deutsch – Los Superdemokraticos http://superdemokraticos.com Mon, 03 Sep 2018 09:57:01 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 Explicar alemán http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/spanisch-verstehen/ Wed, 21 Mar 2012 10:57:00 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=6316 En una trayectoria de ocho años en un país aprendes a captar muchas cosas sin entenderlas. Sabes cómo funciona el sistema, o cómo quiere funcionar; reconoces los gestos amables y los no tan amables; captas la ironía e incluso captas los chistes. Pero siempre quedan muchas cosas que son simplemente incomprensibles. Alemania no es la excepción y el alemán no es la regla. Al trabajar como traductora te enfrentas a diferentes expresiones, frases, juegos de palabras, que requieren de dos páginas explicativas para poder traducirlos. Es claro que así son los idiomas y así las traducciones, pero siempre hay frases que quedan más lejos del original que otras. Estos son algunos ejemplos de lo que vivimos con las traducciones de LSD:

miteinander” una palabra muy linda que significaría “con-el-otro”, pero esto no tiene sentido en español. Nosotros decimos juntos. “Con-vivencia” sería “miteinander leben”: “vivir-con-el-otro” caso en el que las palabras de nuevo se acercan, ¿pero quién piensa en el “con” de “convivir” y en el “mit” de “miteinander”?

Pasando a conflictos de otra morfología: Migrationshintergrund es un concepto que se inventaron para llamar a los extranjeros de un modo políticamente correcto, sobretodo para poder hablar de aquellos que son de segunda o tercera generación, la mayoría son ya en términos legales alemanes, pero de todos modos son un poco diferentes, eso lo vemos todos, y lo oímos cuando hablan, aunque a veces hablan sin acento, cosa que asombra cuando tienes un velo que te cubre la cara. Entonces las definen como personas con pasado migratorio o con ascendencia no alemana, el punto es que queda claro que sí son de aquí, así no sean de aquí, ¿o al contrario? La definición es dada por el instituto oficial de estadísticas alemanas: Migrationshintergrund define a todas las personas que migraron a Alemania después de 1950 y sus descendientes, hayan nacido estos con o sin la nacionalidad alemana. No me quiero ni imaginar las discusiones que pudieron tener para escoger este nombre, sin sonar racistas, sin sonar nazis, sin sonar nada, pero para sacar estadísticas esta variable juega un rol clave y si no se tiene, ¿entonces cómo?

Luego vienen también confusiones con otros idiomas como el inglés: “El primer tube pasaba a las seis y media, half past six, y yo había calculado una hora menos, porque pensaba que half past six eran las cinco y media.”… ¿a quién se le ocurre que half past six son las cinco y media? Solo a un alemán. Tienen una forma de contar las horas que por lo menos, para una hispanoparlante como yo, es demasiado rara: “Media hora de la sexta hora ya pasó” y a esto se le llama Halb sechs “media seis”. Pero esto quiere decir que son las cinco y media, porque resulta que esa es la sexta hora del día. Si contamos desde el principio, de 00 a 01, es la primera hora, de 01 a 02 es la segunda hora del día, y así sucesivamente. Explicado con cuidado tiene lógica, no lo niego, pero no se para qué hay que ponerle un algoritmo tan complicado a algo bastante simple, claro, a ellos y ellas les parece que esta bien fácil.

Y volviendo a las definiciones de grupos humanos… este tema es bien complejo, porque cada separación de un grupo, cada demarcación, tiene que ver con una historia, con eventos políticos, culturales y económicos que solo se entienden si las has vivido. “Hartz IV: nombre que se da a las recomendaciones surgidas de una comisión para las reformas del mercado laboral alemán en 2002. La IV reforma empezó el 1 de enero de 2005. Popularmente se usa este nombre para hablar de las personas que reciben seguro de desempleo por un largo periodo de tiempo”. Hasta ahí llega la definición. Pero ¿todo lo que esta palabra implica? No estamos hablando de una ley y nadie se acuerda de la reforma, esto es un adjetivo que describe personas. Por un lado usado de modo despectivo, son los colgados más colgados del sistema social, que claro, cargan consigo ciertos comportamientos, toman cierta cerveza a ciertas horas y se les mira con ciertos prejuicios. Pero también hay otros que se toman este “estado/modo de vida” como una oportunidad para poder hacer proyectos artísticos o sociales a los que nunca se habían podido dedicar por andar trabajando. Y como siempre hay una gama intermedia, otros que entran y salen de este sistema, otros que reclaman su orgullo Hartz IV… pero todo esto no se puede resumir en una traducción.

¿Y qué hay con el muro de Berlín? Solo para no dejar ningún cliché olvidado. El encuentro romántico entre hermanos del lado Este y Oeste de Alemania, duró unos meses hasta que se dieron cuenta de lo diferentes que se habían vuelto en todos estos años de separación. Ni la música, ni la ropa, ni el lenguaje se sentía como entre hermanos. El tema es largo, pero como todo conflicto se soluciona o empeora inventándose apodos, para la prueba un botón: wessi /ossi. Wessi es alguien del West (oeste) de Alemania, se usa despectiva y cariñosamente y se opone a Ossi, Ost, del este. Ya lo que caracteriza a cada uno de estos grupos, pregúntenselo mejor a un(a) alemán(a), porque aquí las discusiones son largas y las perspectivas diversas. Yo con los dos me la llevo bien.

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Como se escribe muchas gracias en húngaro? http://superdemokraticos.com/es/danke/wie-schreibt-man-danke-auf-ungarisch/ Fri, 21 Oct 2011 08:23:19 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5420

Tuvimos suerte: encontramos la cartonera de Budapest en el barrio del castillo.

Köszönöm.

Ampliar nuestra casa. Abrir el Ost-front y empezar a tratar de charlar en los dos idiomas que tenemos, con otras lenguas y otras culturas. Podría ser. Sería lindo. El húngaro si que es un idioma complicado y sin embargo ya nadie puede sentirse extraño en ninguna parte, es parte de un jueves por la noche tomar una copa de vino en Debrecen, hablando alemán y escuchando de fondo a los Fabulosos Cadillacs… ¡El mundo globalizado! ¡Egészségünkre! (Para una experiencia húngara original recomendamos: en un vasito una medida de ron y una medida de vodka, una rodaja de limón y azucar moreno sobre el limón, prenda fuego al azucar hasta que se caramelise y después tome como un tequila. Juci Vodka, lo mejor para perder la cabeza.)

Nosotras nos quedamos con una buena sensación en el cuerpo, enamoradas de los tomates y de ese país tan amable. Contentas de haber podido estar en la Universidad de Debrecen, en el Instituto de Lengua y Literatura Alemana y de habernos encontrado con los estudiantes. Nos habría gustado tener más tiempo para conocerlos, para poder reírnos mejor con ellos, como el que tuvimos con nuestras guías: Kitti y Judit.

Desde el cuartel general de Los Superdemokraticos en Berlín todo nuestro agradecimiento a Barbara Eder y a Krisztina Kovacs, ambas docentes y responsables de pensar y coordinar las actividades culturales del Instituto. Gracias a nuestra editorial en Alemania Verbrecher Verlag por respaldarnos, a la Universidad por abrirnos sus puertas y por supuesto al Deutsches Kulturforum Debrecen, por todo su apoyo. ¡Esperamos volver a verl@s pronto!

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Con nuestro hocico berlinés… http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/mit-unserer-berliner-schnauze/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/mit-unserer-berliner-schnauze/#comments Thu, 01 Sep 2011 07:03:33 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=5023 Empiezo esta editorial con una sensación en el cuerpo de salir a pasear por un campo de minas. No es que no pueda definir exactamente cuál es la imagen más común que se tiene de lo alemán en el espacio hispanoamericano, quizá a nivel mundial. Todo lo contrario, llevo 14 años respondiendo a las mismas preguntas. Si todo es tan frío como se piensa, tan estricto, tan racista, si el idioma es impronunciable, si los alemanes carecen por completo de sentido del humor y ¿por qué me hago esto? ¿Por qué me quedo? ¿por qué vivo aquí?

La representación de Alemania en el mundo, por lo menos para mi generación no está a cargo de los alemanes, sino más bien a cargo de los americanos. De ahí que probablemente lo primero que escuche un alemán como saludo en mi país sea un: “Heil Hitler”. Eso tiene que ver con el completo desconocimiento de la historia y con las películas de Hollywood, que son las que siguen reproduciendo el cliché. En mi caso el poder defenderme en un idioma tan enrevesado es visto como un mérito, ya que salvo por los estudiantes de filosofía en la mayoría de los países occidentales, el alemán hace mucho que no es un idioma universal.

La sociedad alemana no tiene fama de ser amigable ni si quiera en Europa. De ahí que con el estrechamiento de los vínculos dentro de la Comunidad Europea, el inglés sea el que se imponga lentamente entre la gente joven, también en las calles de Berlín. A nadie puede extrañarle el fracaso estrepitoso de la “Blue Card”, la versión limitada y burocrática de la Green Card americana, con la que los alemanes intentaron durante un tiempo “mejorar” el perfil de los migrantes que llegan a la República Federal Alemana.

Aquí la gran parte de la sociedad espera discursivamente que sus inmigrantes se integren, pero la mayoría de los programas orientados en ese sentido tropiezan con ese sentimiento de superioridad autárquico, que impide de entrada cualquier acercamiento productivo. Los cursos de idioma que ofrece el gobierno son el ejemplo más ilustrativo. No están pensados para satisfacer la curiosidad de los que vienen aquí por interés de conocer la cultura. Es como si a los alemanes les resultara inconcebible que alguien en su sano juicio tomara la decisión de aprender, de conocer mejor el país. La integración laboral está diseñada para introducir a los inmigrantes en la cadena de servicios, no para aceptarlos como sujetos. Es como si el gobierno o la propia sociedad no fuera capaz de reconocer y aceptar el intelecto del recién llegado y eso, a pesar de que nuestra generación, aquí también está abierta al mundo. Los gobernantes no nos representan.

De ahí que la imagen que desde Los Superdemokraticos queremos mostrar de Alemania sea completamente distinta a los clichés clásicos que persiguen a este país y a sus traumas. Los Superdemokraticos es una prueba más, como Deutsch Plus o Neue Deutsche Medienmacher, de que Thilo Sarrazin y muchos otros políticos populistas como él, se equivocan cuando intentan convencernos de que la integración ha fracasado o que la idiosincrasia alemana es inconmovible. Si eso fuera así Kreuzberg no existiría y existe, nuestra sociedad alternativa alemana es rica en experiencias, en facetas, en acentos y de una calidez humana que sorprendería a cualquiera. En nuestro contexto sólo existen ciudadanos que construyen en común una sociedad nueva, donde reír es parte del día a día y el alemán es nuestra lengua franca.

En septiembre, mes de elecciones en Berlín, nuestros autores reflexionarán sobre distintos aspectos de lo alemán y la imagen que tiene este país. Con eso queremos colaborar a que se disipen malos entendidos. La “Berliner Republik” que nosotros representamos es joven, cosmopolita y abierta al mundo. El alemán que nosotros hablamos es inteligente y divertido, aunque no siempre sea gramaticalmente perfecto y se merece gobernantes más despiertos, que estén en condiciones de entenderla. Nuestro hocico berlinés no piensa callarse…

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Ceder la voz http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/auf-die-eigene-stimme-verzichten/ http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/auf-die-eigene-stimme-verzichten/#comments Wed, 03 Nov 2010 15:15:57 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3110 Durante cuatro meses he sido un arquitecto de las palabras. No lo pensé desde el primer momento, claro: una reunión a finales de mayo en una cafetería de Berlín, un proyecto en ciernes, la reunión fundacional de Los Superdemokráticos, distribuyendo trabajo y autores con personas hasta entonces desconocidas, cerveza de trigo y tabaco ocasional. Cronogramas, apellidos, los temas de cada mes, direcciones de correo, protocolos, fechas límite.

Y un inmenso solar baldío sobre el que edificar.

(No sería el único de ese verano. Pero eso lo supe después.)

Desde aquel día, empecé sin saberlo a reconvertir mi profesión. Porque desde hace 10 años soy mercenario de las palabras. Redactor, lo llaman. Redactor en televisión, redactor en publicidad -por aquello de enmascarar la verdad, lo llaman creativo-, redactor de márketing online, redactor de contenidos. Como todos los redactores, disfrazamos nuestra condición con la aspiración de ser escritores. Publicar esa novela que duerme muerta de asco en un cajón, junto a infinitas cartas de rechazo de editoriales que ni se han molestado en abrirla. Cartas llenas de palabras vacías. Siempre las palabras.

Desde junio, me convertí en arquitecto. Involuntariamente. Antes había traducido nimiedades y novelas, artículos y frases deslavazadas: el pedazo de universo que me correspondía; y por encima de mi cabeza, las palabras de un hombre muerto. Stefan Zweig, quien aprendió cinco lenguas además de la suya propia, defendía la traducción como un paso necesario para el escritor. Servir a una obra, decía:Si hoy tuviera que aconsejar a un joven escritor todavía inseguro sobre el camino que emprender, trataría de convencerlo de que primero sirviera a una obra mayor como actor o traductor“.

Y yo, que tengo por costumbre no contradecir a los muertos, me hice arquitecto porque mi trabajo era construir puentes entre idiomas.

Aprendí muchas cosas. De los autores que traduje. De sus pensamientos. De las inmensas diferencias de percibir el mundo según en el idioma en el que se formateó su cerebro. Pero sobre todo, aprendí de mí mismo. De la humildad de ceder la voz. De desvanecerse en el acto de transmitir las palabras de otra persona. Una sensible parte de mi trabajo la hice este verano, dando vueltas por España. Varios miles de kilómetros en unas semanas. Viendo pasar desde el tren las palabras, los postes de telégrafos y los incendios. Desapareciendo de los lugares. Llevándome siempre a cuestas las palabras de otros. Tanto, que cuando me encontraba con mis amigos, o hablaba con las palabras de Claudia Rusch, o con las de Nacho Vegas. Entiende que yo a este lugar no pretendía llegar, decía, en vez de pedir una copa o el siguiente billete a otra ciudad.

Y sin embargo, los autores me acompañaban, y no eran una mala compañía. Ahora nos despedimos, y me quedo nuevamente con mis silencios y mis palabras. Tardaré en acostumbrarme otra vez a mi voz. Pero al fin y al cabo, en la vida todo o casi todo sale de otra manera.

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La no-colonización del vacío http://superdemokraticos.com/es/laender/deutschland/die-nichtbesiedelung-der-weisen-flecken/ Mon, 01 Nov 2010 14:59:49 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=3126

Mantenga el contacto con la amiga por correspondencia de París! Utilice la traducción automática de mails y chats de Google Mail. (Texto proveniente de la página de Google Translate)

Al director de StarWars, George Lucas, le preguntaron una vez en un programa de televisión por la frase más importante en su trilogía. Cuando él respondió „May the Force be with you“, el traductor entendió „May, the Forth, we with you“ y dijo „el 4 de mayo estaremos con ustedes“. Esta anécdota, recordada por el blog Übelsetzt, no solamente es divertida, sino que ilumina cualquier teoría de la traducción. Con una traducción, no importa si es buena o mala, se crea una nueva realidad, de un momento a otro nos encontramos en un discurso sobre mayo o el poder.

En alemán el verbo „übersetzen“ -traducir- conlleva movimiento: La traducción -Übersetzung- de un barco de un puerto a otro. El que maneja el bote es el que decide en qué lugar del puerto quedará anclado, se decide por una dirección. Los traductores son pilotos de barco, skippers, marinos, que tienen que sortear los bajios, las turbias e imprecisas vaguedades. Ellos creen menos en los mapas que en la intuición, porque nombran simplemente los espacios vacíos.

Los Superdemokraticos no habrían podido circular entre tres continentes (América, Europa y Asia), si no hubieran contado con su equipo de skippers: Anne Becker, Barbara Bauxbaum, Marcela Knapp, Ralph del Valle y Rery Maldonado, que incansablemente observaron las mareas, definieron las rutas, mantuvieron el control sobre la entrada y la salida del puerto, llamado también bandeja de entrada de mails o lista de artículos en el blog. Les hemos pedido que nos cuenten cuales han sido sus experiencias. En los próximos días publicaremos sus textos, ya que ellos no son solamente los espíritus invisibles que le prestan su voz a los ensayos, sino que son el alma de nuestro blog: Traducir es una fuerza y la fuerza ha estado con nosotras. Sólo necesitamos a Google para hacer búsquedas, no para vivir trips textuales.

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Pueblos del Mundo ¡Mírenme! http://superdemokraticos.com/es/themen/globalisierung/volker-dieser-welt-schaut-auf-mich/ Fri, 01 Oct 2010 13:29:14 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=2447 Hace tres semanas que el mundo sabe donde vivo. No porque yo se lo haya dicho – sólo me he mudado y finalmente ya no comparto más esas tonterías de „a rather big down in the Ruhr District, an industrial area north of Cologne“ (Kindheit, Dortmund) o „a small city south of Hannover, in the center of the country“ (Hildesheim, Studium). Ahora digo Berlín y el mundo contesta ¡Oh! Y eso ya se hace en el marco de un viaje por Europa: El Muro/ los Clubs etc…
Es fantástico. Uno pisa la calle y todos los problemas de ser cool que normalmente uno discutía consigo mismo como pueblerino, son parte del pasado. Uno casi a ascendido, de acuerdo al lugar de residencia, a ser un mundano y levemente fatalista habitante de la gran ciudad, que tiene el increíble privilegio de tener un departamento de una sola habitación, en un lugar que dice de sí mismo contar con todas las comodidades y estar correctamente amueblado por las propias manos. Eleva el espíritu, el pequeño y el grande, ver como el mundo se sienta en la hierba a la puerta de la casa (la mía) a esperar algo. (En los días especialmente buenos incluso parece que se sentara a esperame).
En los días malos yo soy yo, como me conozco. En los días malos no tolero ninguna fanfarronería (salvo la mía), no aguanto ninguna ociosidad puesta en exposición, no soporto la „arrogante omnipresencia de los ladrones diurnos“, que una mujer inteligente en mi presencia etiqueta como tales. Entonces no aguanto el intercambio cultural, no soporto el remarcado ir bien de los medios de comunicación (alemanes) y los (turcos) vendedores de Döner (¡siempre esos ginos!) y no puedo escuchar las conversaciones entre literatos del mundo entero -llevadas acabo en ese ligero interenglichalemán- que no quiere decir otra cosa que: „¡Quedate ahí, lo hemos entendido!“
Qué tienen esas personas – ¿que todas aquellas otras que, gustosamente habría querido que se queden en casa, no han comprendido? ¿Qué un mundo de los mercados globalizados -como estímulo y compensación- también necesita el intercambio con los civiles? ¿Qué quien pueda entender las cosas en su contexto, debe ser capaz de comprender los contextos en si? Qué el viejo nomadismo de los Estados nacionales hace tiempo que ha sido substituído por un nomadismo de redes globales? Eso no sostiene al mundo en su interior-, pero lo aferra tanto que nadie puede ni quiere hablar fuera de los márgenes de ese Mainstream- con esa idea despierta Berlín, por lo menos los días en los que estoy de malhumor. Los tipos progre de los medios hablan un inglés tipo progre, los estudiantes de intercambio hispanohablantes hablan un español de intercambio y a menudo entre ellos se sienta un niño alemán de pueblo e intenta mantenerse al tanto del-pulso-de-los tiempos que corren, para ver que tan bien puede salir adelante con su inglés de colegio y su español chapurrero.
Así se sientan todos a la orilla del canal, mientras yo la recorro de malhumor, gruñendo porque mi Mp 3 ya no tiene batería y se niega a protegerme de las emisiones de la comunidad global con el audio de un libro de Thomas Mann, de las conversaciones – también limitadas lingüisticamente- que giran al rededor de la comida, de los viajes o de la comida que se ha conocido durante el viaje. Porque no tengo nada más que hacer,  me pregunto por enesima vez de qué se trata y me apego a las reglas de un pueblo de Alemania del oeste: donde el niño de clase media alemán se queda entre sus iguales, tranquilamente, sin ser afectado por la globalización, para poder focalisar en el mejor alemán los problemas de la globalización. Mientras en el canal de Berlín muchachas alemanas, muchachas españolas hablan sobre chicos daneses y pisos compartidos por lituanos, derramo una lágrima de melancolía y pienso en las Gotingas, los Münster y los Friburgos de todo el mundo, donde uno podría -se en un grupo de ataque o en una asociación local de la FDP (Partido Liberal), es igual- ser maravillosamente productivo entre sus iguales y sopesadamente maniobrar las finanzas globales.

Traducción Rery Maldonado

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El equipo internacional http://superdemokraticos.com/es/editorial/die-internationalmannschaft/ http://superdemokraticos.com/es/editorial/die-internationalmannschaft/#comments Sun, 11 Jul 2010 22:31:22 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=449 Lo siento chicos, lo siento chicas, mientras se pueda escribir un poquito sobre fútbol. Desde el Mundial de Fútbol de 2006, que tuvo lugar en Alemania y que hizo propaganda con el slogan “como invitado con los amigos”, uno ya no se asombra de que la bandera alemana sea puesta en exposición pública. Lo que en 2006 todavía sorprendía sea convertido en 2010 en normalidad. La decoración nacional por todas partes sirve para que yo piense todos los días en Alemania en mi rol como alemana (pasaporte). Tengo que pensar en eso y siempre me resulta un poco incómodo. Cuán alemana era cuando me mudé a mi primer departamento cuando trabajaba como Aupair en Francia, cuando vi mi primer eclipse total de sol en Londres, cuando viví en Hungría mi primera anestesia total o cuando por primera vez me bañe en Bolivia en un río transparente?

Cuando fui a la escuela y mientras era estudiante en los 80s y 90s podía contar las banderas que había visto con los dedos de una mano. No habían. En el diccionario había una entrada “Bandera”, junto a todas las banderas del mundo, pero a ella nadie la sacaba de su caja. Ella era un símbolo abstracto. Algunas veces colgada de edificios públicos, a media asta por luto con rango internacional o en el mástil de los contextos europeos. Cuando mi familia hacía vacaciones en Dinamarca, la bandera danesa ondeaba delante de todas las casas de madera. Yo pensaba: Nuestra bandera es fea, la danesa es mucho más bonita. ¿Soy danesa?

Y ahora: Autos, ventanas, balcones, jardines, vuvuzelas, incluso partes del cuerpo (brazos, piernas, mejillas) llevan la bandera. Hace poco vi como una mujer gorda, enfundada en un vestido de tigre, le tatuaba una bandera en la calva de solarium a su marido. Una calva en negro-rojo-dorado… Estoy confundida: ¿De dónde viene este nuevo amor por la bandera de los alemanes? ¿Cuándo ha desaparecido el peso (“No puedo sentirme orgullosa de mi país, después de todo lo sucedido”, los seis millones de argumentos, sobre los que habla Jo Schneider en su ensayo. La responsabilidad histórica que algunos, como alemanes, llevan a cuestas)? Porqué incluso yo me pinto una bandera en el brazo? ¿Nos hemos vuelto todos olvidadizos con la historia?

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La nueva cultura hincha alemana tiene quizá que ver con esta alegría colectiva, porque es verano, porque estamos en la calle gritando juntos, porque es divertido identificarse con algo, no tanto con un sentimiento nacional como con un Sportmanschip y hombres guapos (Yes, Ladies!) Por que la selección nacional se ha convertido en una selección internacional, con jugadores como Mensut Özil, Boateng y Piotr Trochowski que son hijos de migrantes, que son jóvenes, que juegan con otras reglas, que no son jerárquicos, que de alguna manera no parecen alemanes (si beber cerveza, el pesimismo y el autoritarismo son lo “alemán”). Porque ahora juegan como los daneses -escriben al menos los diarios.

De todas maneras nunca podré dejar de catalogar la marea de banderas como algo peligroso. Los símbolos nacionales llevan esa ambivalencia consigo, esa amenaza, de la que también habla Gabriel Calderón: “La historia/Siempre pronta a reaparecer en cualquier momento/A caer con toda su furia en el presente.” Lastimosamente se mezclan Neonazis en la masa de fans de futbol.

Más ambivalente es todavía el himno nacional alemán, que últimamente también es cantado claramente en público. La melodía proviene de la pluma del compositor austriaco Joseph Haydn. Lo compuso en Viena como base para el himno al emperador de los habsburger, basado a su vez en una canción popular croata. El texto lo escribió el escritor alemán Dichter Heinrich von Fallersleben en 1841 como “Canción alemana” en la entonces isla británica de Helgoland. Trata entre otras cosas sobre las fronteras del imperio alemán muy desunido en el siglo XIX, es el intento de representar ese desgarramiento interno. Esa isla en el mar del norte, que Alemania cambió después de la Primera Guerra Mundial por la colonia de Zanzíbar, sirvió después de la Segunda Guerra Mundial como puerto para los submarinos por los nacionalsocialistas en el norte. Los militares ahuecaron la isla como un queso suizo, con pasadizos subterráneos entre los búnkeres, que fueron volados por los aires después de la guerra. Una de las mitades de la isla se partió y hundió en el mar. Hoy es Helgoland la meca de los observadores de pájaros (Urias). Sólo se canta la tercera estrofa –en la que no se enumeran las fronteras.

Si se trata de detalles cuando hablamos de la historia, no pueden haber símbolos reconocidos por todos (banderas, monumentos). Creo cada vez más en que del pasado de determinadas existencias, somos transeúntes de la historia, transeúntes en la historia, pequeña microscópica (como dice Lena Zúñiga), pero cada uno importante en su lugar. Donde estaremos mañana, en qué historia, depende de nosotros. No de una bandera.

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Una juventud llena de culpa tiene consecuencias http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/eine-jugend-voller-schuld-hat-folgen/ http://superdemokraticos.com/es/themen/geschichte/eine-jugend-voller-schuld-hat-folgen/#comments Tue, 06 Jul 2010 16:57:33 +0000 http://superdemokraticos.com/?p=424

A veces me pregunto en qué pensaban nuestro padres cuando pasaban por la sección de literatura para niños y jóvenes en los 80 y 90. “Uy, ¿un libro sobre un auxiliar de artillería de catorce años, que fue asesinado en los últimos día de la guerra? ¡Nos lo llevamos! Y “Oh, un libro sobre un viaje en tren a Birkenau y al final todos están muertos ¡Ese lo llevamos también!” o: “Oh lala un libro sobre un comunista de la resistencia que fue torturado en una cárcel de la GESTAPO hasta la muerte! De ese nos llevamos de una: tres.”

No importa en qué pensaban, me enseñaron a hacer cuentas con cifras en millones. 42.000 espectadores entran en el estadium de mi ciudad natal, me imagino una cantidad mil veces superior, completamente vendido, mil estadiums en el cielo como en papel cuadriculado. Lo que hacen niños de nueve años, cuando se le dice incesantemente: “seis millones”.

En el bachillerato cogió la posta el profesor de historia: un conservador que nos mostró la película de Joachim Fest sobre Hitler e intentó persuadirnos de que sin el carisma de esa persona, las cosas no hubieran ido tan lejos. Un marxista que hablaba mucho sobre la crisis del capitalismo y sobre las conexiones del gran capital prusiano, con la ascensión al poder de Hitler. Un intelectual, cuya esposa era psicoanalista, leyó con nosotros las “Fantasías Masculinas” (Männerfantasien) de Klaus Theweleit e intentó convencernos del admirable papel que tenían los cuarteles para cadetes prusianos.

No importa que variantes interpretativas fueran puestas por delante, una juventud en la Alemania del oeste, en los años 80 y 90, estaba continuamente teñida de oscuridad. Imperaba un bombardeo continuo de preguntas con una culpa monstruosa. En ese sentido ya podían nuestros padres decir mil veces que no les importaban los pueblos, las naciones, los madres patrias, la culpa era definitivamente nuestra. ¿Sino por qué nos hablaron una y otra vez sobre ella? ¿Por qué compraron los libros? ¿Por qué callan nuestros abuelos? ¿por qué sino, tantas veces se usa la palabra: alemán, en relación a la muerte? El ejército alemán, los campos alemanes, el Führer alemán, ¿la muerte alemana?

Hoy en día esa “pedagogía negra” es denunciada en todas partes. Personas tontas, con un entendimiento de moral pasado por agua, que se definen así mismas como “neo conservadores”, escriben para revistas académicas lustrosas: que lo “políticamente incorrecto” es lo nuevo “políticamente correcto” y que el Mainstream de los liberales de izquierda es totalitario. Se crean alianzas poco ortodoxas entre liberales, libertarios y fuerzas nacionalistas, que se hacen fuertes contra la supuesta “prohibición de pensamiento” y denuncian la “discriminación”. También cuando una casi diabólica lectora de noticias con un “una a veces puede decir…” timbre en la voz, alaba la organización de los juegos olímpicos el 36 (todavía no ha sucedido, pero pasará). Los idiotas nos llevan la ventaja.

Si alguien dijera ahora que eso radica en que las cabezas de ese debate, así como muchos alemanes de a pie aburridos de la historia, fueron apabulladas en la infancia con demasiados libros críticos sobre el Nacional Socialismo, yo le respondería simplemente: Nunca son demasiaos! El argumento de la Political Incorrectness que dice estar harta de los protagonistas de estos temas, es lo más estúpido, dependiente y descubierto. Ese “era tan enervante. Desde entonces no tengo ninguna gana de ver esa propaganda de la consternación” se escucha decir también entre los civiles comunes y corrientes con más frecuencia. No puedo leer lo suficiente a Freud, como me gustaría citarlo aquí.

Uno no tiene que ser un marxista para entender en él, el sentido de la escritura de la historia y ver que sus caminos confusos deben ser explícitos, para que las personas con corazón y entendimiento puedan decir: “¡Nunca más!” siempre. Basta con una pizca de honestidad consigo mismas. Si alguien viniera a decirme: “debe pasar algo bueno”, entonces le entregaría la biblioteca del horror de mi juventud y la despacharía con esas palabras que, también nuestros abuelos de un tiempo lejano al del “Pasado” dirán: “A caso me han hecho daño???”

Es cierto, nosotros queremos –contrario a lo que querían nuestros abuelos, que consecuentemente encubrían el pasado con el pasado- ser honestos: ¡A ocurrido de manera natural! Esas lecturas fueron lo más mórbido que uno pueda imaginarse. Me dejaron confiado en un caos sentimental entre la piedad y el placer voyuerista sobre la destrucción total. Lo mejor fue que tuve que enfrentarme muy temprano, precisamente con las emociones de mi ser. Noté pronto que llevaba la mugre conmigo. No solamente porque era alemán. Pero porque era alemán fui obligado a tener que hacer ese análisis. Ahora lo aprecio como un privilegio.

Si algo he aprendido gracias a ese privilegio de la historia de mi país, es que junto a todos los revisionismos y los intentos de minimizarla, también desde columpios deconstructivistas à la “Qué es un camino confuso? Están prohibidos. El que ya de niño se ha enfrentado de tu a tu con la dicotomía “bueno” / “malo” y noto que la frontera corría a lo largo de la propia familia, incluso dentro de la propia persona, es educadamente poco tolerante contra la intolerancia gloriosa de los explotadores de la tolerancia. El conoce al enemigo.

Entre tanto puedo imaginarme perfectamente que lo que pensaban mis padres cuando llenaron las estanterías con metros de guerra, huida y destrucción. Querían hacer de sus hijos personas decentes. Querían que nosotras también “aprendamos” algo de la historia, lo que Adorno frente a la contemplación de la catástrofe humana habría opinado o como en una cancioncita pacifista de Joan Baez, pero eso aquí no viene a cuento. Mis padres querían mostrarme, que uno no puede ver todo “así o así”, sino que  a veces sólo “así”. Y que las emociones del carácter que tenemos, deben preferir a los otros. A esos padres debería construírseles un monumento. Eso es para mí el verdadero conservadurismo.

traducción: Rery Maldonado

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