leer – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 ¿Que a qué vine? http://superdemokraticos.com/es/laender/mexiko/weshalb-ich-her-gekommen-bin/ Thu, 08 Dec 2011 18:20:54 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6220 Parodia de la conferencia de prensa en la FIL en Guadalajara, con el candidato a la presidencia de México Enrique Peña Nieto del partido actual de oposición Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la que el periodista español Jacobo García le preguntó qué libros ha leído.

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Yo sí leo. Y mucho. Por eso voy a las Ferias esas que se hacen en todo el mundo, en las que, pa’donde uno voltee, nomás ve libros. Y de todos los que se puedan imaginar: grandotes, chiquitos, caros (y de éstos sí que sobran), baratos, buenos, malos (de éstos también hay muchos), para niños, para grandes, para mujeres, para borrachos; hasta para políticos hay libros.

¡Uy! De veras que no saben qué tanto leo. ¿Que qué? ¿Que si de veras leo mucho y no le estoy haciendo al payaso? Para nada. He leído tantos, no, más bien, tantísimos libros en mi vida, que nombrar algunos resultaría, hasta cierto punto, un mero acto de cinismo intelectual. Yo por eso vengo a estas Ferias que a las universidades públicas tanto les gusta organizar, porque nomás aquí puedo encontrar libros de los que a mí me gustan.
¿Que qué libros han marcado mi vida? Bueno, pues, entre los muchos libros que he leído (porque yo he leído muchos libros, eh, y sobre todo novelas), hay uno que otro que, efectivamente, han cambiado mi vida. Claro que los libros a los que me refiero no son como los de este autor muy famoso “quenomeacuerdocómodemoniosellama” pero ”quedeto’smodosnimegusta”. No, yo leo novelas de las buenas.

Por ejemplo, una en particular, que habla, precisamente, de temas relacionados con lo que yo hago. ¿El título? ¿El autor? ¿Que qué chingados es lo que yo hago? Pues mira, tú, que se nota que sí lees (aunque no tanto como yo, desde luego), seguramente sabes el nombre del libro, y del autor. Creo que comienza con “K”, o con “M”. No mentira, comienza con “E”. Bueno, es que no lo recuerdo, porque cuando uno lee tanto como yo, es difícil recordar los nombres de los autores que le cambian la vida a uno; ni qué decir cuando se trata de recordar los títulos de sus libros, que, como buen lector que soy, siempre traigo cargando, “ahídondechomisdemáschingaderas”.

¿Que no he contestado qué chingados hago aquí? No pues, muchas cosas; una de ellas, leer, claro. Y mucho. ¿A qué más puede venir una persona como yo, tan leída y escribida y reconocida y demás, a eventos de así?

Entonces, ¿que cuál es mi libro favorito? Pues éste que se llama “Los jóvenes de algo”, o “El éxtasis de noséquéchingados” que es buenísimo, de este señor, muy famoso por cierto, un “No Sé Qué Sánchez”, o “Alguien Fuentes” o algo así, parecido, cercano, similar; por ahí va la cosa, pues. Pero bueno, por eso yo vengo, precisa y efectiva y voluntariamente, a estas Ferias, en las que, de paso, uno aprovecha pa’robarse dos-tres libritos y pues, ahorrarse dos-tres…. cientos pesitos, ¿no? Porque la situación está difícil. No lo sabré yo, que leo mucho…

El de la Pinche Lastra/2011

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Cuestión de método… http://superdemokraticos.com/es/laender/venezuela/eine-frage-der-methode/ Wed, 09 Nov 2011 01:48:05 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5727

Santiago Gamboa y Ulises Milla en la Librería Alejandría I

Nunca me imaginé que conocería a Santiago Gamboa gracias a Ulises y menos en Caracas. Cuántas posibilidades remotas había de empezar esta Odisea, que se origina en muchos sentidos a partir de la experiencia de la extranjería, tomando tan tranquilamente una copa de vino. La extranjeria, eso que además de ser un estado legal es sobre todo un estado mental. El sustrato de la globalización, tal vez la expresión sentimental del rizoma de Byung- Chul Han. Debo reconocer que leo pocas novelas, que prefiero la filosofía y la historia, la poesía y el ensayo. Hace años que me cuesta mucho concentrarme en la ficción y cuando me tienta, normalmente no aguanto más de un cuento. Hasta 10 páginas, 15 máximo y si los relatos sólo tienen 5 folios es mucho más probable que termine el libro, con las novelas me cuesta más. Es raro que lea más de tres al año, de ahí que me acuerde más o menos bien de los libros. El Síndrome de Ulises es para mi un libro salvavidas. Cayó en mis manos prácticamente cuando acababa de despedirme de la librería que tenía en Berlín con una colega. Me lo regalo Marina Beltrán, la española más macanuda que he conocido en mi vida. Cuenta la historia de un joven escritor pobretón, intentando sobrevivirse en un ambiente que, si no es hostil, al menos es terriblemente indiferente. Incapaz de entender sus problemas, sus preocupaciones, de reconocerlo como un individuo. A veces pienso que sin Bolaño y sin Gamboa, 2007 habría sido inbancable. En mi caso, siempre han sido las palabras el punto de partida de cualquier tipo de relación y creo que encontramos a las personas gracias a lo que se ha dejado escrito. Tengo amigos con los que al principio no podía hablar, porque no sabía hablar alemán. Gente a la que he aprendido a querer, a partir de un cómico lenguaje sordomudo salpicado de títulos, de nombres de autores, de canciones. Salpicado de referencias, que a su vez se convirtieron en nuevos amigos que fueron, que son, tan genios de seguir mandándome libros en español a Berlín o de traérmelos o de dejármelos, después de conocernos fortuitamente.

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Tienda de pescado vacía en Wedding http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/leerer-fischladen-im-wedding/ Thu, 29 Sep 2011 05:50:30 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5156

(c) Ulla Loge

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Chandrawati http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/tschandrawati/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/tschandrawati/#comments Mon, 04 Oct 2010 07:00:05 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2443 Mi primer libro se tradujo a muchos idiomas. A menudo los lectores alemanes me preguntan qué piensan en el extranjero de mis historias, por qué les interesan (al menos aquellas que tienen lugar en o tras la RDA). Estas historias son de hecho incomprensibles fuera de aquí. En ocasiones, algunos alemanes del Este me preguntan incluso si más allá del Elba alguien tiene la menor idea de lo que hablo…

Mi respuesta es siempre la misma: el sentido de la Literatura es acercar una historia a las personas, una historia que no han vivido y que no obstante se les puede ofrecer con posterioridad. No importa cuándo o dónde sucede la historia. O dicho de otra manera: si los libros no son capaces de llevar a las personas a una vida ajena, y con ello tocar su corazón, es que no es literatura, sino sólo una colección de palabras.

Los libros conectan a las personas. La Literatura construye puentes entre lugares, entre culturas, entre idiomas. No se me ocurre nudo alguno que sea más polícromo, más vivo, que una más estrechamente los milenios de nuestra existencia. No hay nada que pueda saltar el espacio y el tiempo con tanta pasión, y por tanto, tan poco envejecido. Creo que precisamente ahí está la fortaleza de la Literatura.

En mi primera biblioteca había historias infantiles, cuentos y algunas viejas obras de consulta. Guías de setas y plantas, léxicos de animales, colecciones de canciones (está documentado que a los cuatro años yo podía cantar el Venceremos…), el Weltall-Erde-Mensch. Al hacerme mayor, llegó la correspondiente literatura de adulta, que me iban regalando o que yo misma “realojaba” de tanto en tanto en mi habitación desde la biblioteca de mi madre. Sólo recuperó unos pocos títulos de aquellos. Hoy en día, mis posesiones han crecido hasta ocupar una habitación entera llena de estanterías hasta el techo llenas de libros.

Algunos de mis libros de la infancia me los llevé conmigo cuando me fui de casa de mis padres hace más de 20 años. Sobre todo los cuentos. Mis ediciones de los Hermanos Grimm y las de Hans Christian Andersen. Los cuentos románticos de hadas de Hauff y los de Bechstein, las adaptaciones de los clásicos cantos heroicos, así como una impresionante colección de cuentos de hadas de todo el mundo.

En la RDA se publicaron muchos libros de cuentos de hadas, muy por encima de la media. Era algo internacional, y pasaba más fácilmente por la censura que las obras contemporáneas. Uno de mis libros de cuentos de hadas se llamaba “Desde el almacén de flores de la Princesa Chandrawati”. Contenía cuentos de hadas de las Islas Mauricio. El título, aunque no era de paso simple para una lectora de ocho años, podía recitarlo de memoria desde el principio. No sólo el risueño “almacén de flores”, sino también el exótico nombre de la hija del rey me marcaron. Chandrawati. Las niñas de mi clase se llamaban Katrin, Sabine o Kerstin.

Las historias no me decepcionaron: había marajás, crujientes saris, flores amarillas de jengibre. Higueras y hadas que bailaban. Amaba mi almacén de flores. Cuando hace poco se puso ante mis ojos por casualidad, ligeramente conmovida, tiré del insignificante lomo del libro para sacarlo del estante, y me horroricé. Me aferraba a lo que en mi memoria era algo repleto de flores de colores y pájaros, y ahora era un estrecho y austero libro de bolsillo. Una portada completamente negra. Papel basto. Impreso sin apenas márgenes con una tipografía pequeña. Ninguna imagen, sólo alguna ilustración apenas esbozada de vez en cuando. Una pesadilla. Difícilmente indicado para niños tanto en lo óptico como en lo táctil.

La decepcionante confrontación con la realidad me impactó sobremanera. Sabía que mi libro tenía el aspecto que tenía, pero había olvidado lo grosero que era en realidad el cartón hidrofugado de la cubierta, lo ásperas que resultaban las páginas, lo mal que se pasaban.

Intenté recordar si ya por entonces me había dado cuenta de esto, y si había hecho alguna distinción entre el texto de esta versión de cartón reducido y el del alegremente colorido libro ilustrado para niños, que naturalmente también poseía. Pero no, no la había hecho. Entonces, la descolorida Cenicienta que tenía entre las manos, que tan lejos me había llevado, había arraigado en mi corazón mucho más que muchas publicaciones fastuosas. Naturalmente, había sido el mundo de Chandrawati: desde la discreta y polvorienta cubierta negra de cartón hasta el temperamento de colores salvajes, luces centelleantes y excitantes aventuras.

En cuanto devolví el libro al estante junto a los demás ejemplares, pensé por primera vez, que mis frecuentes visitas a las misteriosas Mauricio de tiempos remotos quizá eran uno de los muchos motivos por los que empecé a escribir, años más tarde.

El oficio de escritor, que nos ha unido a todos en esta plataforma, consume energía, es escariador y a menudo está repleto de dudas. Al menos para mí. Pese a ello, no puedo imaginar nada más esperanzador para el resto de mi vida que escribir libros llenos de historias…

Traducción: Ralph del Valle

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Diario http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/tagebuch/ Fri, 30 Jul 2010 06:48:04 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=554 El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro…

Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso

Ayer volví a la que había sido mi casa con la intensión de juntar algunas cosas que había dejado: libros, discos, ropa, papeles, juguetes de colección que exhibíamos en una biblioteca y que eran la envidia de todos lo de mi generación: la colección de Star Wars, Astroboy, Meteoro, la colección de los chocolatines Jack y otras joyitas…

Fui seleccionando, y separando lo que me llevaría y lo que quedaría ella.

Mis libros encerrados en cajas que fui rotulando “María” y fui apilando en un rincón de la sala. Nuestra colección de juguetes, ahora incompleta para las dos, en una cajita más pequeña que rotulé “María– Frágil”  y que ahora suena irónico, pero en ese momento no fue metáfora, fue literal.

Cuando terminé de vaciar la biblioteca más grande y la miré, observé que había quedado la marca de cada una de las cosas que había sacado. Desde que yo me había ido de la casa, era evidente que nunca, nadie, había pasado un plumero o un trapo porque las siluetas de las cosas quedaron enmarcadas por líneas perfectas de polvo. Un dibujo indicaba el vacío, lo que ya no estaba. Un cuerpo sólo percibido por su ausencia: la forma vacía de un animal, de un autito, de un robot…

Me quedé mirando y pensé si alguien notaría el vacío que dejó en mi cuerpo su ausencia. En cuánto tiempo el polvo cubriría esa imagen. ¿Cuánto tendría que esperar?

Miro mi cuerpo como si fuera un mapa, cuento las siluetas de todos lxs que lo habitaron en algún momento, busco alguna respuesta pero este mapa no explica nada.

Esta es la semántica natural de los cuerpos: las palabras son invisibles y el límite es otro cuerpo.

Esto es lo que hay. Es todo lo que hay.

Quiero escribir sobre la intimidad, sobre el atravesamiento de los cuerpos… en cómo mi cuerpo fue habitado por otro y en cómo hacer para deshabitarme, palabra tras palabra.

¡Un juicio de desalojo, eso tengo que hacer!

Arrojo insultos, sustancias proyectivas, quiero que haya un culpable, y que no sea yo.

Leo sólo libros cuyos títulos me hablen de la soledad, de la intimidad y el amor: Silencio no estar solo, Fragmentos de un discurso amoroso, Un año sin amor, La nada, frases que acaricio sombríamente. Si el título no menciona alguna de estas cuestiones, no lo leo. Me quiero intoxicar. No, me quiero purificar, quiero encontrarme a mí misma, ¡quiero ser un maldito fuckyn monje zen!

Ahora, mientras escribo este diario, estoy sentada en una habitación vacía y blanca. Las cajas cerradas todavía y apiladas en un rincón. Estoy en una casa extraña que deberá ser mi hogar.

Escribo en una servilleta un párrafo que no quiero olvidar:

“No existe espacio si no existe luz. No es posible pensar el mundo sin pensar la luz…y sin embargo dentro de cada cuerpo todo es oscuridad, zonas del Universo a las que la luz jamás tocará, y si lo hace es porque está enfermo o descompuesto. Asusta pensar que existes porque existe en ti esa muerte, esa noche para siempre.” *

*Agustín Fernández Mallo en Nocilla Dream

(escrito en Buenos Aires, 25 de julio de 2010)
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