Dicatadura – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Habia una vez una Globalización http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/es-war-einmal-eine-globalisierung/ Tue, 28 Sep 2010 06:48:30 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2220 – Si ustedes me permiten, les narro una historia tal como me la contaron. Había una vez un muchacho que vivía en una ciudad muy grande. Corría el año 2010. Él nació en la Isla descrita en el Poema “La Isla en Peso” de Virgilio Piñeira, que les recomiendo. Este joven era como nuestro Morus, que le gustaba viajar, quería saber si el mundo tenía límites y cuales eran. El caso es que, cuando tuvo edad para ello, se fue a otro país. (Varios de ustedes se deben estar preguntando qué era un país, otros ya lo habrán estudiado en la clases de Poulantzas. Bueno, no les voy a quitar la oportunidad de que investiguen el tema.) Por aquellos tiempos los seres humanos habían inventado artefactos que hacían que pareciera más fácil transportarse de un lugar a otro. Lo cual, las más de las veces, era extremadamente difícil para la inmensa mayoría de los hombres y mujeres que habitaban el planeta, pues para poder ir de un lugar a otro se necesitaba un permiso de las autoridades pertinentes. Esta autorización se otorgaba en forma de un papelito que le estampaban a la persona que quería viajar en otra cosa que se llamaba pasaporte, esto último era un cuaderno que servía de identificación. Este joven pasó mucho trabajo en conseguir los permisos para viajar, pues había cometido el error de nacer en el país equivocado. Además en aquellos tiempos los seres humanos vivían bajo la dictadura del dinero y la mayoría de las relaciones estaban mediadas por este inefable compañero.

Volviendo al novicio. El trabajaba en un Bar de noche, iba a la universidad durante el día y escribía ensayos y textos literarios para alguna que otra revista o proyecto. Su vida transcurría en estos quehaceres.

Este joven, al que llamaremos Aukera, pasaba mucho tiempo hablando con sus amigos que estaban desparramados por todo el globo terráqueo. Sus camaradas hablaban lenguas diferentes y habían nacido en distintos lugares. Casi todos ellos tenían también el pasaporte equivocado para moverse en aquel mundo.

Los amigos de Aukera hacían teatro, otros música, otros escribían poesía y filmaban películas, otros trabajaban con minusválidos, cocinaban o renovaban edificios antiguos. Algunos de ellos no tenían trabajo y pasaban mucho tiempo caminando en círculos. Uno de estos amigos vivía en un pueblecito muy pequeño en un país del Sur. Él se llamaba Ezintasuna y hacía teatro para niños. Ezintasuna estaba muy cansado y quería irse a los países del norte, pero la autorización de viajar era muy difícil de conseguir.

Foto: Lazaro Emilio Hernandez Boffill

Él no creía que su trabajo estuviera funcionando, porque el mensaje de alegría y posibilidades que implicaba la actuación con títeres no llegaba a los niños. Ellos subsistían bajo una violencia muy fuerte. La mayoría de estas criaturas vivían en las calles y consumían drogas en lugar de comida para aliviar su hambre. Otros eran vendidos y prostituidos. Para defenderse se habían agrupado en pandillas. Un día, después de una función, uno de estos niños se acercó tímido y le dijo a Ezintasuna:

– Señor, ¿podría preguntarle algo?

– ¡Si, claro!-respondió Ezintasuna.

– Señor, ¿cómo hago para ir al mundo de los títeres, donde toda acaba bien?

Ezintasuna se quedo sin palabras. Con un nudo en la garganta le dijo:

Lo primero es construirlos, ya después poco a poco te iras adentrando en su mundo, como ellos en el tuyo.

El niño comenzó a acompañar al grupo de amigos titiriteros y con el tiempo construyó su primer títere.

Así me lo contó Ezintasuna y así se los cuento yo.

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Cuando todo es posible, ya nada lo es http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/wenn-alles-moglich-ist-dann-ist-es-gleichsam-nichts-mehr/ Thu, 16 Sep 2010 20:26:54 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=1940 La globalización no existe, lo que existe es una masificación de la dominación de las culturas fuertes sobre las débiles. No lo digo yo, lo dicen muchos teóricos y estudiosos más serios que lo que yo puedo llegar a ser, justamente uno que leía el otro día. Pero parece revestirle algunos gramos de razón. MASIFICACIÓN DE LA DOMINACIÓN DE LAS CULTURAS FUERTES SOBRE LAS DÉBILES. Toma para vos y tu tía Gregoria! Después de una frase así uno como que se rinde y se convierte a la teoría. Me interesa lo que dice esta frase rimbombante y me hace recordar a una anécdota.

Hace unos meses discutía con un teatro de Londres –al cual le tengo gran admiración– sobre un pedido de escritura que me habían hecho. Yo tenía que escribir una obra sobre la realidad de mi país, otorgándole por supuesto mi punto de vista y mi voz literaria, por decirlo de alguna manera. Decidí entonces escribir una obra que utilizara el tema de la dictadura, o mejor dicho, las resonancias de la dictadura en la vida de las personas. Pero le di muchas vueltas, ya que quería hacerlo desde una mirada personal. Decidí hablar sobre una familia con una hija desaparecida en la época de la dictadura, esa familia se habría construido desde entonces, en torno a la ausencia de su hija. Un día- esto sucede ya en la obra- descubren que su hija fue secuestrada durante la época de la dictadura, pero no por los militares, sino por los extraterrestres. La dictadura existió, hubo desaparecidos, solo que su hija no fue una de ellos. Cómo reaccionaría esta familia al descubrir de la noche a la mañana que todas las ideas sobre las cuales han construido valores y pilares morales, han sido erróneamente construidos? Los extraterrestres vuelven entonces a invadir el planeta y la obra sigue y sería muy largo de contar. El asunto radica que en el diálogo con el teatro londinense, ellos me valoraron muy positivamente la obra pero me sugirieron que repensara el asunto de los extraterrestres, pues parece ser un recurso ajeno a la dinámica y tema de la obra, que atentaba contra el verdadero valor que, para ellos, era hablar sobre la dictadura.

Aquí se suscita un diálogo que trataré de reproducir fielmente, con las disculpas de la memoria, ya que primero no recuerdo exactamente las palabras y segundo que fue a través de un intercambio de varios mails. Al principio contesté que si yo sacara los extraterrestres, la obra se tornaría una obra más sobre la dictadura uruguaya y a mi ya no me interesaría escribirla ya que sería abundar en la cantidad de obras sobre la dictadura que ya existen. Ellos me contestaron que les parecía curiosa e interesante mi respuesta ya que les parecía extraño que habiendo tantas obras uruguayas sobre la dictadura, ellos nunca hubiesen leído ninguna. A lo que contesto que sería interesante para mí saber si quiera cuántas obras uruguayas habían leído, y les adjuntaba en el mail, una lista de 15 obras uruguayas sobre la dictadura. La respuesta era evidente, no habían leído ninguna obra uruguaya por lo que los extraterrestres se quedaron y mi obra acaba de estrenarse hace un mes, claro no en Londres sino en Montevideo,

Moraleja, la globalización no es global, no ha llegado a la dramaturgia uruguaya como no ha llegado a cientos de lugares, ya que puedo leer y conseguir rápidamente obras alemanas, francesas, americanas, incluso brasileras y argentinas… pero como hago para acceder fácilmente y de manera rápida a la dramaturgias marroquíes, o costa rícenses, iraníes, finlandesas, o por poner un ejemplo más excepcional, asiáticas.

Es que no es simplemente un asunto de culturas fuertes y débiles – ya que nadie puede negar la fortaleza de las culturas anteriormente mencionadas- sino que uno tiene que continuamente ponerla en comparación con sus vecinos y a ellos sumarle las barreras naturales que pone una cultura en función de la otra, y no me refiero sólo al lenguaje.

Tenemos esta sensación de que la globalización y la Internet van de la mano, haciendo llegar todo a todos lados, pero realmente sabemos que aunque el mundo este cada vez más conectado, esto no alcanza para globalizar la riqueza, ni el poder, si quiera la información. Ahora hay que saber llegar a ellos, hay que saber buscar, uno se pierde en el mundo de datos como uno se pierde en el mundo. Es increíble pensar que la dramaturgia uruguaya, al menos gran parte de ella se encuentra disponible en la web en la siguiente página www.dramaturgiauruguaya.gub.uy pero esto no la hace global, no la pone al alcance del mundo, ni siquiera la hace acceder a circuitos en donde seguramente están ávidos de su lectura. El desafío sigue pendiente, porque en un mundo globalizado, los límites siguen siendo tan fuertes como cuando no lo era. De cierta manera, pesimista sin duda, pero con la esperanza optimista de que este no es el fin, sino una simple etapa, yo siento a la globalización como esa frase de Baudrillard “cuando todo es posible, ya nada lo es”.

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La Cuba que no cabe en los libros de historia http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/das-kuba-das-nicht-in-die-geschichtsbucher-passt/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/das-kuba-das-nicht-in-die-geschichtsbucher-passt/#comments Thu, 24 Jun 2010 12:14:16 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=326

Para Zaida, profesora de Historia

Foto: Lizabel Mónica

Cuando aflora la palabra Cuba se piensa en el embargo económico de los Estados Unidos a la isla, en la batalla de la Bahía de Cochinos o Playa Girón -“primera derrota del imperialismo en América”, reza la propaganda oficial-, en los hermanos Castro y en los organopónicos. Para algunos Cuba representa aún ese icono de izquierdas donde muchos turistas, llevados por el entusiasmo excesivo, experimentan un excitante acercamiento a eso que las camisetas con la imagen del Che Guevara parecen anunciar. En otros sin embargo persiste la convicción de que se trata de una pesadilla roja y populista que necesita inyecciones urgentes de capital. Lo cierto es que para mí, nacida al punto de observar el progresivo entibiamiento de la Guerra Fría, crecida en una adolescencia en que desilusión y desesperación parecían ser las dos nuevas reglas de convivencia cívica -en sustitución del habitual discurso triunfalista de la utopía proletaria-, y alcanzando finalmente mi mayoría de edad en el siglo XXI, tienen muy poco sentido ya las creencias entusiastas de mis padres o la visión épica y edulcorada de una historia cada vez menos creíble.

Decir que la historia nacional que promueve un Estado no es del todo verdadera, es como convenir en que los seres humanos hemos provocado cambios en el ecosistema del planeta: ambas son verdades irrefutables, y como tales, han de permanecer medio ocultas, medio visibles. En cualquier caso no es cuestión de certezas, sino de qué políticas se aplican al respecto. La mirada severa de los cancerberos del Estado me enseñó sobre todo a negociar la versión propia de los hechos. He aquí un resumen. Cuba fue la última de las colonias españolas en independizarse, a finales del siglo XIX, llegando a tiempo para convertirse en neocolonia de los Estados Unidos. Luego de Gerardo Machado, quien hubo de abandonar la presidencia en 1933 tras una movilización popular, se anularon los lazos legales de la sujeción a Estados Unidos, y el país transitó por distintos gobiernos hasta arribar a la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista. Sobre este último triunfó la guerra de guerrilla enclavada en Sierra Maestra, al mando de Fidel Castro. La coalición de varios grupos opositores que dio lugar al triunfo de la Revolución Cubana en 1959, hasta entonces un movimiento nacional que ostentaba el apoyo de la burguesía, fue paulatinamente fragmentada, depurada y finalmente convertida en una unidad monolítica que tomó su derrotero político el 16 de abril de 1961, cuando Fidel Castro proclamó “el carácter socialista de la Revolución”, minutos después de que bombarderos ejecutaran su preludio a Playa Girón. A partir de entonces, todo hubo de plegarse a este programa de gobierno.

Yo he aprendido que la historia suena diferente dicha por un español, a su vez distinta en voz de un norteamericano y definitivamente picante, en la expresión desenfadada del cubano de a pie. Por no hablar de los matices insospechados que toma en el nativo emigrado hacia esa otra capital cubana que queda geográficamente más allá de nuestras orillas: Little Havana. La historia siempre depende de quién la cuente. Suelen ser los sobrevivientes, los vencedores, los que tienen en sus manos el poder, los que se encargan de decirnos cómo ocurrió todo. Esta vez detrás de la pluma hay una mujer cubana (quién diga que el sexo tiene poco que ver con asuntos de geopolítica que busque la isla caribeña en Internet; obtendrá una respuesta más contundente que mis argumentos), blanca (recomiendo en este caso agregar a la búsqueda la categoría cultural e imaginaria de raza), hija de profesionales y yo misma una profesional (habrá notado usted que los blogueros cubanos son en su mayoría, tanto los impulsados por el régimen como los independientes, muchachos y muchachas bien educados), y no habitante de las zonas más marginales de La Habana, pero tampoco ubicada en el centro privilegiado de la misma (aunque vivir en La Habana es ya reconocerse en el centro, pruébese a agregar a la búsqueda Cuba+sexo+raza la simple, y de apariencia inocente, palabra “ciudad”: casi todos los blogs, páginas especializadas e institucionales son generadas desde la capital, mientras que sobre el resto del país cae un rotundo y contundente manto de silencio, que nos cierra el paso en código de bits); pero no habrá una historia formalizada en estas líneas.

La primera lección de historia que recuerdo con afecto fue aquella en que una profesora me dijo: “relájate y deja los libros, haremos un viaje en el tiempo”. Cabe citar aquí un curioso pasaje que hallé en una guía alternativa: “Cuba es un país único con muchas características distintivas. Viajar aquí no sólo requiere un pasaporte, dinero y una buena y resistente mochila; requiere además flexibilidad, creatividad, buen humor, paciencia y un saludable sentido de la aventura…”. Lo curioso de la historia es que no sólo se encarga del pasado, puesto que ella es capaz de transformar drásticamente nuestra experiencia del presente. ¿Quiere usted conocer Cuba? Bienvenido a bordo, traiga su equipaje, deje en casa los libros… Y si tiene dudas, no dude en preguntar al capitán, pero pregunte también al fogonero.

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¡Ahora somos los buenos! http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/das-saubermann-image/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/das-saubermann-image/#comments Thu, 24 Jun 2010 07:00:29 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=271 Historia era la materia en la escuela en la que a nosotros (los que ahora estamos alrededor de los 30 años) nos inoculaban la culpa. La culpa de generaciones anteriores, la culpa heredada. Pero también la nueva conciencia de nosotros mismos. “La Alemania de Hitler era mala, no hay duda en ello. ¿Y ahora? ¡Ahora somos los buenos!”. Nosotros separamos la basura, viajamos en transporte público en lugar de ir en coche, nuestras heladeras están libres de gases refrigerantes dañinos. Nosotros fomentamos la unión dentro de Europa, nos dedicamos a la ayuda del desarrollo en el Tercer Mundo. ¿No somos buenos?

Pero, no hablemos sólo mal de Alemania. Desde el Cono Sur la observamos incluso mejor. Uno aprende a valorar que la vida allá es más cómoda, porque es calculable. El bus llega a un horario determinado. En las oficinas públicas uno recibe hoy la misma información que un día después. El que vuelve en bicicleta a su casa a las cuatro de la mañana, lo más probable es que llegue sano y salvo. Las estadísticas de pobreza, corrupción, mortalidad infantil nos hablan de la felicidad de toda una nación. Vista desde lejos, Alemania se presenta como un pequeño paraíso.

Pero sólo el que se mantiene lo suficientemente lejos de Niederorla, en la provincia de Turingia (centro geográfico de Alemania, según las medidas de la Asociación de Geógrafos Escolares), descubre rápidamente que la imagen de “nosotros somos los buenos” es sobre todo nuestra propia manera de vernos, nuestra autocontemplación. En primer lugar porque Alemania es un lugar paradisíaco, al que tienen acceso unos pocos elegidos. En segundo, porque somos expertos en hacer las cosas bien (la actuación del ejercito alemán en Afganistán, deportaciones y otras cositas por el estilo). Para terminar, porque a nivel internacional ese “nosotros somos los buenos” es substituido a menudo por un “a nosotros nos debe bien”, lo más importante es que funcione la economía.

Eso se podía observar por ejemplo durante la última dictadura militar argentina (1976-83). Por aquella época yo iba a la escuela primaria. Recuerdo que lloré frente al televisor cuando Helmut Schmidt perdió las elecciones contra Helmut Kohl (ese no me gustaba). No sabía donde estaba la Argentina y mucho menos que allí, el mismo estado, mandaba a torturar y a matar estratégicamente miles de personas. Tampoco tenía ni idea de que el gobierno de Schmidt le vendía armas a la Junta Militar argentina (incluso los Estados Unidos dejaron de hacerlo, debido a las violaciones a los derechos humanos). Alemania no quiso enturbiar las relaciones con la Junta, mientras otros países se preocupaban por la suerte que corrían sus propios ciudadanos en los centros de tortura. Mucho peor: Los familiares de desaparecidos que se pusieron en contacto con la embajada alemana en Buenos Aires, eran atendidos por un tal comandante “Peirano”, que la misma embajada avalaba (un soplón de los militares). El caso más insólito es quizás el de Elisabeth Käsemann, una estudiante alemana, que ayudaba a perseguidos políticos a conseguir papeles falsos para que pudieran abandonar el país. Fue retenida durante semanas en un centro de tortura, luego asesinada. Una amiga británica, que fue torturada en el mismo centro, recuperó a los pocos días su libertad gracias a las gestiones diplomáticas de su país y alarmó a los padres de Käsemann. El gobierno en Bonn ni si quiera llamó al embajador argentino. “Un Mercedes Benz vendido vale sin duda más que una vida” les recriminó el padre de Elísabeth a los diplomáticos alemanes. Al cuerpo de su hija le faltaban los ojos y el cabello.

Se permiten dudas de la imagen alemana de “somos los buenos” no solamente cuando miramos hacia el pasado. Es suficiente hojear los diarios actuales. En la Argentina el caso de corrupción en Siemens obtiene titulares. En Colombia hay personas expulsadas con violencia de sus tierras, para poder explotar el carbón que compra Alemania por toneladas. Alemania es, después de Estados Unidos y Rusia, el tercer exportador de armas, también Latinoamérica es un buen cliente. Submarinos Alemanes fueron vendidos a Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela.

Parece ser que los alemanes tenemos que viajar aún más en transporte público y separar cantidades industriales de basura, para ser “los buenos” de verdad.

Traducción: Rery Maldonado Galarza

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La obsesión de “inventarse el pueblo que falta” http://superdemokraticos.com/es/poetologie/die-obsession-das-fehlende-volk-zu-erfinden/ http://superdemokraticos.com/es/poetologie/die-obsession-das-fehlende-volk-zu-erfinden/#comments Wed, 16 Jun 2010 22:29:45 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=269

Mi nombre es Lizabel Mónica y soy cubana. Crecí entre los discursos de ocho horas de nuestro Comandante en Jefe y el lema de “Pioneros por el Comunismo, seremos como el Che”. A la edad de 13 años mi preocupación fundamental no estaba asociada a los chicos sino a si era o no “revolucionaria”. Cuando llegué a la universidad el panorama no había cambiado mucho: escogí la carrera de Historia en lugar de Literatura, como correspondía a mi vocación innegable -nunca he podido alejarme demasiado de los cuadernos de notas y los lápices-, porque necesitaba con urgencia comprender la realidad que me rodeaba. Me gradué, comencé a publicar, en 2007 fundé un proyecto cultural alternativo… Hoy tengo 28 años y ya sé que mi vida nunca será ajena a la política.

Nací bajo el influjo de la Revolución Cubana. Desde niña me habitué a seguir con interés tanto aquellas conversaciones sobre el próximo juguete, como las disquisiciones en torno a un futuro donde el capitalismo sería tan sólo el pasado ominoso de un sistema social emergente. Mi infancia conoció los libros de cuentos al tiempo que a las revistas Sputnik, publicación popular de la antigua Unión Soviética. La Guerra Fría tenía tanto sentido en la Cuba de entonces que estaba prohibido escuchar canciones norteamericanas, lo cual mis amigos hacían a escondidas, mientras yo seguía las reglas, porque pensaba que había una buena razón detrás. En mi casa no sólo veía a mis padres entusiasmados y sumidos en el “proceso revolucionario”, sino que recibía yo misma una educación encaminada a hacer de mí un ejemplo de la nueva sociedad. La revista nacional Mujeres, que dedicaba al género femenino didácticas páginas sobre el comportamiento adecuado de la mujer dentro del socialismo, era para mí de obligada lectura. Cuando cayó el Muro de Berlín, yo cumplía 8 años, y no sabía que esto representaría un giro en la vida del país y la mía en particular.

Haciendo un recuento desde el momento actual puede verse como aquella niña que ganó concursos de Marxismo y que fue Beso de la Patria en la escuela, se convirtió en una mujer muy parecida, pero a la vez diferente. Me gradué en 2006 en la Universidad de La Habana con una tesis sobre la mujer que deconstruye las políticas de género de la Revolución, cuyos argumentos resultaron demasiado polémicos para quienes la evaluaron, a pesar de alcanzar la nota máxima. Trabajé durante un año como Secretaría Ejecutiva de la revista Unión, una publicación oficial de arte y literatura, de la que me retiré con la decisión de fundar mi propia revista independiente (Desliz). Por último, las obras que hago, ya sean de arte, literatura o ensayísticas, son críticas con el sistema. Proyectos como El arte sexual es algo demasiado político para dejarlo en manos de los serios ó El arte político es algo demasiado sexi para dejarlo en manos de los hombres, Cuba Fake News, y Pensar Cuba en Tiempo Futuro, son obras de arte y literatura, pero son sobre todo el testimonio de una vida signada por la obsesión. La obsesión de “inventarse el pueblo que falta”, como diría Gilles Deleuze.

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La RDA no ha desaparecido del todo en mí http://superdemokraticos.com/es/poetologie/die-ddr-in-mir-ist-nicht-einfach-verschwunden/ http://superdemokraticos.com/es/poetologie/die-ddr-in-mir-ist-nicht-einfach-verschwunden/#comments Sat, 12 Jun 2010 07:00:12 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=175 Nací en Stralsund, en la costa del Mar del Norte, en 1971 y crecí los siguientes años en la isla de Rügen, en Brandeburgo y desde 1982, en Berlín, donde todavía vivo desde entonces. Tras mis estudios en Filología Alemana y Clásica, trabajé durante algunos años como escritora y redactora televisiva, decidiendo tras 2001 abandonar el colorido circo de tomar declaraciones y ceder a mi verdadera pasión, la escritura. En 2003 se publicó mi primer libro, un conjunto de relatos, en la editorial S. Fischer de Frankfurt: “Mi libre juventud alemana”; le siguió también en la misma editorial mi segundo libro, también un amplio conjunto de historias altamente autobiográficas y ensayos con motivo del 20º aniversario de la caída del Muro, “Construcción Este: en el camino entre Zinnowitz y Zwickau”. Ambos libros hablaban de la democracia, la dictadura, la libertad, los valores: al menos, así lo vio la prensa. Yo más bien diría que eran historias cortas sobre lo que era crecer en una dictadura y la vida de después, y también de lo que queda de todo aquello y cómo se esquiva después. Porque no vivimos en una película de Hollywood: lo que la RDA le ha hecho a las personas sigue estando ahí, como antes. En mi primer libro escribí “la RDA no ha desaparecido del todo en mí sólo porque el país ya no exista”.

Sin embargo, no me considero una autora política, sino alguien situado en la primera fila de los contadores de historias. Cuando hablo de los oscuros tiempos de la dictadura, no puedo simplemente dejar de lado el trasfondo político de los acontecimientos. No sería justo. Especialmente porque muchas de mis historias proceden del ámbito de los derechos civiles, como se les llama hoy en día, en los que me crié, en los que nunca tuve la oportunidad de desarrollar una visión romántica de la relación con el socialismo real en el que vivía. Por eso mismo hoy en día soy una vehemente defensora de la democracia: sé bien lo que es no poder disfrutarla.

Exactamente esta experiencia es lo que me relaciona con Sudamérica. La dictadura, el eco del régimen en el país, la relación con la culpabilidad y la responsabilidad, el borrón y cuenta nueva que supone la vida en libertad. Y en especial tengo una relación profunda con Chile, porque allí viven muchos amigos íntimos míos.

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