Editorial – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Poeta de perfil http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/espanol-poeta-de-perfil/ http://superdemokraticos.com/es/laender/bolivien/espanol-poeta-de-perfil/#comments Sat, 09 Oct 2010 01:57:32 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2639

Permítanme este último ejercicio de impudor. Hoy quiero hablar de Julio Barriga, el primer artista de verdad que conocí. En 1995 descubrí su nombre en el suplemento literario de un diario local ya extinto. Aparecía de editor del suplemento Eventual (yo aún no sabía que en ese título venía ilustrada la naturaleza de un pasajero entusiasmo, eventual, que en alguna extraña excepción lo movía a actuar) y su contenido era exquisito, irónico y casi revolucionario para una ciudad conservadora e hipócrita. Sólo duró 4 números (un mes) y movido por la curiosidad pregunté por él en un boliche pequeñísimo e infame (regentado por un trotskista aficionado al teatro) en el que se reunían especímenes de una fauna diversa y en peligro de extinción, a los que yo empezaba a tratar como viejos conocidos, siguiendo eso que decía Monterroso de que “los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista”. Me dijeron que el tal Barriga también asistía al Café-teatro trotskista, pero nunca lo había cruzado. Un día me lo mostraron. Era muy parecido a Edgar Allan Poe (“Edgar Allan me mira desde el espejo”) y cuando me le acerqué se incomodó de que lo tratara de usted. Lo empecé a frecuentar y, como para deshacerse de mí, me prestaba libros que me maravillaban o me dejaban confundido. Barriga ya había publicado sus dos primeros libros: El fuego está cortado (que se abre con una variación del “Make a mask” de Dylan Thomas: “hazme una máscara/ pues estoy solo y quiero sentirme más solo todavía”) y el brevísimo Aforismos desaforados.

Hijo de maestros rurales, los libros habían formado parte de su entorno desde niño y luego de armar y desmantelar dos familias se encajó en la máscara del oficio que había pospuesto con muchos trabajos (en Tarija, La Paz, Salta y Mendoza). Por entonces ya tenía lista una tercera obra, Versos perversos (en realidad tan extenso como tres libros) y era casi aterradoramente fresco (igual que la sombra de un rincón muy oscuro). Una especie de diario de su desasosiego (“soy solo yo que me mando/cartas urgentes a mí mismo”). No le interesaba publicarlo, y tuvimos que esperar diez años para que otros se enteraran de lo que nosotros ya sabíamos. Expresado en distintas variantes su estilo tendiente a narrar, entre barroco y oral-callejero, alienado por la cita errónea o descontextualizada, apelando sin ninguna distinción a la cultura “alta”  y a los mass media. En esos poemas hablaba de su permanente angustia, de sus amigos, de su bicicleta, de ciudades que lo han marcado a fuego, de su barrio, de la soledad, de la constante presencia del alcohol. Gracias a esos poemas fue creciendo su fama casi secreta (junto a Humberto Quino y Juan Cristóbal Mac Lean los tres poetas-bolivianos-vivos que más me gustan). Pero además tenía este credo ético inclaudicable de “vivir como un poeta” (un afán de vivir lo terrenal intensamente y con desapego, con la violenta pasividad de Bartleby) que puede leerse cual soporte performativo de la obra escrita. Un tipo que se interesa principalmente por lo que acaba de pasar de moda (ahora, por ejemplo, los diskettes), de ser capaz de manifestar un escepticismo pesimista extremo (“estoy condenado a prolongar una existencia insulsa/ hasta el final de sus instantes repetidos”) y reírse desfachatadamente de todo, especialmente de sí mismo (“¿qué haría si fuera Dios?: renunciaría”). Un tipo que pedalea escapando del horror y que de lo más profundo de sus tinieblas personales obtiene chispazos de claridad (“soy el centauro de la soledad/ y soy los anteojos de la carretera, Ramón”).

Por esa ilusión de compartir un pasado que brinda la amistad en 2008 edité su libro Cuaderno de sombra, donde cambiaba de registro, tomando la voz de un amigo poeta que acababa de morir, Roberto Echazú. Lo que Bloom llamaría apofrades. En ese  libro de luto riguroso, Barriga conversaba consigo mismo pero también con Roberto, con quien compartía el oficio, el alcohol y la afición por iluminar el lado oscuro de las cosas próximas. No sólo aprendí algunos rudimentos claves de la edición sino que también me puse en contacto con cierta manera de estar en el mundo: asumir tu propio destino. Barriga, como un monje licencioso, le ha dicho adiós ya a muchas cosas y ¡hola! a la muerte. Hace una semana lo vi y está igual, sigue viviendo según su propio código y a estas alturas no va a cambiar, por suerte.

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Si sirviera de algo http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/wenn-es-irgendwas-bringen-wurde/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/wenn-es-irgendwas-bringen-wurde/#comments Thu, 15 Jul 2010 08:36:29 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=464 He llegado a rozar el cinismo de no escuchar a los ganadores. ¿Qué nos pueden decir? ¿Que fue duro? ¿Que estaban mejor preparados? ¿Que el tiempo, finalmente, les está dando la razón? ¿Qué su gesta ha sido fundamental y debemos creer en el valor, la inteligencia y la fortuna de los héroes? ¿Qué ese momento inolvidable nos define?

Me preguntan si la historia es importante para mí. Me encantaría decir que sí, sobre todo para aprender, para cumplir con este afán de acumular certezas donde antes hubo algunas dudas, para escudriñar durante la investigación en esos posibles errores que nos hacen creer en algo: un sistema de logros que no fueron, o que no fueron así. Después nos enteraremos de cómo ocurrieron los hechos con exactitud, no se preocupen. Obviando las elecciones, siempre hay alguien que gana en la mesa técnica.

Me encantaría decir que sí, pero no.

Esto que sigue no lo traduzcan de forma literal, sino simbólica, pero casi: Hace una semana se armó un alboroto en mi país porque alguien con poder y uniforme militar en Venezuela, supongo que el presidente y alguno de sus amigos o colegas, el de Ecuador, por ejemplo, cogieron el polvo de un esqueleto y lo condecoraron, o lo mudaron de féretro, o le cambiaron el final de su vida, más bien el de su muerte; y le pusieron algún apodo centelleante y superpoderoso, del tipo Generala de Brigada de Honor del Ejército Bolivariano, de seguro pensando en las generaciones que vienen. Qué título, eh.

A eso le llaman rendir honores póstumos y como pienso en que mi madre, mi antigua jefa o mi profesora de historia sociopolítica en la universidad también podrían recibirlo, el gesto me parece lindo, simpático, noble, agradable y hasta inofensivo. Una pérdida de tiempo, eso sí, para todo aquello que nos toca revisar y que tiene que ver más con lo que somos, que con aquello que fuimos. Sé que esto no es nuevo y que la mayoría de los adolescentes suelen pensar de esa forma por flojera mental y un poco de ignorancia, pero que me perdonen el país y sus vecinos continentales: mi historia y la de mis afectos es más importante en este momento que atraviesan nuestros países, que las batallas que protagonizaron mis dignos antepasados y sus próceres enemigos.

Hace un mes estuve en Barcelona, España, visitando a Pepe Ribas, antiguo editor de la revista Ajoblanco, acompañado de la escritora cubana Wendy Guerra, su agente Carina Pons, el gestor cultural Marc Caellas y un fornido y rapado director de cine de quien me avergüenza no recordar su nombre, pues él nos colocó una película que acababa de dirigir y estaba en su etapa final de post producción. En ella se abría una interrogante necesaria: atendemos a las guerras en su momento y una vez que se acaban nos sentimos tranquilos, o cansados, pensamos que hemos asistido a una parte espeluznante de la historia y que recordar y establecer hechos y culpas es suficiente, pero, ¿qué pasa con esos pueblos una vez que la guerra ha terminado? ¿Quién nos cuenta ese pedazo íntimo, importante y marginal de la historia que olvidan los ganadores y que comienza justo después del final? ¿Podemos, los más pequeños, arreglar nuestro presente, luego de que los grandes resuelvan el pasado?

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Los alemanes no saben bailar, los latinos si http://superdemokraticos.com/es/editorial/deutsche-konnen-nicht-tanzen-latinos-schon/ Fri, 04 Jun 2010 16:15:36 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=102

[10.04.10 17:13:25] Nikola Richter: Estas ahí?
[10.04.10 17:14:10] Rery Maldonado: si, con café y tabaco.
[10.04.10 17:16:26] Nikola Richter: ¡yo tengo chocolate y té. Todos productos coloniales!

Una pequeña cita de nuestra primera conversación para Los Superdemokraticos. Nosotras chateamos, hablamos por el Skype, telefoneamos y nos escribimos mails con casi 30 personas en 12 países: con autores, traductores, diseñadotes de páginas Web, inversores y socios. Esto puede sonar quizá muy moderno, muy flexible, pero una comunicación de este tipo, en varios idiomas, no es fácil. Estamos ahí todo el tiempo, dos mujeres en algún lugar, en dos zonas horarias: entre el “tiempo central europeo” y la señal internacional de radio “Panamericana”, que emite entre las doce del medio día y las seis de la mañana. Nosotras hacemos una revolución desde la cocina y la sala, como nuestras abuelas.

Igual que casi todas las personas de nuestra generación somos seres del Internet. Nosotras trabajamos, nos divertimos y nos informamos online. También nuestro intercambio intelectual tiene a menudo lugar en la red, sin jerarquías, simplemente en el mundo, con amigos en Abu Dhabi, Brandenburgo, Neukölln o Cuba –mientras se mantenga la conexión, mientras conozcamos nuestros perfiles en Facebook, Twitter, Google, etc. ¿Cómo funciona en esta situación de comunicación la participación ciudadana? ¿Donde se congrega esta ciudadanía conectada a la red? ¿Pertenecemos a la misma civilización? ¿O la civilización no es otra cosa que un producto colonial?

Lo primero que los latinoamericanos contrabandearon en la colonia fueron mercancías relacionadas con la imprenta, sobre todo las primeras novelas, obras de ficción que al principio fueron prohibidas por la iglesia. Las personas tenían que aprender los valores cristianos a partir de la Biblia. Lectores que escogen qué es lo que quieren leer son peligrosos, porque empiezan a poner en tela de juicio su realidad. Así se constituyeron hace doscientos años las repúblicas independientes latinoamericanas.

Es posible que esto parezca lejano en el tiempo y en la geografía, sin embargo sigue marcando nuestra percepción a ambos lados del Atlántico. Con este blog bilingüe queremos construir una nueva alcaldía, algo que todavía no existe. Queremos saber, si los menores de cuarenta años, afines a la red, jugadores de Supermario tienen respuestas parecidas a preguntas cotidianas sobre la historia, la intimidad, la participación política y la globalización. Hemos escogido, de entre más de doscientos postulantes, a los veinte autores que nos acompañaran entre el 11 de julio y el 11 de octubre con sus ensayos cortos sobre estos temas –comercio justo intelectual en un superdemocrático “cronotopo cero” alemán- latinoamericano-.

Ese “tiempo espacio cero” resume de igual manera la inexistencia de tiempo y espacio en la red, como la distancia física de muchos migrantes. Queremos conseguir dentro de nuestro partido literario: Los Superdemokratios, una conversación real en iguales condiciones. En un tiempo caracterizado por la ausencia de las utopías sociales, son las utopías del individuo las que cuentan más y el narrar, documentar, el decir y el escuchar formará parte de la acción política. Nosotros entendemos al individuo como un recurso sostenible del medio ambiente – en el blog se producirá un mosaico de las experiencias subjetivas del citoyen.

Sin embrago mientras todo tenga lugar solamente en la red, no se producirán cambios concretos. Por eso hemos creado una  Kooperativa virtual, a la que se puede inscribir cualquiera gratuitamente, para colaborar con su trabajo intelectual y su acción, no importa desde qué lugar. Siguiendo esta lógica organizaremos Sommersalons mensuales en Berlín, trabajando conjuntamente con distintos proyectos culturales, grupos de música y colectivos de djs. Nuestro objetivo final es dinamitar guetos mentales, para que no podamos decir más: “los alemanes no saben bailar, los latinos si”.

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