de historia y porque ella había sido una de las primeras egresadas de la Universidad de Filosofía y letras de la Ciudad de Córdoba, en una época en la que las mujeres eran poco más que receptáculos de semen. Eso la convertía en una mujer vanguardista, pero a pesar de esta primera impresión, no lo era para nada. Extrañamente creía que la mujer debía ocupar un lugar subordinado al del hombre, rezar todos los días y velar por el bien de la familia. Varias veces intenté indagar en esta contradicción, pero al igual que con la cuestión de la inexistencia de Dios y de las responsabilidades de la iglesia en cuanto crimen haya sucedido, no tenía ninguna respuesta..

La biografía de mi abuela, como es de esperarse en cualquier biografía, cuenta algunas anécdotas que resultaron significativas para su vida, en su caso, la de su familia. Es así como en un episodio aparezco de bebé mirando un póster con el dibujo de una vaca mientras mi vieja me daba de comer alguno de esos purés inmundos, que son lo poco que un desdentado puede digerir. A pesar de ser gordito, me sentaban a comer y me quejaba constantemente, hasta que me ponían frente al colorido póster de la vaquita. Se ve que mis ansias carnívoras se desataban y fantaseaba con que cada cucharada de puré era vacío, riñones o chinchulines. Como buen argentino, nací mirando una vaca y ahora me la paso tragando sus deliciosas partes.

Los años fueron pasando y entré en la etapa de escolarización, en la cual no tuve mayores logros ni grandes dificultades. Simplemente iba a la escuela, y con un poco de simpatía y un mínimo esfuerzo, aprobaba año tras año tras año tras año. Ya alrededor de los doce o trece empecé a estudiar guitarra y rápidamente armé un grupo con el objetivo de ser los nuevos Serú Girán. Después de más de doce años y muchas formaciones, me dí cuenta de que nunca iba a llegar a penetrar en las almas de las personas como ellos, fue  entones cuando decidí dejarlo e irme de viaje, para ver si encontraba algún nuevo sueño que seguir.

Entretanto, entré y salí de la universidad del mismo modo que de la primaria y de la secundaria, rapidito y sin problemas. Ya en el último año del secundario un docente de historia que yo admiraba me había recomendado no estudiar una ciencia social porque iba a pasar hambre. Yo pensé que si las opciones eran no estudiar nada y pasar hambre con la música o pasar hambre siendo un poco más ilustrado, era mejor tomar por éste camino. Así que estudié durante algunos años hasta que la institución decidió que ya sabía lo suficiente como para largarme a la calle con licencia para opinar sobre lo que nos pasa. Parece gracioso, pero a diferencia de los doctores, los ingenieros o los abogados, los que supuestamente debemos ocuparnos de las problemáticas que nos afectan a todos, no tenemos ninguna clase de matrícula. Simplemente nos licencian y ya.

Promediando la veintena y con título bajo el brazo, me mudé, viajé, me enamoré, me desenamoré, me emborraché, me drogué y empecé a escribir asiduamente poesías. Toneladas de poesías en papelitos o en el celular o en un blog o en cualquier parte que admitiese la vejación que las palabras hacen de los espacios neutros. Palabras y palabras y palabras y palabras. Siempre me gustaron las palabras, a pesar de no haber sido un gran lector ni un asiduo oyente de radio. Más que nada lo que me gusta es hablar, soy literalmente lo que se dice un charlatán. Como decían Borges y mi abuela: lo mejor que se puede hacer en la vida es tener una buena charla.

Los porteños somos particularmente propensos a la conversación. Acá en Buenos Aires todos hablan y opinan de todo como si fuese un ágora griega. Desde el portero de un edificio hasta el último de los jugadores de fútbol, tienen algo para decir respecto al gobierno, a la cultura, a las costumbres, o inclusive, más contemporáneamente, respecto a lo que pasa en Europa o en cualquier lugar remoto del planeta. El porteño globalizado es casi un arma de destrucción masiva. Sin embargo, tal vez por el exceso de palabras, resulta un lugar sumamente inspirador. Entre tanta tontería y repetición televisiva, pueden escucharse algunas voces, muchas veces nocturnas voces etílicas, que tienen realmente algo profundo que decir. Desde hace ya varios años me dedico a tratar de reproducir algunas de esas voces desde mi bunker en el Barrio del Once. En medio del ruido de los colectivos, unos bólidos infernales que destrozan lo mismo que transportan; rodeado del efímero smog porteño, que la pampa barre durante las noches; recurro a la palabra escrita como medio para legitimar mis ideas.

Retomando el hilo de esta breve autobiografía, debo decir que es sumamente complicado escribir acerca de uno mismo cuando no se tiene demasiado claro quién se es. Como politólogo siempre fui demasiado poético y me enamoré de todas las causas que me entregaran cierta cuota de utopía. Pasé del comunismo, al chavismo y del chavismo al peronismo progresista que nos gobierna, sin abandonar del todo a ninguno de estos amores ya longevos. Pero en el fondo lo que más me atrajo siempre de la política es la capacidad de construir fantasías colectivas, místicas, mundos paralelos que parecen cobrar vida por el sólo hecho de ser muchos haciendo fuerza para forjarlos. Como analista no me interesan demasiado los pormenores de la corte o las estrategias ajedrecísticas que el poder supone. Siempre fui un observador comprometido con las emociones. Lloro en los actos masivos, lloro viendo discursos de Allende, de Fidel o de los compañeros que hoy gobiernan el continente. Me emocionan más las palabras que los hechos, más los colores que las consignas y mucho más los gestos de las personas que las banderas.

Voy buscando encontrar cierto equilibrio entre mis inquietudes emotivas y creativas, y las duras realidades que nos rodean. Tratando de expresar con algo de fidelidad lo que me emociona pero conservando algunos rasgos de meticulosidad profesional. Además tengo la suerte de que algunos crean que mis palabras pueden ser escuchadas más allá de los íntimos, y publican mis locuras en varios medios del continente. Hoy, esto que escribo, esta mini biografía, salió de mis dedos a la misma velocidad que mis ideas. Espero algún día tener algo de memoria, como tuvo mi abuela, para poder continuarla.

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