Information – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Por todos lados, malas noticias. http://superdemokraticos.com/es/themen/miteinander/schlechte-nachrichten-uberall/ Mon, 04 Jul 2011 08:05:26 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=4357

¡Guerra! ¡tráfico! ¡violencia¡ ¡abuso! ¡corrupción! ¡desplazamiento!

Tengo muchos motivos para llorar.

(c) powerpaola

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Globos, Balcanes y literatura http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/espanol-globos-balcanes-y-literatura/ Mon, 27 Sep 2010 15:01:57 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2230

Teníamos 18 años, faltaba poco para que acabase un siglo movidito, y yo y mi amigo Boris buscábamos libros con la desesperación de los adictos. En nuestra ciudad no existían librerías (o había una que no tenía casi nada) por lo que nuestras pesquisas se centraban en los estantes de familiares y amigos: preguntando, tomando prestado, robando (bibliotecas cercenadas por las limitaciones, el oficio y el mal gusto). Nos daba igual, lo que encontrábamos nos servía: éramos felices en nuestra restricción. La lectura nos motivaba a leer más, sin pensar mucho en el futuro ni en sus consecuencias. Un día nos llegó el rumor de que fulano de tal tenía las Obras Completas de Borges de Emecé, de 1979. Cuando conseguimos la dirección del que poseía dicho volumen, fuimos en la destartalada moto del Boris y tocamos todos los timbres de la cuadra hasta que dimos con la casa. Salió un tipo al que jamás habíamos visto y luego de la breve explicación del Boris entró a la casa y volvió con ese libro de tapas verdes. Arrancamos directo a la fotocopiadora y luego de una hora regresamos para devolvérselo. Que no hubieran libros (ahora tampoco hay mucho más que entonces) me parece que también era un síntoma del perfil filisteo y oscurantista que caracterizaba a quienes administraban el poder en mi ciudad: es más fácil dominar a alguien no tiene información o no sabe qué hacer con ella.

Para nosotros el mundo era ancho y ajeno, aunque eso estaba a punto de cambiar. Íbamos a tener que adaptar nuestras antenas del modelo analógico al modelo digital. Un año antes de que terminase el siglo XX ya podíamos leer en la web revistas y diarios que habían sido inconseguibles y que tenían status de mito en nuestras tertulias monotemáticas: con un clic podíamos acceder a novedades y clásicos (o al menos enterarnos de su existencia). Con un clic nos sentíamos verdaderamente contemporáneos de nosotros mismos. Pero en “la realidad” la circulación de los libros seguía siendo escasa y tenía más bemoles que armonías: precios exageradamente caros frente a sueldos paupérrimos que cada día tenían menor capacidad adquisitiva, banalización del rol de la literatura, presencia de consorcios multinacionales que se encargan de delimitar nuestra “literatura nacional” (sesgando el debate, ignorando obras y autores y descartando el diálogo entre tradiciones literarias lingüísticas que superan con creces el criterio mezquino de las fronteras como delimitador, produciendo los textos escolares que deforman el sentido de la literatura en la educación, etc.). Esta “literatura nacional”, patrocinada por estos consorcios, en muchos casos era nada más que un acuerdo ideológico entre un público (que podía comprar estos libros caros y que disfrutaba de estas historias marcadas por el sello de clase) y autor (muchas veces proveniente de este mismo público escaso). Muchos aspectos han ido minando este efecto perverso, entre ellas la accesibilidad que brinda internet.

Si bien acá no existen librerías parecidas a supermercados donde los libros se venden exclusivamente como mercancías con fecha de vencimiento (perdiéndose así en el olvido muchos libros valiosos) seguimos en la condición de mercado de pulgas cultural,  al que sólo llegan los deshechos o las sobras de los mercados grandes. Lo que algunos autores (Piglia y Link, entre ellos) denominan “balcanización” de la literatura latinoamericana. Libros basura de autoayuda, pésimas traducciones de clásicos, best-sellers espurios, pero casi nunca las obras que están transformando y ampliando nuestra lengua (común pero increíblemente diversa), cambiando las sensaciones de lo que es ser latinoamericano, reformando el canon, etc. Hasta mientras, con sus limitaciones e ilusiones, con paciencia pero también con furor, vamos a seguir resistiendo gracias a la web. Páginas de arenisca que seguimos consumiendo con mi amigo Boris. No nos vamos a rendir tan fácil.

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Señales y heridas http://superdemokraticos.com/es/themen/burger/zeichen-und-wunden/ Mon, 13 Sep 2010 12:23:10 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1831

Kuh vor Kritzelei, São Paulo © Sabine Scho

En 2007 el artista italiano Francesco Jodice presentó en la Bienal de Sao Paulo su visión de las megalópolis, con declaraciones de Citytellers. Él habló con pilotos de helicóptero que deben maniobrar en los corredores de aire de la misma ciudad, porque la construcción ilegal no se refiere a las favelas, sino a las innumerables pistas de aterrizaje, así como a los edificios, que a menudo se elevan al cielo más altos de lo que es permitido y sin embargo -con frecuencia gracias a sobornos- han recibido el permiso de las autoridades.

Los catadores cuentan sobre sus carretas, en la búsqueda de material de reciclaje en los mejores barrios, como se han puesto ellos mismos como animales de carga, delante de sus vehículos y como han convertido a su permiso de conducir en una reliquia de la actualidad. Ah si, el hombre con la carreta, que no se deja ver en las calles alemanas. ¿Tendríamos que darle permiso de circulación? En Sao Paulo consigue a lo sumo apilar las planchas de zink que recoge de las calles.

Uno ve como los policías mal pagados cambian el uniforme estatal por el atuendo de las empresas privadas de seguridad, en casos urgentes rematando la vestimenta con el arma de servicio, ya no por encargo del Estado, pero que uno ya no podrá reconocer en las balas que llevan los muertos en el cuerpo. Uno conoce el miedo de los Pixadores (grafiteros), que son perseguidos por gente como él, mientras los paulistas mejor colocados que no sólo se atrincheran detrás de muros muy altos, sino que arman y blindan sus autos. El miedo es un buen empleador.

En 1970 el uno por ciento de la población de San Paulo vivía en favelas, ahora son más del veinte por ciento, con un porcentaje equivalente de viviendas disponibles que, sin problema, podrían cobijar a muchos sin techo. Pero el uso provisional se ve de otra manera. Después del cierre de varios bingos y casas de juego por el robo a los clientes. Veo desde mi ventana en el noveno piso una edificio plano al frente, que desde hace meses está a la venta, en el que sobre todo los fines de semana, sobre una mesa verde, un para de manos femeninas reparten cartas hasta tempranas horas de la madrugada.

El repartir iguala un juego de azar, uno recibe cartas cubiertas y puede venderle una moto con estilo a los otros jugadores, para mejorar las posibilidades de ganancia. Métodos de intimidación y un as en la manga. Aprender a leer las señales y los gestos de los naipes de los estafadores, para que uno no termine parado como el buey de la montaña o como la vaca delante de los Pixaçao (garabatos).

Fue Vilém Flusser, un exiliado y paulista por elección, el que observó la fuga de las cosas en la información que se da de ellas y así carácteriza el caracter espectral del medio ambiente, convertido en interminable y Walter Benjamin el que exigía que se aprenda a leer lo que aun no se ha escrito. Son los Pixadores de Sao Paulo los que convierten las cosas en información.

Es cierto que las cicatrices arquitectónicas se ven de otra manera, pero no se trata de eso, de todas formas son heridas.

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