Este proyecto internético, global y plural ha hecho posible también que mis escritos, aún en mi propia lengua, puedan ser leídos mucho más allá de lo inmediato y por personas muy diferentes y distantes. Del mismo modo que ha hecho posible que yo pueda leer a magníficos autores latinoamericanos desconocidos por mí. La jovial Tilsa, la ultra poética Lena, la intelectual Lizabel., la apasionada María. Los chicos, !ni hablar! Mi compatriota Leo Felipe Campos es una “joyita”, soy su fan declarada. Muchos pensadores que estudian migraciones, exilios, movimientos, errancias, identidades y demás yerbas han afirmado que la lengua es la patria y este espacio ha demostrado como 15 personas tan disímiles no necesitan traducciones entre sí porque vienen de esa misma lengua que se ramifica y se llena de colores, pero que en el fondo es una. Nunca me ha gustado hablar de Latinoamérica como una unidad, pero hay ciertas cosas que cuando estamos lejos percibimos como unificadoras. Leo a estos autores latinoamericanos y los entiendo con una comprensión que va mucho más allá de las palabras. Porque esa lengua cósmica que nos articula va más allá de sus propios vocablos. A mí, que vivo el exilio lingüístico día a día, no me queda ninguna duda.
Otra de las maravillas que se han dado en este espacio ha sido la posibilidad de leer a alemanes de mi misma generación. Böll está muy bien, pero leer la lengua bellamente descolocada de René Hamann o la elegancia de Emma Braslavsky ha sido un gran placer. Leerlos a todos ha sido como caminar por las calles (¿empedradas?) de alguna ciudad alemana en este mismo instante. Leer los textos de los cinco autores alemanes que participan en este espacio ha sido leer literatura alemana contemporánea, cosa tan difícil para mí que no hablo la lengua y no dispongo de medios para acceder a las traducciones ( en caso de que existan). Hay un pulso debajo de tan disímiles autores que se siente también como una fina trama y que de algún modo me ha permitido a mí como lectora entender a una generación de alemanes de la que no sabía nada. Los hilos de esa trama encuentran similitudes en los hilos de mi propia trama. Estamos tejidos con hilos invisibles y sólo este espacio ha hecho posible percibirlos. Estamos “enredados” por la red, la globalización, la generación o como quiera llamársele a eso que me hace entenderlos, traductores mediante, pero mucho más allá del referente inmediato al que aluden las palabras.
Agradezco a Rery Maldonado y a Nikola Richter por haber tenido la idea de juntarnos a todos con ese hilo ovillado por sus sueños. En un café de Berlín están mis palabras alemanas gracias a ellas. En un lugar del éter ciberespacial está mi voz. En un lugar de ese cronotopo cero nos hemos encontrado.
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