Lyrik – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Desechos leche de máquinas http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/maschinenmilchmull/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/maschinenmilchmull/#comments Mon, 29 Aug 2011 07:00:40 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4965 Siguiendo a Heiner Müller

Cuando ellos caminen por su cuarto con un cuchillo de carnicero en la mano, ustedes sabrán la verdad.

Amparado en acero fino, concreto de vidrio, Hartz IV*. Detrás mi repugnancia. Ella es un privilegio. Yo soy un privilegiado porque tengo tiempo para escribir este ensayo. Nosotros ya tuvimos nuestra revolución en 1989, así haya sido solo una contrarrevolución; ahora hagan ustedes la suya. En la soledad de un aeropuerto espiro. Mi reino por un asesino es H&M. Carcajadas en barrigas de muertos. La dignidad asfixia las esperanzas de cada generación en sangre, cobardía y estupidez. El cuerpo humillado de las mujeres. Todo sin la dignidad del cuchillo, de la llave de golpe de acero, del puño. En pocas palabras: pobreza sin dignidad. Una Alexanderplatz sobre-edificada, para que un 1989 no se repita. Rostros con cicatrices de la batalla del consumismo. Un carro de guerra centellea por una valla publicitaria, yo voy por las calles, tiendas de descuentos…donde los poderosos nunca ponen un pie. La repugnancia de cada día por la lucha por un puesto, por los votos, por las cuentas bancarias. La repugnancia de cada día grabada en las fachas de los hombres de acción. La repulsa pulsa por las mentiras en las que se cree. Las mentiras que vienen de los mentirosos, de nadie más. Las mentiras en las que se cree. Pues tu o mi repugnancia no son nada. Danos, pero no hoy, nuestro asesinato de cada día. Danos hoy, ya mismo, como un interruptor, nuestro asesinato de cada día. ¿Cómo se deletrea “comodidad”?. La repugnancia pegada a la palabrería del  Power-Point-Alemán en la radio, que fija 8 a 12 horas de jornada de trabajo,  pegada a la alegría por decreto en las fiestas de fans del mundial en Alemania (también llamadas Public Viewing, que en USA significa el velorio público de un muerto). La repugnancia pegada a la televisión, al Internet, que esta compuesto solo por arañas y moscas, nada más. La repulsa pulsa por todo lo que esta por venir.

Unido a mi unificado Yo, me voy a casa a matar el tiempo. Los zombis disecados en los pornos no mueven ni una mano. En sus vaginas se pudren los penes. Las redes sociales son la coartada de una generación que es tan cobarde que no se atreve a llevar a la calle, eso a lo que se le llama protesta. Los poetas subieron sus rostros al perfil del usuario, a su cuenta de usuario.

Los volúmenes de poesía se perdieron. Flema de palabras secretadas en mi insonorizada ampolla de historietas. Respirando calmada detrás de unas puertas de ala de gaviota, sangrando entre el montón, mi poesía no se ha vendido. Yo soy el banco de datos. Mis Yos poéticos son saliva y escupitajo, cuchillo y herida, diente y garganta, cuello y soga. Yo atiborro mi computador con mis datos. Yo soy mi prisionero.

A la llamada por más libertad, se lanza el grito por la caída del gobierno. En el balcón de un edificio gubernamental un hombre con un vestido mal ajustado, habla tanto hasta que la primera piedra lo golpea y le toca retirarse, a él también, detrás de la puerta de cristal antibalas. Se arman grupos, sus voceros se levantan. Cuando el tren se acerca al barrio de gobierno, se queda quieto frente a un acordonamiento policial. Algunos policías, si están atravesados en el camino, son arrastrados a la orilla de la calle. Marcha lenta de la cámara de un móvil por una calle de una vía hasta un parqueadero irrevocable, reubicado por peatones armados. La calle le pertenece a los peatones, durante el tiempo de trabajo y en contra de las normas de tráfico. La sublevación siempre comienza con un paseo. Mi poesía, si todavía se vendiera, se vendería en tiempos de sublevación. Tras la caída de las metáforas viene, después de un tiempo prudencial, la sublevación.

Yo no soy H&M. Yo no compro ahí. Yo ya no me inscribo, ni escribo… en una poesía que ya ni a mi me interesa. A mi alrededor, y sin preguntarme, se levantan viejas fachadas. De gente a la que mi poesía nunca le interesó, para gente, a la que nunca le va a importar nada. Una sociedad envejecida nunca se ha enfrentado con la muerte. La añoranza por la monarquía se levanta en forma de castillo urbano.

Vestido de sangre salgo a la calle. Desentierro el reloj de mi pecho, que era mi corazón. Lanzo mi ropa al fuego. Le prendo fuego a mi cárcel.

Traducido por: Natalia Guzmán Díaz

*Nota de traducción: Hartz IV es un nombre que se da a las recomendaciones surgidas de una comisión para las reformas del mercado laboral alemán en 2002. La IV reforma empezó el 1 de enero de 2005. Popularmente se usa este nombre para hablar de las personas que reciben seguro de desempleo del social por un largo periodo de tiempo.
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Poeta de perfil http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/espanol-poeta-de-perfil/ http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/espanol-poeta-de-perfil/#comments Sat, 09 Oct 2010 01:57:32 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2639

Permítanme este último ejercicio de impudor. Hoy quiero hablar de Julio Barriga, el primer artista de verdad que conocí. En 1995 descubrí su nombre en el suplemento literario de un diario local ya extinto. Aparecía de editor del suplemento Eventual (yo aún no sabía que en ese título venía ilustrada la naturaleza de un pasajero entusiasmo, eventual, que en alguna extraña excepción lo movía a actuar) y su contenido era exquisito, irónico y casi revolucionario para una ciudad conservadora e hipócrita. Sólo duró 4 números (un mes) y movido por la curiosidad pregunté por él en un boliche pequeñísimo e infame (regentado por un trotskista aficionado al teatro) en el que se reunían especímenes de una fauna diversa y en peligro de extinción, a los que yo empezaba a tratar como viejos conocidos, siguiendo eso que decía Monterroso de que “los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista”. Me dijeron que el tal Barriga también asistía al Café-teatro trotskista, pero nunca lo había cruzado. Un día me lo mostraron. Era muy parecido a Edgar Allan Poe (“Edgar Allan me mira desde el espejo”) y cuando me le acerqué se incomodó de que lo tratara de usted. Lo empecé a frecuentar y, como para deshacerse de mí, me prestaba libros que me maravillaban o me dejaban confundido. Barriga ya había publicado sus dos primeros libros: El fuego está cortado (que se abre con una variación del “Make a mask” de Dylan Thomas: “hazme una máscara/ pues estoy solo y quiero sentirme más solo todavía”) y el brevísimo Aforismos desaforados.

Hijo de maestros rurales, los libros habían formado parte de su entorno desde niño y luego de armar y desmantelar dos familias se encajó en la máscara del oficio que había pospuesto con muchos trabajos (en Tarija, La Paz, Salta y Mendoza). Por entonces ya tenía lista una tercera obra, Versos perversos (en realidad tan extenso como tres libros) y era casi aterradoramente fresco (igual que la sombra de un rincón muy oscuro). Una especie de diario de su desasosiego (“soy solo yo que me mando/cartas urgentes a mí mismo”). No le interesaba publicarlo, y tuvimos que esperar diez años para que otros se enteraran de lo que nosotros ya sabíamos. Expresado en distintas variantes su estilo tendiente a narrar, entre barroco y oral-callejero, alienado por la cita errónea o descontextualizada, apelando sin ninguna distinción a la cultura “alta”  y a los mass media. En esos poemas hablaba de su permanente angustia, de sus amigos, de su bicicleta, de ciudades que lo han marcado a fuego, de su barrio, de la soledad, de la constante presencia del alcohol. Gracias a esos poemas fue creciendo su fama casi secreta (junto a Humberto Quino y Juan Cristóbal Mac Lean los tres poetas-bolivianos-vivos que más me gustan). Pero además tenía este credo ético inclaudicable de “vivir como un poeta” (un afán de vivir lo terrenal intensamente y con desapego, con la violenta pasividad de Bartleby) que puede leerse cual soporte performativo de la obra escrita. Un tipo que se interesa principalmente por lo que acaba de pasar de moda (ahora, por ejemplo, los diskettes), de ser capaz de manifestar un escepticismo pesimista extremo (“estoy condenado a prolongar una existencia insulsa/ hasta el final de sus instantes repetidos”) y reírse desfachatadamente de todo, especialmente de sí mismo (“¿qué haría si fuera Dios?: renunciaría”). Un tipo que pedalea escapando del horror y que de lo más profundo de sus tinieblas personales obtiene chispazos de claridad (“soy el centauro de la soledad/ y soy los anteojos de la carretera, Ramón”).

Por esa ilusión de compartir un pasado que brinda la amistad en 2008 edité su libro Cuaderno de sombra, donde cambiaba de registro, tomando la voz de un amigo poeta que acababa de morir, Roberto Echazú. Lo que Bloom llamaría apofrades. En ese  libro de luto riguroso, Barriga conversaba consigo mismo pero también con Roberto, con quien compartía el oficio, el alcohol y la afición por iluminar el lado oscuro de las cosas próximas. No sólo aprendí algunos rudimentos claves de la edición sino que también me puse en contacto con cierta manera de estar en el mundo: asumir tu propio destino. Barriga, como un monje licencioso, le ha dicho adiós ya a muchas cosas y ¡hola! a la muerte. Hace una semana lo vi y está igual, sigue viviendo según su propio código y a estas alturas no va a cambiar, por suerte.

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De pequeña quería ser detective http://superdemokraticos.com/es/poetologie/als-kind-wollte-ich-detektivin-werden/ Mon, 14 Jun 2010 21:13:47 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=260 Mi papá creció en el campo, nadando en el río. Hijo de padre japonés y madre ancashina, quedó huérfano en la pubertad y se marchó a estudiar a Lima. Era dirigente de Vanguardia revolucionaria en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos cuando conoció a mi mamá, muchacha limeña de padres muy católicos, futura ministra de la mujer y desarrollo social, estudiante de sociología también. Se enamoraron, no se casaron, mi abuela se enfadó, después de mi hermana nací yo. Mi hermana mayor es artista plástica y tiene una tienda de ropa, la menor está terminando el colegio. Yo escribo, me dedico a la fotografía, al video y dibujo cómics. Mi primer recuerdo es cuando me rompí la cabeza a los tres años jugando a las señoritas. La imagen se desvanece con un filtro rojo, la historia se cierra con ocho puntos. Luego, tempranos experimentos sexuales con niños y niñas, incluida una vecinita cuyos padres resultaron ser colaboradores del MRTA (organización terrorista que realizaba atentados y asesinatos en los ochenta), imprimían propaganda en la casa de mi amiga, que pronto desapareció del barrio. De pequeña quería ser detective, estrella de rock y mochilera. Era la mejor de mi clase hasta que me dio la poesía, me envolvió el insomnio, y me interné en la escena del rock subterráneo; entonces fui la segunda mejor. Trabajadora nocturna sin remuneraciones durante la adolescencia, desarrollé ojeras pronunciadas y una afición a la lectura como escenario furtivo de revelaciones que transformaban el voltaje de mi sinapsis, hasta convertirme en la autista popular que soy ahora. He residido siempre en Lima, en tres distritos, en tres casas y un departamento. Como buena poeta he hecho un poco de todo: trabajé vendiendo en una tienda de ropa (sí, la de mi hermana), en una librería, operando la cámara en una agencia de castings (sonría, perfil, el otro perfil, vuelva a sonreír, hace tiempo qué no piensa seriamente en la muerte), transcribiendo audio de entrevistas, corrigiendo textos y finalmente escribiendo (agradecería a dios pero no creo en él, además leer frase a continuación). En esta etapa de mi vida soy más selectiva, no tengo trabajo. Al menos no uno fijo. Escribía una columna de opinión en la sección cultural de un diario hasta hace poco, lamentablemente la cambiaron por un espacio dedicado al universo Marvel. Estudié dirección de cine y fotografía, he realizado cortometrajes y protagonicé una película que se estrena en julio de este año. A los 16 años conocí al editor de mis dos libros por casualidad, si acaso existe (mi editor). Me preguntó si yo escribía, quizás porque no decía nada, era tímida entonces. Ejemplo de paciencia y lealtad, esperó varios años hasta que le dije que sí, y nos pusimos manos a la obra. “Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo” fue un éxito, oscuro, adolescente y con un diseño pop encantador y rosado, todas las niñas querían tenerlo. Tuve que presentarlo en Lima y Argentina y sentí ansiedad, terror y temblor. ¡Fobia social! Me sorprende que no me diera antes… Para “Indivisible” (2007) había superado el temor al público, desde entonces lo imagino desnudo. Actualmente estoy enfocada en crear una performance rock and roll dadá, en la cual terminare golpeando un poema contra el suelo hasta destrozarlo. También hago música y canto, mientras voy por la ciudad en mi entrañable bicicleta Lizzie Mc Bici.

No he militado en ningún colectivo u organismo político hasta la fecha, sirvo a la resistencia de forma independiente (aunque tengo un grupo entrañable de amigos que es una familia y un microclima). Siento y resiento que la cultura a gran escala se uniformiza, se simplifica, se empaqueta y se vende; pierde profundidad y capacidad crítica. Estoy de acuerdo con que los jóvenes somos la fuente de energía alternativa y renovable, pero creo que todos debemos mantenernos jóvenes, y con ello me refiero a llenarnos de impresiones y líneas de expresión, a encarnar la vida.

Sí fui mochilera durante un tiempo, al terminar el colegio viajé sola por varios países de Sudamérica, leyendo y escribiendo, jugando a que no tenía a nadie en el mundo o un lugar para dormir o algo para comer. Encomendándome a los desconocidos, al azar y los licores baratos. Aprendiendo que lo que robas a las grandes empresas lo pagan los pequeños empleados, que nada es importante, que nada es real y todos los postulados necesarios para lanzarse en paracaídas, desde una nave interior, a la amable realidad del hogar y ponerse a estudiar una carrera (estoy compartiendo algo muy íntimo, no lo lean en voz alta). El último destino de aquella aventura fue Cuba, porque quería comprobar que en una vida pasada fui una señora negra cubana, y era cierto, conocía todas las calles. No puedo decir lo mismo de Lima, que ha crecido vertiginosamente.

De alguna forma está mejorando, antes nadie iba al centro porque era sucio y peligroso, hoy es histórico y turístico. Hay una ola de orgullo nacional que ha impulsado la producción y el consumo de productos nacionales. La gente está obsesionada con la comida, y la cultura gastronómica es la única cultura que el gobierno promueve sin reparos. Soy feliz como canta Ismael Rivera, me gusta bailar y venero el sol. Por intentar ser invisible terminé transparente, mi corazón habla pero no puede tomar café. Me considero afortunada por haber crecido en un ambiente estimulante y tolerante, por la gente creativa y sensible que me rodea, los dones, la magia, el amor ilimitado y psicoactivo.

Mi nombre es Tilsa Otta Vildoso y tengo 27 años pero mis libros de poesía sólo dicen Tilsa.

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