Juan Carlos Bautista – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Consejos de belleza http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/schonheitstipps/#comments Tue, 10 Aug 2010 18:52:07 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=596

Hace más de un siglo que la belleza, esa gran tirana, dejó de ser el concepto rector del arte: valores como “hermoso” o “feo” resultan inoperantes al momento de juzgar una obra. Sin embargo, en contraposición, la belleza (o más bien un concepto muy particular y restringido de belleza) se ha convertido en una norma social. Nuestros cuerpos padecen el yugo de una dictadura estética.

Por supuesto que siempre ha habido personas, que según los patrones culturales del momento, resultan más bellas que otras. Y por supuesto que dichos patrones culturales influyen en lo que una persona encuentra atractiva en otra. Pero también, tanto entonces como ahora, existen atracciones inexplicables, atracciones que desafían el concepto de belleza que se tiene y que algunos científicos han querido achacar a las feromonas. Sin embargo, lo que quiero decir es que, independientemente de que cada época tenga un canon de belleza, quizá nunca, como en este momento, ese canon había sido tan brutal. Como si en este momento ser bello fuese una obligación moral. Como si la belleza, al haber sido dejada de lado por los artistas, se hubiese convertido en una responsabilidad del resto de los ciudadanos.

Cada persona, parecería, tiene la obligación de ser tan bella como una escultura, pero no una escultura contemporánea, sino una de la Grecia clásica. Y la sociedad ha creado mecanismos de coerción. Un ejemplo: las tallas y modelos de la ropa que uno puede comprar en las tiendas. Tallas y modelos (cada vez más ajustados) que funcionan como una regla al que el propio cuerpo debe “ajustarse”. Lo contrario a la vieja idea de ir al sastre o a la costurera: allí el cuerpo dictaba sus propias medidas: ¡qué épocas de libertad! Ahora el cuerpo acata, como puede, medidas ajenas.

Estos últimos años se caracterizan también por la conquista de libertades individuales. Sin embargo, la moralidad se ha enmascarado de belleza. Como si no fuera un problema moral, sino estético, el derecho a ejercerlas. Como si solo los bellos tuvieran derecho a practicar su sexualidad: tal es la idea que parece refrendar el cine comercial y la pornografía convencional. Si un hombre, por ejemplo, siente predilección por las mujeres gordas del tipo de las venus paleolíticas, o por las señoras entradas en años, es decir, por mujeres fuera del canon de belleza actual que valora la esbeltez y la juventud, se convierte en una suerte de “desviado” y si quiere encontrar un video porno que le satisfaga tendrá que buscarlo en el apartado de filias. Sí, se desvía de la norma que dice que sólo ciertos cuerpos que reúnen determinadas cualidades estéticas pueden ser entendidos como deseables. Cuando en realidad cada cuerpo es un fascinante desvío de la norma.

Pero en vez de liberar nuestros cuerpos como el arte contemporáneo, queremos ser clásicos. Y al no poder cumplir con la norma estética preferimos, en un acto de buen gusto, quedarnos solos en casa mirando por televisión esos infomerciales sobre aparatos para hacer abdominales con los que se torturan los cuerpos que desviados de la norma insisten en intentar acatarla. Sólo para confirmar aquello que un querido amigo, Juan Carlos Bautista, escribió: “el único cuerpo para el que estamos capacitados para odiar con total encono es el propio cuerpo”.

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El plan travesti http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-neu-el-plan-travesti/ http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/espanol-neu-el-plan-travesti/#comments Tue, 27 Jul 2010 15:00:30 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=510

…y en plan travesti radical

le doy la espalda a cualquier clase de tristeza…

Fangoria

“¿Qué te gustaría ser: hombre o mujer?” es una de las preguntas que se me proponen para esta entrega. ¿Si respondo que me gusta ser lo que soy sonaría autocomplaciente y jactancioso? Cuenta Alaska, la vocalista del grupo Fangoria, que cuando tenía doce años leyó la biografía de David Bowie; en cuanto terminó de leerla, como si hubiera tenido una súbita revelación, fue corriendo a buscar a su madre y le dijo emocionada: “¡Mamá, mamá! ¡Quiero ser hombre para ser maricón!” Algo así respondería yo, claro que sin la gracia de ser una mujer quien lo dice. En mi caso, esa respuesta sería tautológica y, sobre todo, mucho menos glamourosa: le faltaría glitter y le sobraría barba.

Mi respuesta me aburre, pero la pregunta me interesa como una posibilidad con la que jugar. Una posibilidad estética más que sexual. Por ejemplo: el travestismo como estética me encanta. Criaturas de carne y tela, los travestis, exagerándola al extremo, hacen de la superficialidad una radicalidad. Nadie, ni los punks, han hecho de la mera vestimenta un mecanismo tan capaz de desquiciar a la sociedad. Un hombre vestido de mujer que llega a un restaurante puede, con su sola presencia, cuestionar al resto de los comensales: “¿Qué te gustaría ser: hombre o mujer?” Y también: “¿Que te gustaría que yo fuera?”

Aunque, como dice el poeta Juan Carlos Bautista, un travesti rara vez aspira a ser mujer. Un travesti aspira a ser travesti. Siempre hay algo, el tamaño de las manos, la peluca que se cae en el momento preciso, el pelo en el pecho que asoma por el escote, que delata al travesti y eso es justo parte del encanto. A diferencia de los transexuales, el travesti no busca una identidad fija, sino que la problematiza con tan solo ponerse o quitarse la ropa. En cierto sentido, la inestabilidad de género del travesti resulta mucho más riesgosa para el pensamiento binario que la transexualidad.

Pero estoy siendo injusto cuando hablo de transexualidad. Ciertamente sus posibilidades pueden ser tan variadas como radicales y desestabilizadoras. El / la artista Del Lagrace Volcano ha realizado un maravilloso trabajo fotográfico en torno a las mutaciones sexuales (véase: www.dellagracevolcano.com), aunque su especialidad son los drag kings, personas que habiendo nacido mujeres han construido una híper masculinidad tal que hacen que ponga en duda mis propias preferencias sexuales:

Si bien la masculinización de lo femenino en los drag kings de Del Lagrace Volcano resulta evidente, los travestis, por su parte, hacen visible otro fenómeno de masculinización de lo femenino que resulta menos obvio. ¿A qué tipo de mujer se imita o se parodia en un show travesti? Rara vez a una mujer común. En general, estéticamente, los travestis se identifican con mujeres cuyos atributos femeninos son exagerados. Ya sean cantantes o actrices porno, hay en esas mujeres que sirven de modelo a los travestis, una versión masculina de lo femenino. Me explico: una actriz porno que se ha aumentado los senos exageradamente tiene más que ver con una fantasía masculina que con una mujer real: hay en su híper feminidad algo que roza lo masculino al hacer suya, al encarnar, la mirada del hombre.

Ciertamente hoy, más que nunca, cualquiera tiene posibilidades de Tiresias: aquel tebano que nació hombre y luego fue convertido en mujer y luego otra vez en hombre, al que Júpiter y su esposa le preguntaron, dada su trayectoria, qué quién goza más en el acto sexual, el hombre o la mujer. Pero hoy, al igual que entonces, la pregunta sigue siendo más divertida que la respuesta.

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