Maya – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 El fin del mundo una y otra vez http://superdemokraticos.com/es/themen/luge/die-vielen-enden-der-welt/ Sat, 11 Jun 2011 07:08:33 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4112

Hace unos días, una vez más el fin del mundo fue pronosticado por un gurú loco, pero no pasó nada. El siguiente día para el Apocalipsis esta previsto para el 22 de diciembre de 2012. Ese es el final del calendario maya y tal vez también el fin del mundo…?

(c) Lilli Loge

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Pictún http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/pictun/ Sun, 20 Jun 2010 21:13:54 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=307 Intento pensar en la historia de mi país y lo primero que me viene a la mente es la imagen de mi abuela enseñándome a hacer pelotitas de masa de maíz. Dicha masa tiene una consistencia similar a la de la plastilina, así que basta con aplaudir y aplaudir con la pelotita entre las manos hasta crear una pequeña luna que llamaremos “tortilla”. El comal es de barro negro y de forma circular. Representa al universo. Debajo del comal arde la leña y con este calor trasfundido a su superficie, las lunas de maíz son transformadas en esas tortillas que acompañan todas las comidas de los guatemaltecos. En mi ensoñación aparece mi abuela instruyéndome. A partir de una pelotita pequeña, se echaba una tortilla pequeña en el comal. Es lógico. Con una pelotita más grande, tendríamos una tortilla mayor. Pero si hacíamos una gran pelota, una enorme bola de maíz, entonces ya no tendríamos una tortilla, sino un “pixtón”. Recuerdo que estas tortillas especiales eran mis favoritas, a pesar de que mi abuela sufría un poco al ver a su pequeño nieto aplaudiendo con tanta masa de maíz entre las manos y dejando todo hecho un verdadero desastre.

Otra de las razones de mi encanto con los pixtones era el sonido de la palabra. “Pixtón”, que se pronuncia “pishtón”. Adoraba repetirla. Había algo mágico en esta palabra, algo todavía más mágico que la mayoría de palabras mágicas usadas por mi abuela. Su orgulloso linaje ibérico me dejaba alucinado con montañas de arcaísmos que sólo alcanzaría a recuperar años después gracias a mi estancia en el Brasil y a la adopción temporal del portugués como lengua. Pero la palabra “pixtón”, aunque aparezca en el Diccionario de la Real Academia Española (pixtón: 1. m. Guat. Tortilla gruesa de harina de maíz.), poco tiene que ver con la Madre Patria. O con las hermandades galaico-portuguesas.

El ensueño con los pixtones de maíz es en realidad un Caballo de Troya, para que cierta sabiduría pueda hacer el viaje en el tiempo hasta llegar a mi psique. Me explico: según el antiguo sistema de cómputo del tiempo llamado “cuenta larga mesoamericana”, el próximo 21 de diciembre de 2012 concluirá un ciclo de 144,000 días: el treceavo “baktún”. Para los mayas, un periodo de 13 baktunes (5.125 años) correspondía a la duración de una era completa de la humanidad. Y de acuerdo con este mismo sistema de cuenta larga, un “pictún” es un periodo de tiempo inmenso, compuesto de 20 baktunes (7.885 años). Escuchemos bien, por favor: pictún se parece a pixtón. Creo que hasta se trata de la misma palabra de origen maya. Entonces pienso que el acto de echar las tortillas al comal representa una metáfora performativa de la cuenta del tiempo (círculos de masa de maíz como ciclos de años), donde el pixtón simbolizaría un volumen superlativo.

Vistas las cosas de este modo, la historia moderna de Guatemala sería apenas una de las tortillas más pequeñas, esas que prefería echar mi abuela en el comal. Menos de 20 katunes (200 años). Haciendo un corte un poco mayor de tiempo, digamos, a partir de la conquista española, la tortilla no crecerá mucho. Por lo menos no llegará a ser un pixtón. Para hablar de la historia contemporánea (los últimos 40 años) las dimensiones del maíz en el comal, como las de mi país en el espectro cósmico, llegan a ser verdaderamente ínfimas. Con todo, este es el tiempo que me toca vivir, el maíz que me toca comer. Porque nos alimentamos de tiempo, así como un país se alimenta de su historia. O más bien, de sus historias.

Cuando nos apartamos de la creencia en una historia única, cuando percibimos que jamás hay una sola historia sobre ningún lugar, estamos ya en los albores de un mundo superior. La historia es la vibración de la memoria colectiva en eterna reconstrucción. La historia como verdad comunitaria se define a través de una interactividad constante de relatos, en una serie de intercambios simbólicos que incluso pueden llegar a ser violentos. La historia de un país no es unidireccional, ni lineal. El relato histórico oficial se ve confrontado por los testimonios disidentes. Y este conjunto es profundizado y dimensionado gracias también a la ficción y la poesía.

La historia para mí es la historia que vivo, es decir, la historia que escribo. La historia que siento legítima, la más digna de ser narrada. Pero también es la historia que sueño y la historia que imagino. En el pasado y en el futuro. La escritura le da cuerpo a los sueños y a las pesadillas. Es mi manera de habitar el tiempo. Las literaturas imaginadas desde siempre en los territorios donde nací, conforman el irrigado sanguíneo de lo que deseo escribir. La literatura es la continuidad histórica del sueño colectivo. Los maya-quichés afirman que el amanecer es el propio acto de esparcir la simiente en el firmamento. La escritura podría ser, entonces, la agricultura del vacío, o de los campos celestes. Cada letra sería una semilla de luz. La página en blanco es la única perfección posible, de ahí que la escritura sea, asimismo, un atado de deseos y de impureza. Cada negra letra expresa también una porción de oscuridad. Y tal es el devenir de la historia que escribimos para nuestro país, un perenne discurrir entre las fuerzas que promueven la vida y las que intentan procrear la muerte.

Pueden visualizarse diversas constantes históricas explayadas tanto en la Guatemala precolombina, como en la Guatemala colonial y moderna. Una, quizás la más dolorosa, es el ejercicio del poder como una práctica orientada a la obliteración total de un Otro. Se decide desde el poder político, económico y retórico cuáles serán los sectores a los que la sociedad civil debería odiar, legitimando de este modo una diversidad de acciones lucrativas y consagratorias del status quo. En tiempos recientes esto nos condujo a una guerra interna fratricida que duró cuatro décadas (hasta 1996) y que hoy se prolonga en una cruenta posguerra que moviliza a nuevos (¿?) vectores favorecidos por el establecimiento de la violencia como conducta social privilegiada: crimen organizado, narco, maras, etc. El status quo, veamos la paradoja, también se mantiene y se afirma con la existencia del Otro. Su oposición no sólo justifica el ejercicio de la violencia, sino también vuelve operativas a la caridad y el paternalismo, como formas de perpetuar el estado de cosas.

Hay que comprender que lo que nos indigna, eso que a veces llamamos barbarie, no es una exclusividad de un país, o de un pueblo, sino parte de una telaraña hilada por los modelos de organización humana, a escala global. La historia de Guatemala no es más que un fragmento, un fractal, una afilada brizna de la bola de cristal incandescente que es nuestro mundo y su modernidad. Y lo mismo vale para el patrimonio espiritual, para la belleza de la diversidad guatemalteca: es apenas el pétalo de una hermosa flor ecuménica, es uno de los miles de paisajes espirituales que conforman al ser humano completo habitando la consumación del presente pictún.

Mi forma de vivir este tiempo está en relación directa con la disposición a seguir aprendiendo de la historia de mi país y de sus depositarios. Mi papel quizás consista en ayudar a gestionar la imaginación de un presente que se proyecta hacia el siempre soñado futuro armonioso. Me gustaría, por ejemplo, enseñarle a mi abuela a buscar este tipo de reflexiones en la Web. O a lo mejor debería mostrarle cómo puede localizar su humilde casa en el oriente guatemalteco a través de Google Earth. La cosa es hacerlo todo con el corazón: de la misma manera en que ella me enseñó, durante una hermosa tarde de la infancia, a hacer bolitas con la masa del maíz.

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Soy un ciudadano de la via láctea http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-ein-burger-der-milchstrase/ http://superdemokraticos.com/es/poetologie/ich-bin-ein-burger-der-milchstrase/#comments Wed, 16 Jun 2010 14:09:31 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=228 Me llamo Alan Mills y soy originario de Guatemala, país de complejas configuraciones sociales, pero también territorio de inmensa riqueza cultural, mezcla (no sin conflicto) de lo ancestral y lo contemporáneo.

Desde mi tierna infancia he sido un fabulador y durante la última década he transformado esta mitomanía en una obra literaria, para divertir a los jovenzuelos del pasado, del presente y del futuro. También me considero un nómada: los últimos cinco años los he vivido entre Guatemala, Francia, España, Brasil y Argentina, por intervalos de seis meses a un año. Esto último, sin embargo, es difícil de verificar debido a mi costumbre de jamás tomar fotografías.

Hablo cuatro idiomas y me fascina visitar los senderos de culturas distintas a la mía. Me considero un nacionalista del lugar donde estoy.Mi micronovela Síncopes ha sido recientemente publicada en Francia por la editorial Rouge Inside. Antes se publicó en editoriales independientes de México, Perú y Bolivia. Está traducida también al portugués y al inglés. Para difundir mi trabajo me he valido de estrategias basadas en la web 2.0 y también reacondicioné ciertas nociones del marketing viral. Creo que la literatura es un virus capaz de infectar al cuerpo social, haciéndolo delirar y consiguiendo así que éste sea capaz de renovar sus propios campos culturales.

Me veo al espejo y me respondo a mí mismo. Sí. Me llamo Alan Mills y soy un guatemalteco descendiente de españoles y jamaiquinos. Tu cara es muy latinoamericana, me dice el espejo. Recuerdo aquella tarde invernal en París: viajaba en el metro sintiéndome un avatar de Julio Cortázar adentro de un cuerpo más tropical. En la estación Saint-Michel subieron a mi vagón unos músicos que improvisaban y al nomás verme, se pusieron a cantar “La bamba”. Para bailar la bamba se necesita una poca de gracia y otras cositas. Las otras cositas hacen que me sienta un ciudadano de la vía láctea y un nómada del tiempo.

Por debajo de la piel me palpita un nativo americano futurista. Nací hace poco más de treinta años bajo la custodia de un espíritu protector, mi nahual: el B’alam, el jaguar de las selvas mayas. Soy Balam Mills, entonces, y me organizo con la finalidad de amar, mi tono rítmico es la armonía. Soy guiado por mi propio poder duplicado. Algunos astrólogos afirman que aquellos cuyo nahual es el jaguar tienen siete vidas, como los gatos. Nacen, mueren, se crean y se recrean ellos mismos. Además, hay dos tipos de jaguares: los excéntricos y los convencionales. A veces estas dos personalidades conviven en el mismo sujeto. A los primeros les gustan las fiestas, a los segundos los automóviles exóticos y la ropa sesentera.

Me busco otra vez en el espejo. Por un momento me había perdido. Fui a rastrear en Google algunos datos olvidados de mi vida para poder comentarlos por aquí. No encontré nada digno de mencionar: es más interesante aquello que no puedo contarles. En la actualidad resido nuevamente en mi país, donde me dedico a explorar la biografía, la historia, lo social y lo político, investigando los alcances de la ficción bajo nuevos lenguajes y códigos.

Mantengo el blog Revólver. Mi mail es: alan1000s@gmail.com

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