Er – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Itinerario http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/reisefahrplan/ Wed, 08 Dec 2010 19:07:15 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3371

Desde la cama se ve la humedad que acaricia el cristal de la ventana del cuarto en el despertar del día. La nieve quiere entrar a saludar, solo la frena el calor de la calefacción. No he dormido más de cuatro horas. Muchas ganas de levantarme no tengo, pero sin visa en el pasaporte sería todo mas complicado. Los diez pasos hasta el baño, la pasta y el cepillo de dientes, una cepillada rápida, la sensación de limpieza me llevan a ducharme, prolongando así el éxtasis y quitándome los olores del ayer, un ayer hostil. Todo esto con una buena canción para empezar el día y tomarme el primer vaso de agua. Los pensamientos se van convirtiendo en acción. Salir de la cama, los pasos, Bugge Wesseltoft con It’s snowing on my piano, la ducha, la toalla, el agua: la tranquilidad de las pequeñas cosas que apaciguan el alma. El reloj en cambio, no parece muy tranquilo y anuncia que ha pasado media hora. Has necesitado quince minutos más, para algo que deberías haber hecho en diez. No hay café. ¡Apúrate! ponte el pantalón más lindo con la camisa más linda, bufanda y abrigo. Hay que causar una buena impresión. No dejes de coger los papeles que dejaste preparados ayer y rectifica que estén todos nuevamente. Baja las escaleras corriendo, pero no te caigas, que no es momento para accidentes. Aire frío. Los pasos se van hundiendo en la nieve, ojala no olviden regar las piedrecitas que evitan que caigamos al suelo constantemente. ¿Tendré todos los papeles? La estación está a no más de cinco minutos. Caminar por Neukölln tiene su encanto. Por sus calles se pasea un  surrealismo derrotado que a mi me invita a rebelarme y es que Neukölln ostenta un barroquismo hiriente.

Andares.

Ya a las ocho de la mañana la panadería turca en la esquina de Selchower Straße, tiene unos cuantos inquilinos. Luego del acostumbrado hola con sonrisa tomo mi café y salgo rápido dirección Hermannstraße. Cien metros más allá, después de doblar a la izquierda ya estoy en el metro que llega en dos minutos. Cuando viajas en el metro ves la ciudad distinta, se ve en la mirada de su gente, en el vaivén de sus cuerpos, unos contra otros. La ves en el controlador de la BVG, el que no tiene Ticket, la muchacha que se va a la universidad, el tipo elegante y el montón de almas que ya no se amontonan frente a las puertas del purgatorio, sino frente al la puerta automática del Metro. En la Osloer Straße cambio de Metro al U-9 hasta la Amrumer Straße, dos estaciones más y ya casi llego. Un cartel anuncia la proximidad de mi destino: Ausländerbehörde nach rechts.

El edificio no invita a entrar, pero hay que hacerlo. A pesar de todo llegue trece minutos antes, así que puedo buscar la oficina con calma. Me oriento en los pequeños mapas que indican adonde debo dirigirme. Segundo piso a la derecha. Me siento en el primer salón de espera a mi izquierda y espero que en la pantalla salga mi número, por suerte tengo una cita que demoraron dos meses en darme. Saco el libro de turno, esta vez le toca  a la mil veces releídas Antología poética de Benedetti. Lo abro al azar y Benedetti me saca una sonrisa: me está pidiendo que no me salve. Como si fuera tan fácil… Se me acerca un hombre que debe tener entre 30 y 35 anos. Me pregunta si allí es para la B, le digo que si y se sienta a  mi lado. ¿Y tu de dónde eres? – me pregunta. De Cuba – respondo. ¡Oh, Cuba! Che Guevara… ensaya una sonrisa. ¡Bonito país! – agrega. Aunque yo no me pensaba nervioso, mi rostro parecía decir lo contrario, pues mi nuevo amigo continuo diciendo: No te preocupes, a los cubanos seguro les dan visa. Yo en cambio vengo del Líbano, a mi me hacen sudar más.

Un sonido me indica que un nuevo número será llamado. Es el mío. Me despido con una sonrisa y camino a la puerta 264. Benedetti me sigue diciendo que no me salve, que no me reserve del mundo un rincón feliz. Controlo mi rabia. Toco a la puerta y entro.

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Tengo que hacer algunas compras http://superdemokraticos.com/es/themen/koerper/tengo-que-hacer-algunas-compras/ Wed, 04 Aug 2010 08:03:42 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=567

Foto: René Hamann

„Él era torpe y hambriento de vida, por eso no tenía una novia“ (Bolaño, 2666).

Ella tiene la sombra de la mano en la cara.

Ella saca fotos. Dispara por la zona.

Ella va en su bicicleta por la ciudad, medio rubia. Naturalmente lleva anteojos.

Un vistazo a la torre de la iglesia, para mirar la hora. A sus espaldas un coro de prisioneros aplaudiendo. Ella es una.

Quizá un poco entrada en carnes, la dama. La definiría como „redondeada“. Mi novia A. se quejaba : „redondeada“ era humillante, casi ofensivo. La palabra „compacta“ definía mucho mejor la estructura de su cuerpo.

No estoy de acuerdo. Yo lo negaba.

Ensalada con aderezo francés,

Retira la pierna. Él la atrae con todo su cuerpo.

La jeunesse dorée – la juventud dorada- se siente en las terrazas de los cafés y mantiene su piel perfecta bajo la luz. Yo ya no pertenezco a eso. A las personas lindas. Quizá nunca pertenecí a ellas. O que nunca antes habíamos acordado, todo lo contrario: entonces yo quería pertenecer, me consideraba algo mejor. Ahora conozco la inutilidad. Ahora, que físicamente no puedo competir, siento envidia y un deseo de integración.

Hoy soy famoso, mañana no más.

Todo lo que puedes hacer es sumar. Ella juega siempre a dejar una huella plana. ¿Podría  por un momento permanecer inmóvil, para que pueda contemplarla como a una estrella de cine? No, no puede. Ella tiene que emprender alguna acción. Mira en su cartera en la que suena su celular.

¿Será así, como si soñaramos?

“ella terminó conmigo, porque no podía ayudarla físicamente”.

Él hombre con los pantalones militares poseía un formulario para pagar los impuestos.

Tácticas armas atómicas.

Él hombre con la corbata de media seda. Él se niega a dar cualquier respuesta. Él está siego por la óptica. Él la deja llegar a la superficie. Él todavía tiene que hacer algunas compras.

La otra le dieses a él, que eso no cuenta. Él no la ve. La casa que podría tener. Ella tiene razón y el se pregunta una y otra vez por qué es así.

Él mundo de ensueño es demasiado notorio.

Sus sueños son demasiado notorios.

Un cochecito de bebé lleno de ideas en una casa repleta de fidelidad.

Ahí de desarma el mundo.

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